No hay sentimiento que fusione mejor a 4.500.000 de ticos que el acelerado latir de los corazones cuando una camiseta roja se acerca al marco del rival con buen dominio del balón. No hay grito que supere en gloria al del “¡goooool!”. Los publicistas lo saben.
Hace 24 años, cuando la Selección Mayor de Fútbol dio a un pueblo entero la alegría de la primera clasificación a un mundial, la publicidad practicó sus primeros pases en la cancha.
“En la época nuestra, ese tipo de publicidad no se daba; sacar un anuncio, como que no”, recuerda Luis Gabelo Conejo, considerado el mejor arquero de Italia 90, y cuya imagen evocó los grandes recuerdos en anuncios televisivos recientes, como el más nuevo de agua Cristal.
Hacer publicidad alusiva a la Sele es vender emociones, es sacarle millaje a un tema que cala profundo en el sentir de los ticos, así le vaya bien o le vaya mal, asegura el publicista Roberto Biasetti.
Exaltar el nacionalismo de toda una nación por medio del fútbol es “una garantía, entre comillas, de que la gente asocie el cariño que le tiene a la Selección con una marca”, explicó.
Lejos de las tácticas y alineaciones que define la mercadotecnia, los colores de la bandera en las pantallas de los hogares y en las páginas de los diarios son casi como una chilena en favor de las emociones que visten a 11 jugadores, cada vez que el país se paraliza para vivir la fiesta del fútbol.
“Hay anuncios que, definitivamente, logran reflejar el sentimiento del pueblo. De una forma u otra, cuando uno los ve, claro que le llegan. De hecho, durante uno de los mundiales, estando en la concentración, nos pasaron un par de anuncios como motivación, solo que no recuerdo cuáles”, contó el exarquero Érick Lonnis.
Una taquera llena de recuerdos. Fue la expresión “émelo” de K-lor en Aerosol la que marcó el debut de Mauricio Montero, mejor conocido como el Chunche, en los camerinos de la publicidad desde antes de los años 90. Desde entonces, los colochos que lo caracterizaron hasta hace poco aparecieron más de 30 veces en la publicidad, según el último de sus conteos.
“Como que uno disfruta hacerlo, al menos en mi caso; y a la gente le agrada, que es lo más importante”, afirma.
“Pero el que más me ha llenado es el de haber donado el bigote con Gillete, porque era parte de la personalidad mía y no me lo había quitado en todo el tiempo para atrás. La gente me lo pidió para que le dieran dos o tres millones al Hospital de Niños”, continuó el exmundialista del 90.
Dos décadas más tarde, aparecer en la publicidad previa al Mundial de Brasil significa, para este ícono del fútbol nacional, “transmitir motivación y aportar un granito de arena a la clasificación de los muchachos”.
Un sentimiento similar embarga a sus excompañeros de jugadas, Conejo y Juan Arnoldo Cayasso, al anotador el primer gol de Costa Rica en una Copa Mundial.
Ambos dicen sentirse halagados cada vez que son tomados en cuenta en la publicidad futbolera. “Es motivo de orgullo que nos utilicen como instrumento de motivación”, asegura Cayasso, hoy de 52 años.
Para Wálter Paté Centeno, aparecer en publicidad conlleva, más que un honor o una satisfacción, la presión de la responsabilidad con toda una afición. “Los jugadores tienen que identificarse con el querer de la gente de ir al mundial, independientemente de la publicidad que se haga, porque ellos son los responsables del estado anímico del país”, afirmó el excapitán de la Selección Nacional.
Esto lo tiene bien claro Lonnis: “Es un sentimiento de un compromiso con la gente. Héroes no éramos, pero sentíamos que teníamos el poder para darle alegría a la gente; para mí eso es lo importante ahora”.