Deschocolatada, endulzada si acaso con algún producto de esos que pretende ser azúcar pero no lo es, tirando más a un dulce light y sin gracia, bastante lejana del relleno ideal de una piñata de cumpleaños. A eso es lo que me “supo” la versión 2013 de la Cascada de chocolate.
El 27 de junio, tras ver por primera vez el remozamiento del mítico jingle ochentero, lo que menos experimenté fue una dulce sonrisa Gallito. Al contrario, con algo de dolor admito que la decepción fue aplastante. Y por lo leído y conversado en los días siguientes entiendo que no estoy solo en el sentimiento.
Para todos los que vivimos la infancia en los 80 el comercial original de Cascada de chocolate tiene un lugar especial en nuestro baúl de los recuerdos. En aquella época la Gallito era una firma enorme, bien asentada y visible en una esquina de Guadalupe (hoy ocupada por Wal-Mart) y que efectivamente nos daba a niños y dentistas muchos motivos para sonreír. Y fue en esos años sin redes sociales ni celulares que la pauta televisiva del fabricante de confites se nos incrustó, para bien, en la memoria.
Gallito fue uno de los grandes y mejores anunciantes costarricenses de los 80, con anuncios que bien podrían incorporarse a nuestro patrimonio cultural, como el del divertido chef títere al que le estallaba la cocina tratando de hacer un Morenito; el del nerd que no entendía que debía comer Teens para estar en todas; aquel en que un montón de chiquillos en típica moda de la época gozaba tras tomar Choco Loco o bien el del refrescante baldazo que le dejaban ir a una joven Marta Fonseca por probar una menta y atrapar su frescura.
Pero de todos los comerciales de la firma, el rey siempre fue Cascada de chocolate : cortito, deliciosamente reiterativo entre lo que se decía y se mostraba, con la musicalización apenas necesaria para ser irresistible. Y por eso, a pesar de que en la última década la inversión publicitaria de Gallito se diversificó y al menos para mis efectos pasó a ser imperceptible, la compañía bien podía vivir de las rentas de lo hecho tres décadas atrás.
Todo lo anterior explica la inevitable alegría de nuestra generación cuando, con bombos y platillos, Gallito volvió al prime time para decir que su activo intangible más valioso también estaba de vuelta, en una versión acorde a la actualidad. Y también por eso se comprende nuestra enorme decepción, tras ver a muchos chiquitos cantando y todo tipo de instrumentos orquestales... pero, ¿y el chocolate?
Formalmente la versión 2013 del jingle no es mala, y de hecho Gallito trató de darle el sello tico del que careció el original –producido afuera– con la participación de la orquesta Manuel María Gutiérrez y el coro Mata de Plátano. Sin embargo, fue precisamente el impulso de desmarcarse en lo visual de la versión que ya era “propiedad de todos” lo que nos dejó un mal sabor de boca, parecido a probar una barra de cacao sin azúcar.
A la luz de lo ya visto es que también se me hace excesiva la campaña de expectativa generada por Telenoticias , que por días anticipó su estreno “en exclusiva” (algo absurdo en la época de Youtube y Facebook) del anuncio, lo que finalmente hizo aquel 27 de junio con un segmento que en vez de material informativo más pareció un publirreportaje como los que ya son usuales dentro de la pauta-agenda de programas como 7 Estrellas . ¿Será que en pocas semanas veremos el desfile de anunciantes, deseosos de recibir el mismo trato, estrenando su publicidad como un contenido legítimo dentro del telenoticiario más visto del país?
La nostalgia puede ser tanto una aliada poderosa como una enemiga implacable. En el caso de Cascada de chocolate 2013 , sin dudas, lo nostálgico jugó en su contra. Como decían las abuelas: charita.