Si algo enseñó Silicon Valley en su primera temporada es que el éxito que crea la fama es tan fútil como tener la mejor de las ideas sin contar con la plata ni el equipo que la ejecute.
La comedia de HBO describió, en ocho episodios de media hora, curiosas similitudes entre el ecosistema del Valle del Silicio y Hollywood: para bien y para mal, ambas son burbujas superficiales, competitivas y ambiciosas.
Los emprendedores de la tecnología son cada día más jóvenes y más SoLoMo (sociales, “geolocalizados” y móviles), como cómicamente repitieron todos los competidores de la parodia que Silicon Valley hizo del evento real de networking para proyectos incipientes, TechCrunch Disrupt .
Pero, a pesar del dinero y glamour que proyecta el Valle del Silicio, el chiste de esta comedia es que no todos pueden ser Steve Jobs. Estos personajes carecen de carisma, habilidades sociales y belleza física; se incomodan con las mujeres, vomitan de los nervios antes de sus reuniones y balbucean con torpeza frente a grandes auditorios de gente.
Richard (Thomas Middleditch) y los otros cuatro miembros de su equipo de ñoños llegaron a Disrupt a brillar con Pied Piper , un programa que permite alojar archivos pesados (texto, audio, imagen, video), una meca tecnológica en un punto en que nadie quiere cargar discos duros, llaves mayas ni papel.
El proyecto ya tiene para ese momento un generoso mecenas, el excéntrico billonario Peter Gregory (interpretado durante cinco episodios por Christopher Evan Welch, hasta su muerte en diciembre del 2013).
También tiene un archienemigo, Gavin Belson, el líder de una compañía que ofreció comprar por $10 millones el algoritmo que usa Pied Piper y que, después del rechazo de su oferta, compite con ese producto con otro idéntico.
Inspirado por una conversación en la que el equipo calcula cómo masturbar en diez minutos al auditorio de Disrupt (el literal clímax cómico de la temporada), Richard ganó el patrocinio prometido: más dinero para continuar trabajando en la estrella de su empresa, un algoritmo de compresión sumamente eficiente.
¿Qué queda después de probarle a la burbuja de la tecnología que su idea vale la pena? Exactamente de eso irá la segunda temporada de la serie, que se estrena el 17 de abril por HBO.
Lamentablemente, para un programa de contenido tan técnico como Silicon Valley, competir con la emoción del estreno de Game of Thrones es cosa dura. Quienes apreciamos su comedia nerd e incómoda seguiremos viéndola, conviene que iniciemos a los demás.