Hace cinco años, sobre la calle 33, en barrio Escalante, San José, había quizá una quinta parte de los negocios que hoy engloba esa vía de concreto. Ahora, la explosión de comercio local de comidas es tal que nadie la llama calle 33, sino Paseo Gastronómico La Luz, casa de un festival gastronómico del mismo nombre que se celebra dos veces al año, desde hace un año; en abril y en diciembre.
Este domingo, desde las 11a. m. y hasta las 8 p. m., miles transitaron la estrecha calle –todavía más estrecha por los toldos de negocios que se extienden al lado de ambas aceras– en busca de opciones alimenticias que se salieran del molde que ofrecen los food courts de los malls , aunque no todos satisficieron su apetito dadas las largas filas.
El festival ha crecido tanto en su año de existencia que no solo ocupó la calle 33, sino también todas las demás que llegan al Parque Francia, donde se colocó una –también muy concurrida– zona de picnic con más ventas de comida alrededor.
Los organizadores esperaban unas 20.000 personas, y aunque no se entregaron datos oficiales es salvo decir que la meta se cumplió y probablemente se superó. Bastaba ver los cientos de carros parqueados en todas las zonas a la redonda, desde barrio La California hasta Los Yoses.
No solo hubo comida –más de 15 restaurantes, entre ellos Casa Agüizotes, Beer Factory y Lulú & Saturnino– sino que también había barras de cervezas y tragos (era permitido el consumo de alcohol en la vía pública) y un área de stands de diseño local.
Espacio. Apiñados, muchos asistentes sufrieron largas esperas para recibir sus platillos, la razón principal para ir al festival. En el lugar era común confundir las filas para comprar comida con los tumultos de quienes buscaban transportarse a otras partes de barrio Escalante.
Había numerosos toldos vip para los usuarios de tarjetas de crédito del banco patrocinador, el cual dejó muy clara su inversión con la colocación de publicidad directa en prácticamente cada metro cuadrado del área. Con ese método de pago, los clientes obtenían algunos beneficios y descuentos.
Fue gracias a esa inyección de capital privado que la actividad también pudo mezclar la gastronomía con otras expresiones culturales, como la música. Hubo conciertos de artistas como Foffo Goddy, Mechas, Julio Nájera, Kurt Dyer, Guadalupe Urbina y María Prétiz.