Sergio Barquero viste un traje de gorila y porta una máscara de monstruo cachudo. Así desfila por las calles de Limón, moviéndose y saltando como si tuviera al pisuicas metido.
Si existiese un premio al bailarín más enérgico, él se lo ganaría.
Estamos en el cantón central de Limón y son pasadas la 1 p. m. de ayer: el sol no perdona que sea día de fiesta, el astro también quiere divertirse.
“¿No le da calor?”, le pregunto a Sergio.
“Claro que me da, pero todo sea por el espectáculo”, responde.
Sin la participación de Sergio, el performance de Los Indios no sería tan llamativo; él es una pieza clave. El grupo hace honor a su nombre y utiliza un vestuario indígena, y baila una especie de ritmo ancestral, pero con sabor caribeño.
Los Indios es una de las siete comparsas que ayer le pusieron color y movimiento a los carnavales de Limón , una actividad marcada por el orden y que convocó a cientos de personas.
El público disfrutó en familia y con una sonrisa en el rostro. La mayoría de Los Indios son niños, pero hay algunos adultos, como Sergio. Todos son de Cieneguita , una comunidad calificada como conflictiva, y a la que algunos temen ir.
“Lo mejor de Limón es su gente, acá todos cooperamos para hacer de este un mejor lugar, ponemos nuestro granito de arena. Trabajamos con niños para que tengan un futuro. Yo le digo a la gente que venga, que se deje enamorar de Limón”, dice Sergio, como si fuera político en campaña, pero, en su caso, con total sinceridad.
Esa es la esencia de los carnavales de Limón: mostrar el rostro más amable del lugar, traerse abajo las visiones negativas, y resaltar la cultura, historia y arte que posee.
A diferencia de años anteriores, el carnaval se realizó de forma ordenada. Fue evidente la buena organización. La familia fue prioridad. Hubo presencia de la Fuerza Pública y de la Policía de Tránsito. No se registraron incidentes violentos ni problemas graves.
Además de las comparsas, participaron ocho bandas y 12 carrozas. La mayoría de los músicos y de los bailarines que formaron parte de la caravana son colegiales oriundos de la provincia.
El Carnaval empezó a las 12:53 p. m., con tan solo 23 minutos de retraso, y recorrió las principales calles del cantón.
Diversidad. El festejo se realizó en conmemoración al Día de las Culturas, en el marco de la Semana Cultural Municipal, por lo que uno de sus objetivos fue destacar la diversidad que existe en Limón.
De tal forma, hubo carrozas que representaron a las comunidades chinas , afrodescendientes, indígenas y criollas. En cada una de ellas viajaban niños de dichos grupos étnicos, luciendo trajes típicos.
Yeitza Bryan, de 11 años, fue la reina de la carroza afrocaribeña. “Fue una experiencia muy linda, ojalá más niños se identifiquen con su cultura y conozcan sus raíces”, manifestó.
La poeta Arabella Salaverry coincide con Yeitza. Salaverry fue una de las organizadoras del carnaval e indicó que la población debe entender que en Limón hay un amalgama de culturas, y que sus ciudadanos han contribuido de forma sobresaliente al arte nacional.
“Hay que rescatar valores, despertar el sentimiento de orgullo. No podemos permitir que se pierda nuestra cultura. El aporte de Limón marcó la historia de Costa Rica. Debemos retomar ese aporte y, ahora, asociarlo con el tema de conservación de los recursos naturales”, señaló Arabella.
Lo más vistoso. La música, sin duda, fue el invitado de honor del carnaval. Hasta el más aburrido se vio contagiado por el sabor de las comparsas y las liras.
La comparsa Skelinton, del Liceo Nuevo de Limón, fue de las más vistosas. Los muchachos llevaban puestos trajes de esqueletos; uno de ellos desfiló en unos zancos de un metro de altura.
En el campo de las carrozas, la que se robó los flashes fue la de Alicia, en el país de las maravillas . Los disfraces y el maquillaje transportaron a los espectadores al mundo de ese cuento infantil.
La cereza en el pastel estuvo a cargo de los hermanos Sterlin y la comparsa Brasileros, ellos cerraron el carnaval con buen ritmo.
Encantados. El pueblo limonense inundó las aceras para disfrutar del carnaval y elogió el espectáculo.
“Fue algo extraordinario, fuera de lo normal, me encantó la combinación de culturas. Todo esto une a la gente de Limón”, comentó Iveth Rous, una limonense de 52 años.
Por su parte, Mikel Álvarez, de 41 años, resaltó la alegría que los carnavales generan a la gente.
“Se lucieron con este festival, muy bien organizado y la gente pasó en una pura contentera, la seguridad estuvo bien y se disfrutó al máximo”, señaló Álvarez.
Concluyó el carnaval, pero las actividades de la Semana Cultural Municipal continuarán hasta el próximo domingo. El menú incluye conciertos, poesía, bailes y un festival gastronómico.
A todo eso hay que agregarle el componente de la gente, porque, tal y como lo dijo Sergio Barquero (el gorila con cachos de monstruo), lo mejor de Limón es su gente.