Al hablar, prefirió ir pausado. Su ropa aún mostraba algo de humedad, luego de un intenso ensayo junto a la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN).
En cada una de las palabras del pianista Alexander Korsantia (48 años), fue sencillo notar la pasión que vibra en su interior, cuando tiene la oportunidad de tocar el Concierto para piano y orquesta N°. 2, del compositor Serguéi Rajmáninov.
Esa experiencia la volverá a compartir con el público hoy, a las 8 p. m. y el domingo, a las 10:30 a. m., en el Teatro Nacional .
Razones para estar entusiasmado por tocar esta composición tiene muchas. Él está convencido que este concierto es tan hermoso que fácilmente se convierte en el favorito de cualquiera que lo escuche.
“No importa edad, sexo, dónde nació, es imposible que una persona no ame este concierto apenas lo escuche”, aseguró sonriente el músico nacido en Georgia, Europa.
En una de las aulas del Centro Nacional de la Música, sede de la OSN, en Moravia, el artista confesó que cuando está frente al piano interpretando este concierto, siente que la música le hace abrir los ojos y ver lo bello que es aún este mundo.
“Es una composición de un genio del piano, por eso cada persona siempre experimenta algo, la música lo hace recordar algo: una alusión a su juventud, la primera vez que probaron algo muy rico, su primer amor. Es algo muy personal”, añadió con emoción.
Aunque para Korsantia no es vital saber exactamente cuántas veces interpretó esta composición, afirma que han sido unas 70 ocasiones. De lo que sí está muy claro es que ya sea en Asia o en América, en Israel o en Costa Rica, el segundo concierto para piano de Rajmáninov es un éxito.
Apasionado. Con el fin de no defraudar al público, sigue regalando en cada actuación ese amor profundo que experimenta por esta obra. Su objetivo es transmitir esas sensaciones y pasión al público; de no lograrlo, no tocaría esta composición.
Luego de más de medio centenar de interpretaciones, siente que tocar el concierto del compositor ruso es y no es, a la vez, complejo para él. No es difícil porque conoce de memoria la pieza; sin embargo, también explicó que lo complejo de dar vida a esta joya de la literatura para el piano es que la compuso alguien que tuvo profundo conocimiento del instrumento, lo cual eleva la complejidad de la obra.
Recalcó que se requiere transmitir la belleza y profundidad que le impregnó Rajmáninov.
Este concierto tiene la forma tradicional de tres movimientos o secciones. El autor lo compuso entre 1900 y 1901, al superar una depresión a causa de las críticas a su trabajo.
Según el georgiano, otro factor se sumó, en aquella época, a la mejoría del autor. Rajmáninov tuvo un amorío con la hija de su doctor. La suma de su recuperación y ese enamoramiento (siendo alguien casado) le dieron la fuerza creativa necesaria para dar vida a un concierto sin igual.
Luego de varios ensayos con la Sinfónica, al mando de su director emérito Irwin Hoffman , Korsantia detalló que encontró una orquesta con muy buenas cualidades como notoria madurez, un sonido grande y profundo.
Como parte de la presentación de la OSN, también se interpretarán Ruslán y Ludmila , de Mijaíl Glinka y la Sinfonía N°. 9 en mi menor , op. 95, de Antonín Dvorak.
Tras esta visita al país, el solista espera regresar en un futuro cercano a disfrutar de las bellezas que hay en Costa Rica, país que lo sorprendió positivamente con su naturaleza y su gente.