Nunca entendí cómo nadie descubrió que el Príncipe Adam y He-Man eran la misma persona. ¡Por favor! Los dos compartían no solo rasgos faciales, sino también el peinado de hongo, la descomunal colección de músculos, y la afición por los calzones de piel. ¿Cómo yo, a las 6 años, notaba lo que todo el reino de Eternia no podía captar?
De las muchísimas caricaturas que vi en mi infancia, dos me marcaron de por vida: Mazinger Z y He-Man y Los Amos del Universo . De ahí entenderán la emoción absurda que me dominó días atrás cuando, por accidente, me topé con 36 episodios de He-Man ahí, bien escondidos en el catálogo infantil de Netflix.
En la época en que alternaba los zapatos ortopédicos con tenis Bracos y Olimpic, He-Man fue uno de mis mejores amigos. Telecentro Canal 6 daba las tardes de entre semana este animado de la empresa Filmation, que no era otra cosa que un vehículo para promocionar la línea homónima de figuras de acción. Religiosamente consagré mi cuota de televisión a He-Man , incluso enfrentándome con Ana Lucía, la muchacha que nos cuidaba, pues a la misma hora ella quería ver Miniestrellas.
Y aquí estoy otra vez, sin lograr aún contestarme las dudas más existenciales: ¿Orko tiene cuerpo bajo esa túnica flotante?, ¿se alimenta Skeletor?, ¿por qué el Príncipe Adam nunca puede llegar a tiempo a las cenas familiares?, ¿cuando el Hombre Bestia dejará de ser el hazmerreír de la Montaña Serpiente?, ¿cuándo darán un capítulo en el que salga Buzz-Off o Whiplash?
En algún momento de los 80, nuestros papás cedieron y nos mandaron a traer a la frontera panameña nuestros primeros muñecos de He-Man. No sé si fue por falta de información o bien para evitar pleitos, pero a los tres hermanos nos regalaron aquella Navidad la misma figura: el Battle-Armor He-Man (el que se le cambiaba el emblema del pecho, según la crudeza de la batalla).
Aquel muñeco (que hoy valdría su buena plata) se me perdió, así como todos mis juguetes de niño. En los últimos años he comprado varias figuras de acción de Los amos del universo en distintos círculos de coleccionistas y me precio de haber conseguido un Skeletor en su primera edición, en perfecto estado, a $10. Toda una ganga.
Mi reencuentro con He-Man lo vivo poco a poco, no más de un par de capítulos por sentada. Cuando termine pasaré a su serie hermana, She-Ra , también disponible en Netflix y que fue la versión “para niñas”, ambientada en el mismo universo temático y con She-Ra (hermana de He-Man) enfrentada a Hordak, el mentor de Skeletor.
Espero que para cuando cierre mi paso por Eternia, Netflix (o cualquier otro servicio) tenga el detallazo de ofrecernos las versiones ochenteras de Thundercats, Los Halcones Galácticos, G.I.-Joe, Transformers y Gobots ... eso y un tazón de leche Pinito en polvo revuelta con azúcar.
*Esta es una columna de opinión de la revista Teleguía, de La Nación, y como tal sus contenidos no representan necesariamente la línea editorial del periódico.