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A ustin, Texas. “¡Jesús salva!”, gritaba desgalillado un extremista cristiano en las afueras del Austin City Limits (ACL). Sin embargo, y quizá para su pesar, cuando aquella masa de miles de personas pasaba a su lado poca atención le prestaba: ya todos habían tenido su experiencia espiritual aquella tarde.
En su día inaugural, ayer, la décima edición del prestigioso festival texano de música no defraudó a las masas sedientas de buena vibra, en una jornada en la que un sol esplendoroso tostó a todos los que concurrieron al espacioso parque Zilker, en el centro de la ciudad capital del estado vaquero.
El predicador, megáfono en mano, se apostó en el puente por el que todos los asistentes deben pasar para cruzar el arco que da la bienvenida al ACL. El señor daba su prédica sin importar que a la distancia aún resonaran las notas de The Black Keys, que fue el grupo estelar de este viernes.
Desde el mediodía, el césped del Zilker acogió a decenas de miles de personas, venidas de todas partes del mundo, para repartirse frente a los ocho escenarios del ACL, por el que pasaron desde noveles actos de la escena independiente hasta consagrados del rock alternativo. Y si bien la música costarricense se presentará hasta hoy sábado, el espíritu tico estuvo muy presente todo el día... en forma de lata.
Fiesta de la música. El centro de Austin vio desde temprano el desfile de fiebres. Grupos de amigos, padres con sus hijos (incluso con bebés de brazos), hippies veteranos, adolescentes felices: el ACL se abrió ayer a todas las edades y gustos.
Con tanto acto disputando la atención, la gente debe tomar decisiones, algunas muy difíciles: ver a su artista favorito bien puede implicar sacrificar a otro igual de bueno. Escoger, por ejemplo, entre Jovanotti, Lance Herbstrong, The Afghan Whigs y Tegan & Sara es una ingratitud.
Quienes optaron por la última opción acertaron, pues el dúo femenino dio una de las presentaciones más emotivas de la soleada tarde. Sin mucho mate, solo con voces, guitarras y una sobria banda de acompañamiento, las dos canadienses conmovieron, en especial a las mujeres.
A una distancia que bien podía ser de más de 500 metros, los nostálgicos de la década de los noventa se dieron un gustazo con Weezer. La banda más nerd de todos los tiempos repasó clásico tras clásico, con su líder Rivers Cuomo enfrascado en lucha directa con el grado máximo de distorsión que el pop puede aguantar.
Dado que aquí el sol se pone tarde, prácticamente toda la fecha se desarrolló con luz natural. Para la noche solo quedaron los maravillosos franceses de M83 y los Black Keys, quienes seguían dándole al cierre de esta crónica.
Hoy será finalmente, en la tarima Zilker (la única techada del festival), la presentación de la banda tica Sonámbulo Psicotropical, cuyos integrantes hoy se dieron el gusto de confundirse con la concurrencia y disfrutar de la música de otros, tras una mañana cargada de compromisos, incluida una presentación para la prensa local. nota aparte
Sin embargo, esta situación no impidió que desde hoy se empezará a hablar, y mucho, de Costa Rica en el festival, debido a que la cerveza Imperial es una de las de mayor venta en los puestos autorizados (no es cuento, los recipientes de reciclaje de aluminio en el lugar más parecían una visión de Palmares o Zapote).
De hecho, acá la autoproclamada cerveza de Costa Rica se da taco a taco con marcas de alcance mundial, al punto de que se vende al mismo precio que aquellas, a “solo” $7 la lata.