Esa dualidad entre lo que está escrito en papel y la suave interpretación de cada melodía, se torna en la fórmula perfecta para que las obras de Carla Morrison entren por un oído y se resistan a salir por el otro.
La forma más sencilla de describir el timbre y color de lo que sale de su garganta es decir que es algo raro mas eso puede tener tintes negativos e imprecisos. Entonces, resulta mejor aclarar que su dote vocal es hermosamente raro.
En algunos tramos su interpretación gutural recuerda al delicado canto de la estadounidense Joanna Newsom , mientras que en otros temas que implican más furia, uno podría creer estar escuchando a una versión latinoamericana de Adele . A la vez es inevitable pensar en Natalia Lafourcade , quien incluso ha producido a esta Carla.
En sus composiciones, Morrison tiene un sello propio que goza del atributo de ser difícil de encasillar. Sus temas pueden contener elementos del folclor mexicano, influencias del rock chicano –al mejor estilo de Los Lobos– e incluso pinceladas de la música andina.
El pasado jueves, la artista de 27 años hizo un repaso de las obras que se dieron a conocer gracias a su EP y dos álbumes de larga duración, de los cuales uno fue merecedor de un premio Grammy en la categoría de mejor disco alternativo el año pasado.
El tema que le da título a ese LP ( Déjenme llorar ) recibió otro galardón en la misma edición de premios, mas Costa Rica se quedó sin escuchar dicha canción debido a que el repertorio de Morrison debió ser reducido a última hora para que los decibeles de su concierto no le cayeran encima a un conversatorio del Festival Internacional de Cine Paz con la Tierra 2013, efectuado a pocos metros de distancia.
Dejando de lado el obstáculo de la tijera que recortó el recital, el público costarricense presente (cerca de 400 personas) pareció sentirse cercano a las historias que la artista les regaló en la Antigua Aduana. En esto habrá ayudado sus letras, que son de sufrimiento inequívoco, también de deseo, desesperación pero nunca desesperanza.
En su lírica se apoya otro gran atributo de su arte: Quiero sentarme a llorar, sacar de adentro mil cosas que te quiero decir, me siento tan débil sin ti , canta ella en el tema Hasta la piel , una de las 13 obras interpretadas el jueves, entre otras como Eres tú , Maleza y Tu orgullo.
En concierto, la artista mexicana se apoya del lenguaje corporal para reforzar la crudeza que contienen sus temas introspectivos que, más que salir de su garganta, provienen de su corazón.
Sin embargo, es importante resaltar que la joven artista es también gran multiinstrumentista: guitarra de nylon y luego una eléctrica de hollow body , un dulce ukelele y en otros temas una “paila” de batería. Todos estos instrumentos pasaron por sus manos, mientras que sus compañeros de banda también se lucieron desde sus respectivos puestos.
Morrison se respaldó por cuatro músicos que parecían elásticos, por su versatilidad con los instrumentos y con los matices que variaban drásticamente entre un tema y otro. Entre los acompañantes destacó la argentina Sol Pereyra, quien aportó coros, ukelele, guitarra, sintetizador y trompeta. Con ella incluida, Carla cuenta con un ensamble conciso y sencillo que, desafortunadamente, no contó con las mejores condiciones sonoras.
En su debut en Costa Rica, la azteca dejó claro que el talento que ha plasmado en sus grabaciones es equivalente al que tiene al presentarse en directo. Pudo haberse tornado empalagosa después de un rato, pero ella es un gusto adquirido, y al que le gusta, le encanta.