Jonathan Barrientos escuchó sonar el reloj despertador a las 5 a. m. de ayer. Por primera vez en el año, no sintió pesar de tener que levantarse tan temprano, porque la razón valía la pena: el Tope de Palmares.
Desde hace ocho años, este vecino de Heredia, disfruta de esta masiva actividad en el cantón alajuelense. Su papá le heredó el gusto por los caballos y también por las mujeres.
Como lo de ellos es una excursión obligatoria a Palmares, cierran el negocio familiar que tienen en Heredia para poder asistir.
“Todo el mundo sabe que este día es sagrado; así como para unos es importantísimo el Día de la Madre, para nosotros es el tope. Nos encanta venir para disfrutar de todo, de las damas que vienen y para relajarnos un rato”, expresó Barrantes.
Para ellos no es importante las pérdidas que puede dejar cerrar el negocio por un día, “porque lo que hacemos aquí vale toda la pena del mundo”.
¿Qué hacen? “Se lo dejamos a la imaginación”, bromeó.
La fiebre que tiene la familia Barrientos por la tradicional actividad la comparten con cientos de costarricenses.
Patricia Zúñiga no dejó de bailar frente a uno de los grandes toldos que había a lo largo del recorrido. No le importaba nada, solo menear su cuerpo, al lado del de su amiga, al ritmo de Daddy Yankee.
“Antes de que termine el año, siempre pido libre porque es mi día. Así lo declaré: es mi momento para refrescarme los ojos con hombres tan guapos que hay”, comentó Zúñiga, de 38 años.
A unos 100 metros de ella estaba René Guadamuz. Él salió de su casa en Puntarenas, el miércoles por la noche, para asegurarse un buen lugar en Palmares.
“Yo me atrevo a pedirle al Gobierno que piense en dar asueto este día. Para nosotros, los ticos, es importante”, concluyó el hombre, de 45 años.
El Tope de Palmares es, por mucho, el mejor día para que los ticos se relajen y disfruten. Una vez más, lo demostraron ayer.