El humor y el terror parecieran ubicarse en esquinas opuestas del espectro de emoción humana.
Una buena carcajada es tan involuntaria como el más atroz de los sustos. ¿Cómo se puede reír uno con confianza mientras el cuerpo se encoge de pavor?
Sin embargo, como lo comprobó primero la literatura, luego el cine y, por último, la televisión, sí se puede y es sumamente placentero reírse con libertad de nuestros peores miedos.
Históricamente relegado al cine de baja categoría con malos efectos especiales, la comedia de terror cobró importancia con cintas de zombies como la británica El desesperar de los muertos (2004), la estadounidense Zombieland (2009) y hasta la cubana Juan de los Muertos (2011).
En la televisión, las historias de miedo han dejado de ser episodios especiales en el mes de octubre. Series como Deadbeat –que cuenta la vida de un médium vago que lidia con espíritus excéntricos–, Scream Queens –que presenta un psicópata asesino que mata a chicas de una universidad– y, la próxima en salir, Ash vs. Evil Dead , exploran el terror desde una arista que no es nueva, pero que no pierde originalidad.
La primera historia. Hay que tener muy claro en dónde se ubican las raíces de cada uno de los géneros antes de mezclarlos.
Las primeras películas de terror tomaron inspiración en la lúgubre oscuridad de la literatura gótica, por ejemplo de los monstruos de Mary Shelley ( Frankenstein ), Bram Stoker ( Drácula ) o Robert Louis Stevenson ( El extraño caso de Dr. Jekyll y Mr. Hyde ).
Por otro lado, la comedia nació en el teatro clásico, tanto griego como romano; en la Edad Media, las historias con finales felices también empezaron a incluir elementos de sátira y burla.
También es importante entender que la comedia y el miedo toman formas muy propias según la cultura que los experimenten (consideren lo distintos que son los fantasmas occidentales a los macabros espíritus japoneses).
Así que, ¿exactamente en qué momento nos comenzamos a reír de nuestros monstruos?
Ese momento no ocurrió en el cine sino, precisamente, en la literatura. Usualmente se cita a La leyenda de Sleepy Hollow (1820) , relato corto del estadounidense Washington Irving, como la primera historia que se contó con una mezcla de terror y comedia.
En el cuento, un profesor de escuela supersticioso y pedante es perseguido frenéticamente por el Jinete sin Cabeza por los oscuros caminos de un bosque.
Nadie podría reírse en una circunstancia así. Ser perseguido por un espíritu vengativo que arranca cabezas es asunto serio. Pero en su historia, Irving hizo uso de uno de los recursos que a largo plazo definirían la naturaleza del subgénero de la comedia de terror: los personajes que no actúan acorde a una historia que se toma en serio a sí misma.
Fuera de lugar. Si una película tiene el objetivo de ponernos los pelos de punta, podría creerse que verla riendo sería como encontrar una mosca en la sopa: inesperado y desagradable.
“El cine siempre procura una nueva calidad. Yo entiendo este cine como una sinergia donde dos elementos concurren para provocar un tercer elemento superior a los anteriores”, opinó el crítico de cine William Venegas.
Pese a que se responsabiliza a la literatura por haber hecho la primera exploración del subgénero, el teatro fue el arte que heredó su lenguaje para las primeras películas de terror cómico.
Las primeras películas de terror eran subtituladas, los gritos que congelaban las venas no se podían oír en las salas de cine.
The Ghost Breaker (1914) se considera la primera película que habló de casas embrujadas. La película de la leyenda del cine Cecil B. DeMille se basó en una obra de Broadway del mismo nombre.
El crítico de cine Yoshua Oviedo recuerda también el valor que tuvo la cinta One Exciting Night de otro de los padres de la cinematografía: D. W. Griffith. La historia de asesinato incorporaba elementos de misterio y de parodia (incluyendo chistes racistas que en el contexto de la época eran un vehículo válido para el humor).
“Mezclar estas características no busca hacer comedia, sino que en un momento dado el argumento posibilita que me ría de la situación y se cree un distanciamiento emocional de lo que me causaría miedo”, explica Oviedo.
Después de agregar sonido a la imagen, el cine cobró otro sentido para el público y la industria. La productora Universal Pictures comenzó a hacer cine de terror inspirado en la literatura gótica, comenzando por el Drácula (1931), interpretado por Béla Lugosi.
