Con gran seguridad y entusiasmo Sofía Soto, de siete años, le dijo ayer a la profesora Karina Varela que quería estudiar bajo; luego realizó la prueba que evaluaría si tiene lo necesario para ingresar al Instituto Nacional de la Música.
Al igual que Sofía Soto, ayer cientos de niños y sus padres acudieron a las instalaciones del Instituto, para buscar un cupo en el programa juvenil de la Orquesta Sinfónica Nacional.
Quienes aprueben, comenzarán sus estudios de música en el 2011 y, de continuar, en algunos años serán quienes integren las filas de las orquestas y bandas de concierto del país.
Las pruebas evalúan tres campos en los menores: oído melódico, sentido rítmico y coordinación, elementos fundamentales para la formación musical. Aunque puede sonar complejo, al final de las pruebas la mayoría de los menores salían con sonrisas de tranquilidad, en busca de sus padres.
“¡Me encanta la música!, me gusta mucho la flauta y el bajo. La prueba estaba muy fácil”, aseguró Sofía Soto, al salir de su prueba.
Junto a los menores estaban sus padres, quizás igual o más entusiasmados que sus retoños. Fernando Villalobos, de Guadalupe de San José, asistió con sus dos hijas: Rachel, de 10 años y Marie Sofía, de 8 años. La motivación de Villalobos es que sus hijas tengan la oportunidad de optar por una educación musical, que les dé una mayor visión del mundo.
El caso de Blanca Rodríguez, de Heredia, es igual al de muchas madres que asistieron. Ella nota que su hijo siente gran entusiasmo por la música y desea que la prueba le confirme su idea.
Luego de este proceso de tres días, se seleccionarán unos 200 menores, que comenzarán clases de lectura musical, apreciación musical y flauta dulce durante un año. Luego de ese tiempo, tendrán que escoger su instrumento: violín, flauta, etc.
Según Arend Vargas, del Instituto, este año cambiaron las fechas de las pruebas, lo que explica por qué ayer la asistencia fue un poco menor a los años anteriores.