A pesar de que las redes sociales llevan más de un lustro de haber aparecido en el planeta para revolucionar todo lo que conocíamos como comunicación hasta entonces, su manejo adecuado sigue siendo todo un reto casi para cualquiera que tenga una cuenta en Facebook, Twitter, Instagram, Snapchat o cualquiera de tantas otras.
El problema, claro está, es que no existe un manual de procedimiento de lo que puede ser un “manejo adecuado”, y por eso cada quien lo administra como una suerte de vida paralela en la que, al igual que en la vida real, nadie está exento de aciertos y errores.
Las pifias y exabruptos de todo tipo en redes abundan a diario a lo largo y ancho del orbe y ese es un tema que ya hemos tocado en esta columna, pero varios casos que atañen a conocidas figuras nacionales de la televisión nos hacen volver sobre el asunto.
Acá no se trata de juzgar, pero sí de analizar y de echar pa’l saco, pues ocurre que la ligereza a la hora de usar redes sociales se ha convertido en la madre de muchos infortunios. El caso de la conocida presentadora Glenda Peraza es el más reciente y quizá, el más estrepitoso. No deja de resultar un tanto irónico que Peraza ha estado siempre al margen de casi cualquier escándalo, pues ha sido sumamente cauta y también, transparente, cuando de ventilar su vida privada se ha tratado. Sin embargo, toda una trayectoria prácticamente impecable en este sentido no la salvó de jalarse tremenda trastada al bromear durante una fiesta privada –al punto del empalago– con la insistencia de pasarse a trabajar a canal 7 mientras se encontraba trabajando interinamente en Repretel.
Por supuesto, con toda la razón las jerarquías de canal 6 tomaron cartas en el asunto de inmediato y liberaron a Peraza del compromiso laboral en esa empresa.
Sin embargo, más allá de haberse quedado sin trabajo en la televisión, al menos por el momento, creemos que el precio más alto que ha pagado Peraza por la inmadurez de su accionar ha sido con buena parte de sus miles de seguidores en redes, quienes lejos de plegarse en apoyo a la conductora, manifestaron su reprimenda por lo que consideraron una conducta totalmente inapropiada.
Después del incidente, Glenda acopió serenidad y prudencia y, sin minimizar los hechos, aceptó las críticas –incluso, en un gesto muy valiente de su parte, las que iban en términos groseros– y solo pidió que excluyeran al resto de sus seres queridos de todo el problema, pues la cosa era con ella.
La pregunta del millón... ¿qué se iba a imaginar Glenda al amanecer de aquel jueves, al parecer un jueves cualquiera, que solo 24 horas después iba a ser la comidilla de medio país por cuenta de un post suyo en Facebook?
Con algo parecido tuvo que apechugar semanas atrás el locutor y comediante de stand up comedy , Renzo Rímolo, al subir un video que una gran mayoría consideró ofensivo para las personas con discapacidades. Al igual que Peraza, Rímolo le puso pecho al error y ofreció disculpas, no sin antes reconocer, en entrevista con La Nación , que su torpeza le había granjeado uno de los episodios más duros de su vida, tal fue la virulenta reacción masiva en su contra.
En otra arista sobre el tema tenemos al popular presentador Bernardo Choché Romano, quien al día de hoy prácticamente usa las redes sociales para exponer su vida como un particular reality show .
A pesar de que Choché expone gran parte de su intimidad, la gran mayoría de lo que comparte termina en convertirse en crítica o burla a sí mismo, de manera que tiene nada o muy poco qué perder. Romano ha desarrollado la habilidad de convertirse en un entertainer al que muchos seguimos porque, un día sí y otro también, el desparpajo del colochudo regordete nos divierte y nos aliviana, pues es muy cómodo entrar en sintonía con alguien tan auténtico a quien, al parecer, le tiene cero temor al ridículo. Sin embargo, y aparte de un videíllo medio íntimo que circuló por ahí hace años, Romano parece haber encontrado el tono correcto para ser intenso sin pasarse de provocador. Todo un arte que al menos, al día de hoy, el inquieto presentador ha manejado muy bien.
En síntesis, todos debemos pensar y repensar lo que vamos a compartir a los cuatro vientos. Y en estas estábamos, cerrando el tema, cuando nos llegó un último caso que no pasó a mucho, pero que le hace eco al título de esta nota: “Pienso, luego posteo ”.
Y es que este miércoles el diputado Fabricio Alvarado, de Renovación Costarricense, se echó tremenda perorata en Facebook asegurando (palabras más, palabras menos) que él iba a hacer todo lo posible porque el país no le volviera a girar plata a la CIDH porque esta organización había perdido su razón de ser y ahora respondía a intereses particulares. El problemita fue que Alvarado confundió a la Corte Internacional de Derechos Humanos (CIDH), que ve los casos de lesa humanidad, con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que ve los casos de fecundación in vitro, FIV.
Estos pellizcados Topos nos percatamos del patinazo en el momento, solo que a la hora de reproducir el pantallazo nos encontramos con que el diputado ya lo había borrado.
Tuvimos acceso al preestreno de Sueño de una noche de verano de William Shakespeare, una obra de fantasía que contará con precios especiales para promover la asistencia de colegiales, aunque por lo que vimos promete tanto que todo el que pueda debería hacer el esfuerzo e ir a disfrutarla. Detallito aparte es que entre los personajes principales están Pablo Rodríguez, quien sale descamisado mostrando tremendos y bronceados pectorales y abdominales durante toda la obra, así como Rocío Carranza, quien nos tuvo inquietos con el largo vestido con una abertura hasta la cadera. El trasfondo de la obra, por supuesto, es lo importante. Pero fue imposible no reparar en ese par de taquitos de ojo.
Cerramos con una sentida felicitación al afamado publicista (y buenísima persona, hay que decirlo) Marcos Blanco, quien celebró su cumpleaños número 55 el pasado 18 de mayo y tiró la casa por la ventana en un fiestón en su bar, El 13, dos días después. De verdad que cada cumpleaños de Marquito se vuelve más y más épico, pues él logra conjuntar a amigos de los más diversos gremios y ya en el pachangón todo el mundo se divierte como si no hubiera un mañana. Entre las muchas caras conocidas que vimos aquella noche estuvo el expresidente José María Figueres, quien departió con parte de la concurrencia como un parroquiano más.