Def Leppard estaba en problemas. Su disco Hysteria llevaba ya casi un año en los anaqueles y, si bien la venta no era despreciable (3 millones de copias), aún estaba lejos de los números necesarios para pagar la grabación más costosa que se había hecho en el Reino Unido. Por fortuna, la ayuda, literalmente, llegó colgada de tubos metálicos.
Pour Some Sugar on Me, cuarto sencillo en extraerse del álbum, se tornó en la pieza predilecta de las bailarinas exóticas. “Todo empezó porque las strippers en Florida pedían la canción en las emisoras de radio locales, pues la usaban en sus bailes”, recordó entre risas el guitarrista Phil Collen, en una entrevista de hace unos años con la revista Guitar World .
Corría el mes de abril de 1988 y, de un día al otro, el mundo estaba a punto de caer rendido a los pies de Def Leppard. Lo que empezó en los nightclubs de Florida se extendió rápido a las radioemisoras y tiendas de discos de todo el mundo. De la mano de la irresistible Pour Some Sugar on Me , el disco Hysteria se encaminó a los primeros lugares de ventas de Estados Unidos y la Inglaterra natal de la banda, así como otras tantas decenas de mercados. Y pensar que la canción estuvo a punto de no entrar en el disco.
Si bien la hecatombe Def Leppard se dio en 1988, fue un año antes que Hysteria vio la luz. Esta semana –el 3 de agosto, para ser precisos– se conmemoraron los 30 años del lanzamiento de un disco que costó sangre, sudor y lágrimas; uno que bajo toda lógica bien pudo no haber existido... ¿o es que acaso alguna otra banda sabe lo que es grabar su mejor álbum justo después de que el baterista perdiese un brazo en un accidente?
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Lo pop y lo heavy
Cuando Def Leppard se tornó un nombre común, a inicios de la década de los 80, su música cumplía con los cánones del heavy metal más comercial: fuertes y distorcionadas guitarras, estructuras sencillas, un cantante líder. Sin embargo, también había algo más: un coqueteo descarado con el pop.
La banda –formada en 1977 en la localidad inglesa de Sheffield– logró excelentes resultados con sencillos como Bringin’ On the Heartbreak, Photograph, Rock of Ages y Foolin’ , todos hechos de la mano del productor Robert Mutt Lange. Aquellos eran temas ya pensados en función de las radios estadounidenses y del naciente MTV, que adoptó a Def Leppard como una de sus primeras agrupaciones de rock pesado.
Con un nombre ya forjado y su álbum, Pyromania (1983) vendiendo de lo lindo, el quinteto –conformado por el vocalista Joe Elliott, el bajista Rick Savage, el baterista Rick Allen y los guitarristas Phil Collen y Steve Clark– se enfocó pronto en grabar un nuevo álbum para no perder su momento. Entonces ni ellos ni el mundo imaginarían que el parto tomaría más de tres dolorosos años.
Primero vino la dificultad de encontrar un productor, pues el cotizado Mutt estaba ocupado con otros artistas. El grupo lo intentó con Jim Steinman, quien venía precedido del tremendo trabajo que había logrado con Meat Loaf, pero no hubo química. El proceso no avanzaba y la presión crecía.
El 31 de diciembre de 1984 todo se derrumbó. Ese día, el baterista Allen se estrelló contra un muro de piedra mientras conducía su Corvette; producto del accidente, los médicos debieron amputarle el brazo izquierdo.
El aparente dilema de seguir o no con un baterista discapacitado no fue tal, pues Allen la tenía clara: no iba a tirar la toalla. El músico –que enfrentaba dificultades para cumplir tareas ordinarias como amarrarse los cordones de los zapatos, partir un trozo de pan o incluso mantener el equilibrio– se obligó a tocar la batería con solo un brazo, adaptándola con componentes electrónicos que le permitiesen suplir la extremidad perdida.
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Su proceso de recuperación permitió que Mutt Lange estuviese de nuevo disponible y ahí todas las piezas empezaron a caer en su lugar. El productor tenía una meta clara que la banda compartía: grabar el equivalente rock del Thriller de Michael Jackson, un disco en el que todas las canciones tuviesen potencial de ser número uno, que estuviese al alcance de cualquier audiencia.
El trabajo en el estudio fue demencial, por decir poco. Mutt empujó a los músicos a extremos de meticulosidad inéditos, obligándolos a grabar la misma parte decenas de veces con tal de llegarle al sonido justo. Además, el productor echó mano de nuevas herramientas tecnológicas e hizo todos los trucos posibles en la consola. El característico juego de voces y coros que hoy son sinónimo de Def Leppard mucho se debe a las capas de grabaciones que Mutt juntaba al hacer las mezclas.
La influencia electrónica en el disco es notoria, incluso más allá de la batería. Elliott ha sido claro en que ellos querían trasladar al rock la esencia que se desprendía de los discos de Frankie Goes to Hollywood, Kate Bush, The Human League y Depeche Mode.
