Ser el raro, el desalineado y el bicho extraño de la familia no debe de ser nada fácil. Así es la vida de Ronny, quien fue criado por unos padres que son totalmente diferentes a él y ni qué decir de sus tres hermanos.
Los suburbios de Boston albergan a una típica familia: amantes del deporte (fanáticos, mejor dicho), de creencias católicas irlandesas y unidos hasta el final.
Eso de unidos hasta el final es literal. La pareja de padres todavía mantiene bajo su techo (una casa de tres pisos) a sus cuatro hijos ya adultos; pero a ellos no les importa porque comparten todos los gustos y creencias que tienen. Todos excepto uno: Ronny.
Arthur, el padre, es entrenador de baloncesto. Punto a favor para el deporte, uno menos para Ronny. El papá contagió desde el comienzo del matrimonio a su esposa y ahora ella también ama los deportes.
La herencia pasó de papá y mamá a los hijos. Los gemelos Gerard y Sean son los típicos campeones de la escuela, ambos desarrollaron las habilidades deportivas de su progenitor y día a día luchan por demostrarle al jefe de la familia que ellos son los mejores en cualquier disciplina.
Por su parte, Jackie, la única hija, también se desvive por los deportes, solo que en estos momentos no está disponible para realizar ninguno porque se encuentra embarazada... y soltera.
El cambio. Cuando Ronny informa a su familia de que es gay, se da cuenta de que no encaja en el hogar y decide irse a trabajar a otro estado; la madre entra en pánico y hace todo lo posible para que “su pequeño” no deje el nido.
Con la complicidad de Arthur, la mamá logra que el hijo se quede en casa. El padre obliga a Ronny a convertirse en su asistente personal en el equipo, cosa que molesta a sus otros hermanos porque no entienden el por qué eligió al que menos disfruta de los deportes.
A partir del nuevo trabajo de asistente de Ronny y sus pocos conocimientos en el baloncesto, esta familia vivirá las más divertidas y extrañas aventuras para hacer que el joven le agarre el gusto a la actividad física y de competencia. 1