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S on las 10 p. m. del sábado. En las calles de Curime, Nicoya, no hay más que postes iluminando caminos lavados por un enorme aguacero, que recluyó al pueblo en sus casas durante la tarde.
Por la noche, Nicoya cambió porque la comunidad tenía una cita a la que no podía faltar: un baile nada menos que con la Marimba Orquesta Maribel, uno de los íconos de la música guanacasteca.
Con más de 50 años de historia, este colectivo comenzó cuando Juvenal “Cholo” Obando fundó la Marimba de los Hermanos Chema. Sin embargo, con el nacimiento de la primera hija de uno de los integrantes, pasó a llamarse Marimba Orquesta Maribel.
En la pampa y más allá, la agrupación integrada por profesores de música, comerciantes, taxistas, alfareros y agricultores, es famosa por incluir dos marimbas en el conjunto, algo que, en sus inicios, fue completamente revolucionario y atractivo para los guanacastecos.
La fórmula resultó ser un éxito: cuatro generaciones de músicos han pasado por la orquesta, más de 150 piezas forman parte del repertorio de la agrupación y por semana, según la temporada, llegan a dar hasta cuatro presentaciones. Como si fuera poco, su labor fue reconocida en 1997, cuando el grupo fue declarado de interés cultural.
Sin pena, Luis Gerardo Vega, quien tiene 43 años de estar en la Maribel, asegura que no es de extrañar que los salones de baile estén a reventar en sus conciertos y que tienen fanáticos que los siguen a todo lado: desde su natal Santa Barbara de Santa Cruz, hasta el fronterizo cantón de La Cruz.
El salón comunal de Curime ilustra a la perfección las palabras del veterano marimbero.
El visitante se encuentra con parqueo lleno, un pequeño congestionamiento vial en las afueras, cuidacarros y hasta los tradicionales grupos de amigos que se quedan fuera del sitio de la presentación para poder escuchar sin pagar.
Sin solicitarlo, aquel bailongo parecía poseer código de vestimenta: las guanacastecas cambiaron sus sandalias por tacones, vestidos y brillo en los labios; ellos llegan zapatillas brillantes, camisas perfectamente almidonadas.
En sus manos, cada pareja que entraba al salón llevaba un par de pañitos. En Guanacaste, hay que batallar con el calor, así que una pequeña toalla es indispensable para secar el sudor y, de paso, abanicarse cuando el ambiente comienza a arder.
En un extremo del salón La Maribel arma el bailongo. Entre las notas de Perfume de gardenias y Jugo de piña, lanzan sus tradicionales saludos a los presentes.
“Damos la bienvenida al doctor Briones y su señora esposa que nos acompañan esta noche”, “Verónica, nos dicen que hoy es tu cumpleaños y esta ( Más que tu amigo , de Marco Antonio Solís) es la canción que nos pediste”, manifestó Julián Gerardo Hernández, uno de los cantantes de la agrupación.
Al fondo, como respuesta, le lanzan un ¡güipipía!
“La Maribel es una institución nuestra; con ella, bailamos todos: desde los jóvenes hasta los viejitos”, aseguró Juan Pablo Múñoz, quien, junto a su esposa Carmen Ruiz, asiste a los bailes de la orquesta desde antes de casarse.
“Tenemos 47 años de casados; si Dios quiere, cuando cumplamos 50, hacemos un baile con ellos para celebrar”, comentó , ilusionada, doña Carmen, a quien le fascina como tocan Palabras de mujer .
Para los seguidores del grupo, los bailes con la Maribel son elegantes y hasta emocionantes porque no es lo mismo bailar una cumbia sencilla, que una que tenga el adorado sonido de la marimba que ellos tanto aman.
“Para venir a bailar con la Maribel, hay que ser un buen bailarín porque cualquiera puede bailar con una discomóvil, pero hacerlo con un conjunto es otra cosa; aquí vienen solamente los que son verdaderos bailarines”, dijo Francisco Ortiz, vecino de Nicoya. Él llegó con cuatro amigos más a tan movido acontecimiento.
La Maribel llegará este año a sus 58 años ¿Cuánto vida más le quedará? No se sabe.
“Ay muchacha, yo eso de retirarme, ni lo pienso. Aquí estaremos hasta que el cuerpo nos lo permita”, aseguró Luis Gerardo Vega.