Si hay alguien que cuando toma la guitarra se desquicia, ese alguien se llama Scott y se apellida Henderson.
El veterano y virtuoso músico, ampliamente conocido por el público costarricense, estuvo de vuelta en el país para dos fechas de lujo en Jazz Café Escazú.
En esta visita se hizo acompañar de dos colegas más, no tan reconocidos como otros que lo han respaldado anteriormente.
Sin embargo la química en el escenario y el resultado sonoro no distaron de otras ocasiones en que los acompañantes fueron pesos pesados.
Travis Carlton (bajo) y Alan Hertz (batería) son los mismos músicos que grabaron el álbum Vibe Station (2015), el trabajo más reciente de la discografía solista de Henderson. Con ese gran álbum a sus espaldas han estado girando por el mundo y, a su vez, comiéndoselo.
Pura energía. En conjunto, el trío logra elevarse con propulsión, explotando una y otra vez con cada frase musical. El poder es una característica propia de su interacción, mientras que las progresiones, en su mayoría, resultan insólitas, al desarrollarse en recorridos que podrían resultar ilógicos pero siempre sorprendentes.
Henderson se caracteriza por ser un músico detallista con el sonido de su guitarra. Esto podría parecer un detalle básico de cualquier artista, pero lo cierto es que no todos los instrumentistas logran encontrar en su herramienta de trabajo tantos colores y formas con tal perfección y cuidado.
La guitarra de Henderson muta de una pieza a otra, a veces parece que está gritando, otras que está teniendo un diálogo en la forma de un parloteo, e incluso que gime. Podría hasta pensarse que de repente cuando él toca, no hacen falta más interlocutores en la conversación. Él solo es capaz de lanzar una frase con una secuencia de notas y contestársela con una seguidilla de acordes o una larga nota, bien sostenida.
El músico le imprime velocidad a sus riffs y solos, otras veces se sostiene del trémolo para darle dinamismo a sus intervenciones. Si bien cuesta que haga silencios dentro de sus apariciones, no opaca a sus compañeros.
A ratos el bajo lo acompaña con la melodía principal, otras veces se sostiene con una base dinámica mientras acontece un solo y de repente sobresale con una línea inesperada y encantadora. Con la batería es igual, a cargo de un intérprete que la ejecuta con el entusiasmo de un escolar estrenando sus primeros tarros.
Buen trabajo. Es interesante que, tanto Hertz como Carlton, obtienen protagonismo de manera recurrente. Ambos instrumentos funcionan como si fueran dos torres ubicadas a cada lado de la estructura levantada por la guitarra. La terna enloquece en conjunto pero sin perder independencia individual.
Como dato curioso, en la segunda noche, en un concierto que duró cerca de una hora con 20 minutos, Henderson tuvo la oportunidad de bajar de tarima, pedir un vaso de refresco y sentarse en solitario mientras veía a sus compañeros destacar con sendos solos. Posteriormente, el músico volvió a subir, a ejecutar otros dos temas más para terminar con uno de sus temas más populares, en un encore veloz y desquiciado. Nunca se perdió la magia.
Scott Henderson no deja de maravillar y, aunque ya haya venido ya cinco o seis veces al país, no deja de ser sorprendente. Es un guitarrista que se mantiene con la pólvora permanentemente encendida.
EL CONCIERTO Artista: Scott HendersonMúsicos: Travis Carlton y Alan HertzFecha: 17 de noviembreLugar: Jazz Café Escazú