Tras meses completos de expectativa y semanas consecutivas de arduas prácticas, anoche por fin se descorrió el telón a las 7 de la noche en el estudio Marco Picado, de canal 7, para dar paso a la última propuesta de Teletica Formatos en este 2014: Dancing with the Stars.
La teleaudiencia fue llevada de la mano por un grupo de bailarines que se encargaron del opening , y que se condujeron hacia los camerinos en medio de acrobacias y volteretas, en un frenético y lucido arranque.
Las parejas, hay que decirlo, en términos generales se lucieron –tomando en cuenta la inexperiencia de la mayoría en baile profesional–, pero tanto ellos como los jueces dieron la impresión de estar apenas calentando motores y ni unos ni otros mostraron todo el naipe.
David Martínez, Flor Urbina y César Meléndez integran la temida mesa de los jueces, aunque es el primero quien, a no dudarlo, tendrá la tarea de ser el más severo. Ayer lo demostró, aunque se anduvo por las ramas a pesar de ser el más contundente en sus observaciones. Es casi un hecho que, en el futuro, su condescendencia quedará de lado. Urbina está lejos de ser la jueza de hierro que conocimos antes; aunque se mostró atinada, tuvo bastante tacto con los concursantes.
César Meléndez no pinta necesariamente como el buenazo, pero sí como el –al fin y al cabo– dramaturgo que se roba el show con sus espontáneos y entretenidos coloquios.
Randall Vargas y Shirley Álvarez, los conductores, le dieron un respiro a la animación que habitualmente realizan otras fichas de canal 7; lo cierto es que fue muy refrescante. Álvarez, principalmente, sorprendió por su soltura y su buena retórica.
Sobre los concursantes, injusto sería ofrecer algún diagnóstico o repasar lo realizado por alguna de las parejas en vista de que, al cierre de edición, faltaba la mitad.
Sin embargo, fue notorio que Pedro Capmany, Marisol Soto y Maureen Salguero llegaron bien armados con las barras más bulliciosas. Otros, como Alonso el Mariachi Solís, no solo sorprendió por su soltura en el baile, si no por la sensualidad que desbordó a la hora de bailar tango... ¡se lo tomó muy a pecho!
Solís, captado en un ensayo tras bastidores, esbozó una de las frases más divertidas de la noche, cuando espetó –al borde de la impaciencia– “¡Decían que el fútbol es de hombres... y esto qué es!”. El tema es que ayer, hubo talento, fraternidad, tolerancia y cero drama. Pero todo cambiará pronto. Apostado.