Con la misión de que el trabajo que se realiza en una orquesta se convierta en una herramienta que aporte valores para la vida, el lunes, el director mexicano Enrique Barrios asumió las riendas de la Orquesta Juvenil Centroamericana.
El artista, que ha estado al frente de ensambles tan prestigiosos como la Sinfónica de Berlín y la BBC Philharmonic en Manchester, tomó la batuta de la agrupación, integrada por músicos de Centroamérica, y que esta semana se reúne en Guatemala para dar conciertos y tomar clases al lado de prestigiosos músicos alemanes.
La posibilidad de que Barrios fuera el director del grupo se dio por sugerencia del músico guatemalteco Álvaro Aguilar, quien sugirió a la Unidad Técnica de la Orquesta Juvenil Centroamericana que tomara en cuenta al director que cosechó triunfos con la Orquesta Juvenil del Bicentenario.
Después de dirigir cerca de 25 países de todo el mundo, y en las principales capitales de la música de América y Europa, mi más ferviente deseo es tener en Latinoamérica un centro sinfónico.
“Me enorgullece mucho participar en un proyecto en el que la región centroamericana se une para un objetivo común, y que demuestra que la comunicación y el trabajo conjunto de nuestros países pueden dar frutos inimaginables”.
Por un lado, la invitación personal de Guatemala, y también el gran trabajo que ha hecho Costa Rica en años anteriores. También me motivó la idea de tener una mejor región y hacer con este proyecto mejores países.
Hay muchísima motivación. Este es un grupo de jóvenes músicos de un alto nivel, con mucha disciplina y mucha entrega. Aquí se ha estado entrenando con un mayor orden, disciplina y silencio del que ya traían; esto aumenta su concentración y por ende mejora su nivel musical.
El repertorio es muy bueno; son obras destinadas a que los jóvenes tengan una buena participación en conjunto, como lo son
Con puro trabajo disciplinado, ordenado y de exigencia constante; ese es el mejor mensaje que le podemos dar a los muchachos. Eso se logra con la práctica, creando un clima de trabajo exigente. Eso es mejor que cualquier discurso o letanía que uno pueda decirles.
Este reto implica el mismo desafío que cualquier trabajo con una orquesta profesional de cualquier parte del mundo, que es sacarle el mejor nivel artístico posible a la agrupación. Aquí se suma el hecho de darles una educación e información a los chicos, de cuál es la manera más positiva, ordenada y disciplinada para lograr los mejores efectos en el trabajo de grupo.
“Con esto se alcanzan los efectos sociales que tienen las orquestas infantiles y juveniles, como la superación personal, la concentración, la búsqueda de excelencia; valores que son tan importantes, no solo para fines artísticos, sino para la vida misma”.
El público guatemalteco va a recibir a la orquesta con un cariño enorme y la expectativa de tener dos conciertos: uno para jóvenes con edad escolar, los cuales tendrán su primer acercamiento a la música clásica, y uno en el lago de Atitlán, que será un evento muy importante, porque el público verá no solo una orquesta de jóvenes, sino una selección de artistas centroamericanos.