En febrero de este año, menos de un mes después de que Donald Trump asumiera la presidencia de Estados Unidos, el New York Times publicó su nuevo lema, su nuevo grito de guerra: “La verdad es más importante ahora que nunca”.
La frase fue una respuesta a los múltiples ataques a los que la prensa fue sometida por Trump durante la campaña del republicano quien, una vez en la Casa Blanca, no frenó sus agresiones a la libertad de prensa: negándose a responder preguntas de reporteros, ignorando a medios que lo critican, expulsando a periodistas de sus conferencias cuando hacen preguntas que le molestan. El líder del mundo libre, damas y caballeros.
El enfrentamiento entre la prensa y Trump ha generado miles de titulares, artículos de opinión e investigaciones desde que el empresario se convirtió en candidato del partido republicano. Sin embargo, el pleito tiene raíces mucho más profundas y peligrosas, y las explora un documental reciente de Netflix.
Nobody Speak: Trials of the Free Press comienza con la demanda del luchador Hulk Hogan contra Gawker, un conglomerado de blogs que publicó un video pornográfico casero de Hogan sin su consentimiento.
Lo que en principio se presenta como una sana discusión sobre el conflicto entre libertad de prensa y derecho a la privacidad pronto levanta sospechas. Hogan no estaba en su mejor condición financiera, y sin embargo el juicio se extendía durante meses, elevando los costos judiciales y de honorarios para los abogados. ¿Cómo podía el luchador costear su batalla contra Gawker?
Pronto, la respuesta se muestra en su forma más sigilosa, dañina y siniestra: Peter Thiel, un multimillonario de Sillicon Valley –la meca de las empresas de tecnología más grandes del mundo– estaba financiando la demanda de Hogan, porque tenía una vendetta personal contra Gawker.
Aquí, justamente, es cuando Nobody Speak se convierte en un documental trascendental para el estado de la prensa independiente, sobre todo en su misión de denunciar, exponer y exigir cuentas a las cúpulas de poder económico, político y social.
El documental cuenta la historia de varios casos en que los multimillonarios de Estados Unidos han llevado a cabo todo tipo de acciones indirectas para, sutilmente, silenciar a los periodistas que trabajan por desenmascarar sus secretos.
La cadena de casos, cada uno tan nefasto y peligroso como el anterior, conduce inevitablemente a Washington D. C. La campaña de miedo que Donald Trump ha proclamado desde su posición de poder ha minado el camino del reporteo valiente y necesario, el único que puede mantener bajo control a Trump y a los poderosos que intentan salirse con la suya, sin escrúpulos.
Nobody Speak , más que una celebración del trabajo periodístico, es una llamada de atención, no solo para los periodistas sino para el público: la prensa independiente es necesaria para vivir en democracia, pero sus enemigos trabajan todos los días para derrotarla.
Bien lo dijo el New York Times : la verdad es más importante ahora que nunca.