Su naturaleza es picante, tan picante que hasta los más valientes lloran. Son las alitas de pollo, famosas en los bares y en reuniones donde se quiere comer mucho, sin gastar excesivamente.
Este plato, propio de la gastronomía estadounidense, fue inventado en 1964 por Teresa Bellisimo, en un pequeño establecimiento familiar llamado Anchor Bar, en la ciudad de Buffalo, Nueva York.
La primera alas de pollo fritas fueron bañadas en una salsa especial hecha por su creadora, quien las sirvió con una guarnición de apio y queso azul, pues era lo único que tenía en ese momento, reseña la revista Time .
Desde entonces, su fama se extendió a tal punto que, según datos del National Chicken Council, en la última edición del Super Bowl se consumieron mil millones de alitas de pollo, es decir, 453,5 millones de kilos de esta carne.
Lo nuevo. Actualmente, su receta ha evolucionado y hoy es posible disfrutarlas con salsas hechas con frutas y hierbas frescas.
Además, ya no solo se preparan fritas, ahora hay versiones al horno, que disminuyen considerablemente la grasa de su preparación.
La chef estadounidense Chandler Tomayko comentó que la salsa en la que se bañará las alitas depende de la cocción que se elija.
Si se hacen horneadas, las combinaciones con hierbas, ajo y salsa inglesa resaltarán el sabor de esta carne blanca.
Si se trata de alas fritas, la especialista recomienda empanizarlas con ajo en polvo, e incluso experimentar usando el queso que traen las palomitas de maíz. Si quiere sumergirlas en una salsa, se pueden hacer fusiones interesantes con salsa de pizza y hasta pesto.
El punto, dice la especialista es llevar la creatividad a la mesa.
“Una idea que poca gente usa son las salsas de frutas. En Texas, usted puede encontrar alitas de pollo con jalea albaricoque, melocotón, ciruela, a las hiervas, con tomate secado al sol y pesto de culantro. La variedad es enorme”, aseguró.
Buenas compañías. Tradicionalmente, las alitas de pollo se acompañan con trozos de apio y zanahoria y una tacita con queso azul.
La combinación no es un asunto de pecar con frituras y empatar con saludables vegetales. Todo tiene una explicación.
Tomayko comentó que esta fusión es ideal, pues el sabor de las alitas suele ser tan fuerte que hacer un balance con vegetales ricos en agua, le permite al paladar descansar por un momento, para volver nuevamente a la carne y su salsa.
En cuanto a las bebidas, la cocción también influye.
Si las alitas son fritas lo ideal es la cerveza; si son al horno realce su sabor con vino o una bebida natural como una limonada con hierbabuena.
Listas las alitas prepárese, porque un festín viene a su mesa.
“Comer alitas es reencontrarse con su chiquito interior; es disfrutar los sabores y las sensaciones. Se trata de hacer lo que tu madre no te dejaba hacer; si no comes con tus manos y no te ensucias no estas comiendo alitas de pollo”, aseguró.