Producir para plataformas de streaming continúa siendo un riesgo. Cautivar público requiere maestría, buen presupuesto y lanzarse sin temor al creciente número de ‘canales’ en línea.
En el 2015, Netflix levanta la mano ganadora entre el resto de plataformas (las principales: Amazon Prime, Hulu y Yahoo! Screen). Sin contar su programación infantil, el monstruo de la televisión en línea estrenó 15 series durante el año, seis de ellas son comedias.
La mayor ventaja que tiene Netflix es la cobertura de su servicio. A la fecha, es el único que cubre suscripciones en varios continentes; el resto todavía restringe su oferta a Estados Unidos y otros países anglohablantes.
Además, las series de Netflix han descubierto la receta mágica para enganchar fans: entregar series completas en días estratégicos con tramas tan ligeras como para verlas de una sola sentada, en maratón, sin que duela la cabeza, con la dosis precisa de sustancia para que la crítica destroce un par de episodios y dé buena calificación a la temporada completa.
Mientras Netflix se da el lujo de fallar para recuperarse rápidamente, Amazon Prime se hace de nombre con producciones ambiciosas que pone a prueba temporadas de varios pilotos antes de elegir la producción de seriados completos.
Hulu dejó atrás las series de corta duración (lo que antes se denominaba una ‘serie web’) para competir con producciones de al menos 20 minutos (como la comedia romántica Casual).
Yahoo! Screen irrumpió en marzo para dar continuidad a la sexta temporada de Community , y lanzó otras dos series de comedia exclusivas para suscriptores (o sea, gente radicada en Estados Unidos o con un VPN poderoso).
Los metros planos. En el 2015, Netflix tiene dos series favoritas.
Fue fácil para las terceras temporadas de House of Cards y Orange is the New Black cumplir las expectativas de sus seguidores; en su lugar, el reto es seguir impresionando a una industria que genera una historia más arriesgada casi todos lo meses.
Para Amazon, la comedia dramática Transparent –sobre una familia que asimila un patriarca transgénero– se convirtió en esa certeza de calidad para los suscriptores del servicio.
Introducir drama en la comedia es un recurso que se utiliza cada vez más para conectar temas densos y dar crecimiento a personajes.
En Master of None, el comediante Aziz Ansari dirige (y actúa) una antología sobre un actor veinteañero, de raza india, en Nueva York.
Disfrutarla en maratón da la ventaja de ver cronológicamente la madurez de un personaje que bien podría quedarse estancado en arcos de narración sencillos sobre parejas y lo difícil que es actuar en Estados Unidos para un joven indio. Sin embargo, Ansari se ganó el público utilizando el humor como vehículo para otras lecciones filosóficas: ¿conocemos a nuestros padres? ¿De qué vale sacrificar nuestras metas personales para perseguir una relación que no nos satisface?
El universo emocional es importante para las comedias de Internet. La serie animada BoJack Horseman jugó, en los primeros episodios de su segunda temporada, con la posibilidad de rehabilitar a su personaje surrealista de la depresión; no obstante, muchos chistes provienen de la autodestrucción de sus personajes, no de sus éxitos.
En Unbreakable Kimmy Schmidt –serie que Netflix rescató de una cancelación en tele análoga– , la personalidad alegre del personaje principal es una fachada que esconde severos traumas de los años de cautiverio que pasó en un túnel subterráneo.
Personalidades problemáticas, adicciones, traumas personales e históricos continúan siendo asideros importantes para contar historias que, probablemente, no habrían tenido cabida en los canales tradicionales.
La alianza que hizo Netflix con Marvel le permitió estrenar dos series que comparten universo narrativo: Daredevil y Jessica Jones . Daredevil permitió revivir un personaje que el cine había sepultado en el 2003; por otra parte, Jessica Jones llegó, a finales de noviembre, para presentar un personaje que lucha, humanamente, contra los traumas de su violación para defender a Nueva York con fuerza sobrehumana.
El contraste entre la debilidad humana y los retos extraordinarios de una carrera también es tangible en programas menos fantásticos, por ejemplo la laureada comedia Mozart in the Jungle (Amazon). La historia sobre un joven y ambicioso director alcanzó nominaciones para serie de comedia y actor (el mexicano Gael García Bernal) en los Globos de Oro 2016.
Resistencia con obstáculos . En tele análoga es fácil identificar un fracaso por la ausencia de público. En Internet, las estadísticas no se apoyan solo en cuántas personas miran un programa, sino cómo lo ven.
Un atracón es garantía de que se consume lo creado, pero también importa lo que pasa después: una mención en redes sociales es prueba de que existen comunidades que discuten la obra.
Aunque la comedia Grace and Frankie y el thriller Bloodline no recibieron ovaciones como otros estrenos de Netflix, el público para sus historias existe y es tan apasionado como cualquier otro (fans como Miley Cyrus que declaró su amor por Grace and Frankie y obtuvo replicación masiva en Twitter por ello).
Sense8 recibió críticas mixtas en varios episodios (principalmente por extravagancias que se permitieron Lana y Andy Wachowski); sin embargo, los maratones de este producto le permitieron al complejo thriller de ciencia ficción alcanzar críticas notables en su primera temporada y generar expectativa para la segunda.
Porque son servicios exclusivos servicios para países angloparlantes y porque es difícil conseguir que la gente pague por más de una propuesta streaming , a Amazon le cuesta aprovechar sus series.
Pese a descollar con Transparent y Mozart in the Jungle , lucharon porque el público se tomara en serio Hand of God –sobre un juez corrupto que encuentra a Dios– y la adaptación The Man in the High Castle . Para ese último, desde el punto de vista publicitario, ha sido culturalmente delicado promocionar una realidad en la que Estados Unidos es controlado por nazis.
El balance entre cautivar fans, competir con otras producciones que se estrenan simultáneamente e insertarse en el flujo de discusión de redes sociales son los retos que deberán afrontar las plataformas en el 2016 y, definitivamente, requiere maestría.