Al escuchar los álbumes del trío de Rotem Sivan , si se pone mucha atención, se oyen los murmullos de una conversación entre las notas incesantes del jazz . Son charlas entre amigos en las que se revela lo más íntimo.
El guitarrista israelí, residente en Nueva York, se presentará en Costa Rica el lunes 19 y el martes 20 en El Sótano (barrio Amón) y, el viernes 23, en Goathouse 169, en Uvita. Las entradas para cada noche valen ¢5.000 o $10.
Se presentará con el bajista del trío, Haggai Cohen Milo, y con el baterista tico Rodolfo Zúñiga, con quien ha tocado algunas veces en Estados Unidos. Es la primera vez que el guitarrista tocará en el país.
“De la manera en que la veo, la música es una situación en la cual compartes algo muy privado e íntimo con las personas”, describe Sivan. “Espero que esa noción de cercanía pueda ser transmitida a las personas y sientan algo, que expandan algo la forma en la cual sienten las cosas para crear cosas buenas en este mundo”, aspira.
Proceso. En los dos álbumes del trío, Enchanted Sun (2013) y For Emotional Use Only (2014) se siente una interacción cálida y respetuosa entre los músicos: una corriente de energía suave y sostenida por medio de la cual exhiben sus notorios dotes como instrumentistas.
No en vano, For Emotional Use Only fue grabado casi como una presentación en vivo . “Hay algo en la música que es muy poderoso. Las palabras pueden transmitir mucha información, pero la realidad está en alguna parte entre las palabras. Para mí, de eso se trata la música: de reducir esa brecha”, considera Sivan.
Nacido en Haifa, Israel, Sivan reside desde el 2008 en Nueva York, donde completó sus estudios y se ha convertido en una de las figuras ascendentes de la escena local . En el 2009, ganó un premio en el Festival de Jazz de Montreux, Suiza.
“Él obtiene un tipo de lenguaje privado de la duda y el comentario dirigido a lo interno. Es el tipo de cosa que te hace escuchar más atentamente”, reseñó el crítico del New York Times Ben Ratliff.
En Costa Rica, Sivan espera explorar distintos matices de sus propias composiciones y de lo que surja: como sucede en el jazz , cada concierto es una nueva conversación.
“Cuando grabamos un álbum, básicamente se trata de fotografías del momento en el que nos encontrábamos. Es la forma en la que veía las cosas en ese momento, la forma en la que las escuchaba”, explica.
En estas cálidas y flexibles composiciones, lo que buscaba era una sensación de lo inmediato, lo presente: “amistad, amor, la conexión entre las personas”.
Sivan acepta que, en el presente, es difícil prestar tal atención a lo pasajero. “Estar allí en el momento en el que esto está sucediendo es duro”, acepta. Para eso toca: “Me gusta tocar mi música y compartir mis ideas con nuevas audiencias”.