Sin embargo, la novedad perdió fuerza y se comenzó a crear subversiones de los monstruos, mezclando sustos con personajes de la comedia, como por Abbott y Costello contra los fantasmas (1948) y otras similares.
Para las décadas de 1950 y 1960, el subgénero se había convertido en uno de los favoritos del cine clase B (películas con bajo presupuesto y, por ende, baja calidad de efectos especiales).
En 1975, The Rocky Horror Picture Show presentaba un musical que incorporaba sexo, travestismo, canibalismo y muchísimos chistes mórbidos. La cinta se mantiene hasta la fecha como una de las favoritas de culto y de los disfraces de Halloween.
El subgénero también fue nacionalizado por países distintos a Estados Unidos. En China, por ejemplo, las películas de artes marciales comenzaron a usar la comedia de terror para poner a sus héroes a luchar contra monstruos con patadas voladoras.
En México, los héroes de la comedia comenzaron a enfrentarse a sucesos sobrenaturales. Venegas ejemplifica ese fenómeno con Los fantasmas burlones (1965), en la cual Tin Tan (Germán Valdés) y Clavillazo (Antonio Espino y Mora) y el Loco Valdés (Manuel Valdés) terminaban en un enredo cómico con espíritus.
En España, el director Álex de la Iglesia fue responsable en la década de 1990 de nutrir su propio estilo de comedia de terror (la llamada comedia satánica) con el que consagró desde su primera película El día de la bestia (1995).
Aún así, todos esos años, el subgénero se mantuvo nativo al cine de menor categoría.
La trayectoria hasta la actualidad la conforman filmes (y programas de tele) que se convirtieron en éxitos inesperados o que construyeron público de culto sin tener pretensiones de hacerlo.
En el 2015, queda claro que hay comedia de terror para rato. Así que sonrían mientras gritan.
Guía básica para comenzar a disfrutar la comedia de terror
La tiendita del horror (1960)
Botánica asesina. La cinta de Roger Corman presenta a un incompetente florista comienza a cuidar de una planta a la que bautiza Audrey Junior (como homenaje a la mujer de la que está enamorado). La cinta se pone extraña cuando la planta carnívora empieza a pedir sacrificios de sangre a su dueño, peticiones que hace cantando.
The Rocky Horror Picture show (1975)
Criatura de la noche. Una pareja conservadora se pierde en una noche de tormenta y llega al castillo de un científico loco con hábitos de travestismo que ha descubierto el secreto de la vida. La noche se convierte en una noche de excesos de placer y de asesinatos hasta descubrir una trama alienígena. Favorita del culto.
Beetlejuice (1988)
Gótico americano. La cinta de Tim Burton es una comedia que se desarrolla en un exuberante mundo de terror. Una pareja de fantasmas recién fallecidos (Geena Davis y Alec Baldwin) convocan a un “bioexorcista” para ahuyentar a un matrimonio y su hija adolescente (Winona Ryder) de su casa. La ceremonia sale mal para todos.
El día de la bestia (1995)
Satánica. En esta cinta del español Álex de la Iglesia, un sacerdote vasco y un fanático del death metal se unen para llegar a la ciudad de Madrid y evitar el nacimiento del Anticristo. El sacerdote tiene la meta de cometer cuanto pecado pueda para poder canjear su alma para estar en el nacimiento y así poder detener el fin del mundo.
El desesperar de los muertos (2004)
Zombies. Shaun (Simon Pegg) lleva una vida monótona en la que todo lo que hace es ir al mismo bar y jugar videojuegos con su amigo Ed. Aburrida por su estilo de vida, su novia le termina. Sin embargo, en medio drama se desencadena un apocalipsis zombie durante el que Shaun deberá ser el héroe y, además, recuperar a la chica.
La cabaña del terror (2012)
Muerte y conspiración. Cinco estudiantes universitarios alquilan una cabaña para pasar juntos sus vacaciones hasta que comienzan a morir uno tras otro. Sin embargo, sus asesinatos no son la obra de un sanguinario psicópata sino de una operación encubierta de expertos que ha trabajado durante décadas haciendo exactamente lo mismo.