Las dos palabras se oyeron claras, firmes (aunque recatadas): “Te amo”. La declaración sorprendió a Joan Manuel Serrat, quien se quedó quieto, mas solo por un momento...
Él sonrió, agradeció el gesto, resaltó el recato y le hizo ver a la admiradora que ella podía conseguir alguien mejor.
Apenas empezaba el primero de sus dos recitales (ayer miércoles fue el último) en Costa Rica, cuando el clic entre tribuna y escenario quedó establecido: iba a ser una fiesta.
El pasado martes 27, Serrat y sus seguidores fueron cómplices en la música, un pacto hecho desde antes de que el músico catalán apareciera sobre el escenario del Melico Salazar, a las 8:15 p. m.
¿Desde hace cuánto tienen ese trato? Cada quien es cada cual; pero en la audiencia era fácil adivinar fans de larga data con jóvenes aficionados.
Ambas presentaciones en el país del Nano son parte de la gira Antología desordenada , con la cual celebra 50 años de vida artística. Existe un disco homónimo que completa el festejo.
LEA: Cuatro veces Serrat, para festejar 50 años de trovador
“Esto es un acto de supervivencia”, aseguró sonriente.
Lo cierto es que el público aplaude el que se haya decidido a cantar en público, así como el que mantenga su vigencia.
Un Melico repleto lo testimonió de esa manera, a pesar del aguacero al estilo juicio final que cayó la tarde del concierto.
“Siempre es bueno volver a Costa Rica... Aunque la puta lluvia te obligue a quedarte en la casa”, manifestó, entre divertido y resignado, hacia el final de su presentación.
La última vez que Serrat estuvo sobre un escenario costarricense fue en el Estadio Saprissa, en noviembre del 2012, en compañía de su amigo Joaquín Sabina, como parte de la gira Dos pájaros de un tiro.
Repertorio. En total, fueron 18 canciones –más dos por cada uno de los dos bises– que cubrieron una extensa y rica trayectoria de cinco décadas.
Un desperfecto mecánico, según dijo, quiso oficiar de aguafiestas, ya que obligó a suspender el concierto por espacio de 13 minutos, a las 9 p. m.
Ofreció las disculpas del caso, se retiró, junto con sus músicos, y al volver retomó el hilo del asunto con gracia, ingenio y experiencia (más que nada) y acá no había pasado nada: todo siguió sobre ruedas y todos contentos. Como era una cita entre amigos, se entendieron.
LEA: "Si el ser humano fuera más confiable, sería más plura". Serrat con La Nación
Eso sí, la “contentera” de la audiencia subió sus decibeles cuando llegaron las canciones básicas del repertorio serratistas .
Las peticiones desde todos los rincones del teatro llenaron los oídos del Nano, quien sonreía.
Con la despedida encima, el trovador dijo que tenía la sensación de que iba a cumplir las desgalilladas peticiones.
Mediterráneo, Romance de Curro, el Palmo (conmovedora como pocas), Hoy puede ser un gran día, Aquellas pequeñas cosas (la melancolía en una pequeña dosis) y Cantares (coreada de pie) yPenélope (en una versión acústica) nos llevaron al cierre.
Entonces, vino Fiesta, el alegrísimo y tradicional cierre de sus recitales.
Se acabó, Serrat nos dijo que llegó el final y por esa noche su público salió con una certeza: esta música es para siempre.