En 2008 una serie de inquietudes llevaron a Diana Madrigal a visitar Bajo Los Anonos, Escazú. Llegó una tarde con ganas de conocer qué sucede en este barrio marginal, quiénes lo habitan y qué problemas podrían tener esas personas.
Al llegar se encontró con un grupo de niños, con quienes se presentó y decidió compartir una caja de tizas que llevó para jugar. La historia bien pudo terminar ahí, pero al final de esa tarde los chicos le preguntaron si volvería.
No estaba convencida, pero a la semana siguiente volvió para encontrarse con los niños. A los 15 días regresó, a los 22 también y al mes.
Así sucesivamente.
Esto ocurrió en 2008 y fue de esa experiencia que nació Lifting Hands, una ONG que impacta positivamente a 250 vecinos de Bajo Los Anonos con 85 cursos semanales y gracias a 120 voluntarios que, como Diana, regalan su tiempo para mejorar la calidad de vida de una comunidad en riesgo social.
¿Por qué?
Diana tiene 29 años de edad, estudió Gestión Ambiental en la Universidad Nacional de Costa Rica y obtuvo una maestría en Manejo Integral de Aguas en la Universidad de Queensland (Australia). Ha desarrollado su carrera en Costa Rica y otros países como Suecia y Bolivia.
Aunque le apasionan los temas ambientales, desde hace muchos años decidió combinar su profesión con voluntariados. Así fue como empezó todo.
En 2008 Diana regresó a Costa Rica luego de trabajar como voluntaria en Mauritania, al norte de África, donde daba clases de inglés. En esa época, recuerda, polarizó el carro porque se estaban registrando muchos asaltos en circunvalación.
Pero polarizar el carro, lejos de hacerla sentir bien, le generó muchas inquietudes. "Empecé a pensar que hacerlo era ignorar lo que estaba pasando ahí afuera, me hizo pensar en esas personas, en quiénes son, por qué robaban", explica Diana. Esta es la razón por la que un llegó a Bajo Los Anonos.
Cómo se ganó la confianza de los niños y de sus familias del lugar es una historia larga, pero conforme pasaron las semanas comprendió que la comunidad tenía grandes necesidades, a la vez que más y más personas le pedían ayuda. Primero dio clases de inglés, luego tutorías para hacer tareas con los niños. "Yo fui hasta allá (África) a hacer voluntariado, y me di cuenta que aquí también podía ayudar", cuenta la joven.
Cuando el número empezó a crecer y ya no eran ni cuatro, ni seis ni ocho vecinos de la comunidad las que tenían interés en las clases, Diana tuvo que pedir ayuda. Preguntó en Facebook quiénes podían dar clases de inglés una vez por semana. Con su salario hizo copias de libros y empezó a visitar el barrio junto a las cinco personas que le respondieron su petición en Facebook.
Su iniciativa estaba creciendo más de lo que pudo imaginar cuando entró por primera vez a Barrio Los Anonos y aunque para ella era un hobbie, orgánicamente se convirtió en un proyecto con mucho potencial.
"Mi jefe me dijo 'tenés que tomar una decisión'. Y yo sabía que si iba a hacer esto lo tenía que hacer bien, pero tenía demasiado miedo y me preguntaba de qué iba a vivir, además de que yo no soy profesora, ni psicóloga, ni trabajadora social, yo solo quería trabajar en temas ambientales, pero vi un salto de fe gigante y a los dos años de que todo esto se inició, renuncié (al trabajo) para dedicarme a la fundación", detalla Madrigal.
¿Cómo?
Pasar de dar clases de inglés en una iglesia de la comunidad a tener una casa propiedad de la fundación donde 250 niños, jóvenes y adultos, estudian, aprenden oficios y se divierten se logró gracias a un grupo de mentores que guió a Diana a crear un plan estratégico, y a definir en qué se iba a enfocar Lifting Hands.
Así fue como precisó que la fundación se enfocaría en educación, salud, psicología y desarrollo comunal.
"Ofrecemos cursos cada cuatrimestre. Trabajamos con tutorías, para repasar lo que los estudiantes están viendo en la escuela o el colegio, porque vamos con el plan de estudios del MEP, y también damos cursos de muchísimos temas, como portugués, francés, inglés, danza, artes, hip hop, crossfit, yoga", cuenta Diana.
Además, trabajan en el área de psicología y en talleres de nutrición gracias a un convenio con la clínica de la Unibe.
Los resultados de los últimos cinco años en la comunidad son, en parte, el fruto del trabajo de esta ONG: cero casos de deserción estudiantil, cero embarazos adolescentes, 45 casos psicológicos de familias transformadas y la inclusión de estudiantes de la zona como voluntarios.
