Al norte de Turrialba, la aventura brota entre la naturaleza

Al norte de Turrialba, rodeado de montañas y un bosque espeso, se encuentra Explornatura, un parque de aventuras donde la adrenalina se siente con cada paso que se da.

Para muestra un botón: uno de los principales atractivos de este espacio de 12 hectáreas de extensión, es un tour que incluye rappel, canopy, un puente colgante y una pared de escalada; todo, en un solo recorrido.

La aventura comienza al pie de una montaña, donde los guías del lugar les colocan el equipo de seguridad a los visitantes y les dan una serie de especificaciones para hacer el recorrido, como no apartarse del grupo y abstenerse de quitarse implementos, como el casco o los arneses, mientras dura el recorrido.

Una vez que todos están listos, comienza la aventura... ¡y vaya forma de hacerlo!, pues para llegar a la parte más alta del lugar, es necesario dar una caminata de esas que le recuerdan a uno la importancia de comer bien y mantenerse en forma.

El trayecto es fuerte, pero no imposible de realizar; además, pese al esfuerzo, la recompensa es grande, pues de camino usted podrá apreciar la vegetación del lugar y, en algunos espacios, disfrutar tanto la vista a las montañas que rodean al cantón azucarero, como parte de su ciudad.

Hasta arriba, donde las copas de los árboles no permiten más que concentrarse en la vegetación, comienza la etapa de los deportes extremos.

La primera atracción que aguarda por los visitantes, es una catarata de 12 metros de altura, por la que se debe bajar mediante rappel (sistema de cuerdas, en donde se asegura que usted no se caerá).

Hay que admitirlo... los primeros pasos no son sencillos. Una mezcla de temor e inseguridad aparecen entre los que no están acostumbrados a enfrentarse con estas dosis de adrenalina, mientras que para quienes disfrutan esta sensación, la bajada se convierte en un juego de niños.

Pese al susto, descendiendo desaparecen los temores entre el esfuerzo físico y la concentración que merece cada paso. Además, entre el apoyo de los guías y el agua que cae desde lo alto, el regreso a tierra firme se hace más llevadero.

Acabada esta actividad, el grupo se dirige a una plataforma para volar entre las copas de los árboles, en un canopy de 180 metros de extensión, ubicado a 50 metros de altura.

El viaje es rápido y seguro. El vuelo apenas alcanza para disfrutar entre tanta vegetación.

Nuevamente, llega el tiempo de refrescarse, esta vez en una nueva catarata que, aunque es más pequeña que la otra (cerca de 10 metros), desafía a quien desciende por ella, con una empinada inclinación y un fuerte chorro de agua.

Pasar por ella no es obligatorio. Quienes quieran abstenerse del chapuzón, pueden caminar por un sendero y escalar un muro de piedra que lo lleva hasta la siguiente etapa del recorrido. La adrenalina no parece tener final.

En este punto llega un nuevo desafío: un puente colgante ubicado a 35 metros de altura y con una extensión de casi 40 metros.

A diferencia de otros puentes colgantes que se ofrecen en el país, en este el piso no es continuo, sino que sus tablas están separadas por una distancia corta. Esto le añade un grado de dificultad y una escalofriante emoción, que lo vuelve atractivo para los adictos a los deportes extremos.

Pasarlo es sencillo, solo es cuestión de poner los pies en medio de cada una de la tablas y no ver hacia abajo, advierte Mili Solano, una de las guías del tour. Su consejo funciona bien mientras todos van pasando; el fin del tour está por llegar.

Hacia el cierre de este viaje, los expedicionarios se enfrentan nuevamente con un canopy y con una cascada donde el torrente de agua y la inclinación desafían hasta el más valiente.

Con el ánimo al máximo, el descenso se hace rápido; más de uno aprovecha las frías aguas del río Puente Vigas para refrescarse, antes de dar la última caminata para regresar hasta la base de operaciones.

En tierra firme, Terry Suero, un peruano radicado en Estados Unidos, y Dana Ullmann, de Nueva York, hablan sobre su experiencia.

“Es bien divertido, especialmente para los aventureros que les gusta todo esto del canopy y el rappel; es una experiencia muy bonita la parte de la caminata y el contacto con la naturaleza”, aseguró Ullmann.

Por su parte, Suero aseguró: “Esta es una experiencia increíble; aquí se pueden disfrutar diferentes tipos de tours en un solo lugar; esta es la segunda vez que lo tomo”.

Sobre el lugar. Con 13 años de experiencia, Explornatura es una empresa especializada en ofrecer turismo rural y de aventura.

Además de este paquete de deportes extremos, ellos también ofrecen paquetes de ciclismo de montaña, rápidos, kayak y un coffetour, en una de las fincas ubicadas en el cantón cartaginés, entre otros.

“Nuestra meta es acercar la aventura a las personas en un ambiente donde puedan disfrutar de la naturaleza y la cultura; por eso, nuestros guías son jóvenes de la comunidad, porque ellos pueden contarle y transmitirle al público sobre la vida en Turrialba”, aseguró Massi Devoto, gerente de Explornatura.

Sobre los requisitos para tomar el tour de deportes extremos, Devoto dijo que esta es una actividad que puede realizar cualquier persona mayor de siete años, que pueda caminar y que esté dispuesta a acatar las indicaciones de los guías.

Las personas interesadas en tomarlo deben llevar ropa y zapatos cómodos, traje de baño, un paño y ropa extra, pues las prendas que usted llevará a este recorrido se mojarán.

Para los visitantes, el lugar ofrece varias facilidades, como parqueo, baños y duchas.

“La aventura es vencer los propios miedos... cuando uno hace turismo de aventura descubre hasta dónde puede llegar. Es un aprendizaje, pues la gente se maravilla cuando se da cuenta que puede ir más allá de sus límites”, dijo. ymiranda@nacion.com