El Hysteria resultó ser el más pop de los discos de metal, justo y como estaba previsto. Es un álbum de contenido ligero, que no lidia con temáticas serias, y que encierra todo el maravilloso desenfado del glam/hair metal que dominó al rock de la segunda mitad de los 80. A la fecha, no hay un baile para egresados de aquella década que esté completo sin uno de los siete (¡siete!) sencillos extraídos del disco.
Las cifras de cuánto costó la grabación varían según la fuente, pero Collen y Elliott han admitido que debían vender al menos cuatro millones de unidades para quedar tablas con el dinero que les adelantó la disquera. El álbum salió a la calle y sus ventas no estaban acorde a las expectativas, pese a que canciones como Animal, Women e Hysteria sonaban en la radio.
Fue hasta casi un año después, una vez que el mundo escuchó a Joe pedir que le pusieran un poco de azúcar encima, que la máquina de los billetes se desbocó. Al final, Hysteria colocó más de 20 millones de copias, suficiente no solo para cubrir deudas, sino para asegurar los futuros de todos sus autores.
El título del disco fue idea de Allen, en alusión a la histeria mediática generada a partir de su accidente. No sabía entonces el baterista que aquella palabra sería profética: hay histeria (de la buena) garantizada cada vez que alguien le da play .
Mutt Lange: el mago detrás del sonido único de Hysteria
Al repasar el historial de Robert John Mutt Lange, cualquier consumidor moderado del rock debería caer en rodillas y agradecerle: el buen gusto musical le debe mucho a este sudafricano.
Cuando Mutt empezó a trabajar como productor de las grabaciones de Def Leppard, a inicios de la década de los 80, sus atestados ya eran inapelables: la inmortalidad le había llegado al producir los álbumes Highway to Hell (1979) y Back in Black (1980) de AC/DC. El segundo se sostiene aún hoy como el segundo disco más vendido de la historia, solo superado por el Thriller , de Michael Jackson.
Lange ayudó a cimentar el mito de los Leppard con los discos High ‘N’ Dry (1981) y Pyromania (1983), y luego los catapultó a la dominación planetaria con Hysteria , grabación en la que figura como coautor de todos los temas.
Sus créditos de producción también se extienden a otros discos memorables como 4 , de Foreigner; Heartbeat City, de The Cars; Tear Down These Walls , de Billy Ocean; Waking Up the Neighbours , de Bryan Adams; In Blue , de The Corrs; Hands All Over , de Maroon 5, y Drones , de Muse.
Como si lo logrado con AC/DC y Def Leppard no fuese ya suficiente, la música siempre le reconocerá a Lange el haber tenido el tino de ponerle atención, en los 90, a una artista canadiense de country .
El interés que el productor desarrolló por la entonces no muy conocida Shania Twain fue tal que, sin conocerla, se puso en contacto con ella y empezaron a intercambiar ideas artísticas. De aquellos diálogos telefónicos nació una relación que se extendió a un matrimonio y tres álbumes arrolladores: The Woman in Me (1995), Come on Over (1997) y Up! (2002).
De las colaboraciones que hizo la pareja, sin duda que el Come on Over fue la inmortal y a la fecha conserva los récords del disco más vendido de los años 90, el disco country más vendido de todos los tiempos, el disco de estudio más vendido interpretado por una mujer y el noveno disco más vendido de la historia en Estados Unidos.
Vegetariano y de perfil bajo, Lange no suele aparecer en público, especialmente después de su sonado divorcio con Twain, en el 2010. La pareja se separó desde el 2008, luego de que Shania se enterara de que Mutt tenía un amorío con su mejor amiga, Marie-Anne Thiébaud (en una extraña vuelta de la vida, Twain se casó en el 2011 con Frédéric Thiébaud, el exesposo de Marie-Anne).
Lange es dueño de una fortuna, solo considerando los derechos de autor. Además de los éxitos del Hysteria , también ha escrito o coescrito otros clásicos del cancionero pop como All for Love (Bryan Adams, Rod Stewart y Sting); Said I Love You... But I Lied (Michael Bolton); All I Wanna Do Is Make Love to You (Heart); (Everything I Do) I Do It for You (Bryan Adams); You’re Still the One (Shania Twain); Get Outta My Dreams, Get Into My Car (Billy Ocean), y Breathless (The Corrs).
Detalles histéricos
De lujo. Para celebrar los 30 años de Hysteria, el viernes 4 de agosto el grupo lanzó una serie de reediciones de lujo del álbum. La Súper Deluxe incluye 5 CD, 2 DVD, 5 libros y un afiche. También hay nuevas ediciones en vinilo.
Despedida. Hysteria fue el último disco del grupo con el guitarrista Steve Clark. Atormentado por el alcoholismo, el virtuoso murió en 1991, tras intoxicarse con una mezcla de licor y fármacos. Su lugar ha sido ocupado, desde entonces, por Vivian Campbell.
Éxitos. El disco produjo siete sencillos: Animal, Women, Pour Some Sugar on Me, Hysteria, Armageddon It, Love Bites, y Rocket. El primero fue lanzado en julio de 1987 y el último en enero de 1989.