Para lograrlo, además del tiempo que dona cada voluntario que dicta las clases, Diana buscó (y busca todavía) fondos para ir equipando y pagando la casa en la que ahora está la fundación, la cual alquilaron por varios meses hasta que los dueños decidieron ponerla a la venta.
"A finales del año pasado creamos una campaña enorme para buscar fondos y poder comprar la casa, que costaba $260.000, pero el día que íbamos a lanzar la campaña fue el huracán Otto, así que tuvimos que aplazarlo", recuerda Diana. En enero de este año finalmente la fundación lanzó la operación para buscar el dinero; en un mes recolectaron $100.000, pero no lograron reunir todo el dinero, así que entre varios amigos de Diana hicieron un préstamo para poder comprar la casa.
Campañas, convenios y voluntariado hacen posible el trabajo de Lifting Hands, que también genera dinero con una tiendita de ropa de segunda mano que atiende una vecina de la comunidad. Además, cada alumno debe pagar $10 por cuatrimestre para recibir las clases y talleres.
Conciencia
El proyecto de Diana está lleno de perseverancia y de mucho amor. Amor de su parte y de quienes, a lo largo de todos estos años, se han unido para compartir sus conocimientos semanalmente con los vecinos de Barrio Los Anonos y para apoyar económicamente.
Su ejemplo podría servir de inspiración, pero más que eso Diana habla de conciencia.
"Algo que me molesta mucho es cuando la gente me dice: 'qué lindo lo que usted hace'. Porque no es lindo, es súper difícil, uno se cansa muchísimo, emocional y mentalmente", explica Madrigal.
"Me impresiona muchísimo cuando me dicen: 'ojalá que le vaya bien'. Pero no soy yo la que me veo afectada si esto va mal, somos todos. Entre menos oportunidades tengan las personas en riesgo social, más fácil caerán en inseguridad, pobreza, violencia. No es como que a mí me tocó hacer esto, nos toca a todos y se hace involucrándonos en temas sociales", añade.
El camino no ha sido fácil, y aunque hoy en día el modelo es rentable y Lifting Hands se está consolidando, las pruebas que ha tenido que enfrentar han sido muchas.
"Hay mil cosas difíciles. Cada vez que no hay fondos, todo el proceso que vivimos para comprar la casa fue un estrés enorme... las pruebas no paran. Siendo egoísta diría que sería más fácil cerrar la fundación, pero ¿cómo?, tenemos que seguir, además, la fundación ya es parte de mi familia", afirma Diana.
Después de dedicarle años a la fundación, Diana, de 29 años de edad, decidió regresar a los temas que la apasionan y en los que se formó. Hoy se dedica a dar consultorías en temas de agua y saneamiento y realiza investigaciones para empresas nacionales e internacionales. Asimismo, trabaja en programas de emprendimiento para United World College Costa Rica.
A Lifting Hands va una vez por semana y a la comunidad también. Eso no ha cambiado.
En el futuro cercano espera completar el pago de la casa de Lifting Hands y terminar de documentar todo el trabajo que realiza la fundación, pues una vez que esté afianzada se plantea replicar el modelo en otra comunidad del país.
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Voluntariado
Colaborar con Lifting Hands es muy sencillo, pues la fundación ha implementado distintas maneras para recibir ayuda.
Se puede hacer voluntariado y donar una hora a la semana para dictar una clase.
En el sitio web de Lifting Hands están todos los requisitos para ser voluntario, y un formulario que se debe cumplimentar para iniciar el proceso. Un dato importante es que no se necesita tener experiencia para dar clases, y la fundación ofrece un taller de preparación para los nuevos voluntarios.
Otra manera de colaborar es patrocinar a un estudiante de la fundación. El costo mensual es de $50. La idea de Lifting Hands es que cada alumno cuente con un padrino, que más allá del dinero, le brinde apoyo y compañía durante todo su recorrido educativo hasta que se gradúe del colegio.
Los patrocinios se pueden hacer entre dos personas, así, cada una donará $25 por mes.
Por otra parte, Lifting Hands recibe estudiantes que quieran realizar su Trabajo Comunal Universitario en Barrio Los Anonos. Cada alumno debe cumplir con 150 horas de trabajo en la fundación.
En www.liftinghands.com también encontrará las cuentas bancarias de la fundación, que recibe cualquier ayuda económica para seguir trabajando día a día y para pagar la casa en la que tantas familias han encontrado motivación para salir adelante.
Contacto
Redes sociales: Facebook, Instagram.
Sitio web: www.liftinghands.com
Correo electrónico: info@liftinghands.org