Los mejores arrendatarios son callados, aseados, amistosos, aquellos que resultan casi imperceptibles en todo el vecindario, que si llaman al casero es para desearle “feliz navidad”.
Los peores, en cambio, son los que aparecerán en cada capítulo de Inquilinos extremos .
La nueva serie del canal Infinito es como para sentarse a llorar, especialmente si usted se dedica al alquiler de propiedades. Sin embargo no deje que cunda el pánico, pues cuando uno de estos esperpentos se resiste a abandonar un apartamento, casa o lote, hay un equipo preparado para la misión más difícil en todo el barrio: echar a los malditos arrendatarios ¡echarlos y que no vuelvan!
La terna compuesta por el exmarino Todd Howard, su socio Rick Moore y su esposa Randye, se dedica a la gestión de propiedades pero además (y esto es lo que nos importa) es experta en derribar puertas para desalojar a seres despreciables que, por infortunio, habitan entre las cuatro paredes que le pertenecen a alguien más.
Véale los músculos al líder de este escuadrón. No vaya a creer que por eso la fuerza bruta es el único recurso que emplea para trabajar. En realidad, es el segundo, pues siempre hay un margen de negociación oral, aunque este sea breve.
A los ocupantes más problemáticos ya los han hecho enfrentarse a perros violentos, olores inimaginables y enredos difíciles de prever. Pero todo sea por recuperar la paz de los propietarios... pobres propietarios.
En la primera temporada de Inquilinos extremos veremos a Moore y compañía enfrentarse a arrendatarios que convirtieron una casa en una clínica clandestina de cirugía estética; en un centro de peleas ilegales o simplemente la tornaron un chiquero.
Este grupo de héroes de cada vecindario que visitan son expertos en lo que ellos llaman “justicia inmobiliaria” y, a menos que usted sea uno de sus objetivos, es imposible no solidarizarse en su lucha contra los “villanos del alquiler”.