Hubo un tiempo en que España y América Latina sonaban a zarzuela siempre. De ese vasto legado, aunque no se representa con tanta frecuencia hoy, permanece música brillante, divertida y apasionada. Lo mejor de la zarzuela , concierto especial de la Orquesta Sinfónica Nacional , la celebrará en tres fechas.
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El destacado director español Carlos Aransay , maestro del coro operístico y fundador del London Lyric Chorus, estará en la batuta. “Es una selección de zarzuelas bastante variopinta, pero también muy completa, porque hay tanto lo serio como lo cómico. Eso es parte de lo atractivo y también de lo difícil del programa”, comentó Aransay, quien ensaya con la Sinfónica desde esta semana.
Más de 100 músicos se reunirán en escena para esta celebración del género nacido en España, pues a la orquesta se le sumará el Coro de la Compañía Lírica Nacional, recién formado en abril; la guitarrista Nuria Zúñiga y el mandolinista Esteban Chavarría. Las citas serán hoy y mañana, a las 8 p. m., y el domingo, a las 10:30 a. m. La entrada vale ¢10.000 en todas las localidades (50% de descuento para estudiantes y ciudadanos de oro).
Los tres cantantes invitados a interpretar romanzas de Doña Francisquita , Luisa Fernanda y La leyenda del beso , entre otras zarzuelas, son el tenor peruano Juan Antonio de Dompablo , la soprano cubana Bárbara Llanes y el barítono costarricense Fitzgerald Ramos .
Tradición. “Zarzuelas hay como unas 12.000 y se manejarán unas 40 o 50, puede que hasta 100. Sin embargo, hay títulos para todos los gustos”, dice Aransay. Así, aunque su historia es rica, se ha reducido la cantidad de presentaciones en nuestros países, aunque suelen ser exitosas con el público. “Muchas veces el problema de la zarzuela es que no se hace con calidad. Los cuerpos profesionales no le prestan la atención que se merece. Pienso que no le damos la seriedad que merece y anteponemos géneros extranjeros a los hispanos”, lamenta Aransay.
Para músicos como Juan Antonio de Dompablo, no obstante, han estado allí siempre. Su padre, del mismo nombre, giró por América con este género. “Las compañías llegaban a Lima a hacer una temporada de dos meses y se quedaban cuatro. Hacían tres o cuatro funciones por día. En esa época era como ir a un concierto de Juanes o Shakira”, compara.
Acostumbrado a saltar entre géneros (su último disco va del pop al bolero y a la ópera), celebra la cualidad expresiva de la zarzuela. “Tienen cosas que, al escucharlas, las sentimos como nuestras”, opina el tenor.
En cada país latino, tomó acentos propios, como en Cuba (en el concierto escucharemos música de Cecilia Valdés , de Ernesto Lecuona, entre otras).
“Es una obra que, desgraciadamente, por no estar editada, no se puede hacer más, pero es una obra que además de reunir toda la riqueza cultural, la riqueza musical de la creación cubana, tiene eso de que los personajes van narrando sus sentimientos, frustraciones y alegrías desde la música”, explica la soprano.
“Lo importante en esta antología es que tiene zarzuelas que nunca se han tocado aquí”, añade Fitzgerald Ramos. El tico señala que tras la Guerra Civil española empezó a verse la zarzuela de forma peyorativa, pero que esa reputación es inmerecida. “No se le ve la importancia, sin darse cuenta de que muchas veces, por la tesitura y lo que le pide al cantante, puede ser más difícil que muchas óperas”, agrega.
Incluso para otro tipo de músicos, este repertorio suma oportunidades para explorar otros sonidos. ‘La influencia española que tiene la guitarra hace que uno se sienta emocionado cuando a uno lo convocan. Es un lenguaje totalmente amigable con nuestro instrumento. La guitarra muy pocos espacios para tocar con la OSN o con orquestas sinfónicas’, comenta la guitarrista Nuria Zúñiga, quien asumirá la dirección de la Escuela de Artes Musicales de la Universidad Nacional este mes.
La mandolina, que tocará Esteban Chavarría, no figura con frecuencia en programas musicales. ‘Hay personas que la tocan, pero quizás no ha profundizado mucho. A un luthier le tuvimos que pedir hacer mandolinas porque no se encuentran en el mercado. Se puede jugar dentro de muchos matices. Crea un color totalmente diferente; dentro de la orquesta, mandolina y violín, juegan el mismo sentido melódico, pero con el color cambia un poco’, explicó.