El cubano Santiago Feliú, quien falleció este miércoles en Cuba a los 51 años, fue uno de los grandes músicos que, con su huella hippie y su visión desgarrada de la vida, marcó la “nueva trova cubana”.
La inesperada muerte de Feliú, víctima de un infarto, consternó al mundo cultural, en el que era una especie de autor de culto que no creía en la fama y ofrecía espaciados conciertos a un público fiel que lo llamaba Santi, El Eléctrico o Santiaguito.
Medios cubanos informaron de que el cuerpo de Feliú será incinerado. Asimismo, añadieron que un grupo de trovadores cubanos se reunirá en la sede del Instituto Cubano de la Música en La Habana con el fin de rendirle tributo.
Recorrido. Feliú nació en La Habana, Cuba, el 29 de marzo de 1962.
Desde muy pequeño aprendió a tocar la guitarra con la zurda, un detalle que marcaría en el futuro su estilo sobre los escenarios. En la adolescencia, decidió dejar la escuela para dedicarse a la música.
Sus composiciones, con una poderosa carga lírica e influencias del rock y de la trova tradicional cubana, irrumpieron a finales de la década de los años 70 como parte de lo que se llamaría la segunda generación de la “nueva trova”.
Feliú conformó un grupo junto a otros músicos como Carlos Varela, Gerardo Alfonso y Frank Delgado. Se distinguió por una obra que combinó el absoluto lirismo con textos más severos y sobrios sobre el amor, los problemas sociales o la política.
Sus composiciones, desde la rabia y el compromiso, se resumen en 11 discos grabados en estudio y en vivo. Destacan Vida (1986), con el que debutó; Náuseas de Fin de Siglo (1991); Ansias del Alba (1997); Sin Julieta (2002) y Ay la vida (2010), su última producción.
Lo lloran aquí. La muerte del cantautor conmovió al gremio de trovadores y músicos nacionales. El músico Jaime Gamboa dijo que era una pérdida muy lamentable porque había sido uno de los cantautores más importantes de la trova latinoamericana de los últimos 25 años.
“Fue el heredero de una tradición muy importante y logró llevar a un nuevo nivel la poesía y las armonías”, afirmó Gamboa, quien dijo haberle sorprendido cómo, a pesar de ser tartamudo, lograba expresarse con “una claridad increíble” al cantar.
Similar criterio manifestó el argentino-costarricense Adrián Goizueta, quien recordó que Feliú fue uno de los grandes intérpretes de la “nueva trova cubana”.
“Es una pérdida muy sensible porque era un gran poeta y un gran guitarrista, además de innovador”, dijo el músico, quien lo conoció personalmente y con quien tocó en varias ocasiones.
Para Humberto Vargas, la importancia y limpieza de una guitarra bien tocada en la canción, que en su época no era una prioridad, fue el principal legado que dejó su música, cargada de líricas muy melancólicas.
“Es muy fuerte para la industria porque es uno de más de los de la última generación que se va”, comentó Patricia Zamora, productora de conciertos de trova y directora de Radio Monteverde.
Si bien no lo conoció personalmente, las referencias que tenía de quienes sí compartieron con él muestran que “era una persona humana, autodidacta y auténtica”.