Cuando la escritora Simone de Beauvoir dijo “no se nace mujer, se llega a serlo”, abrió una nueva línea de análisis de género. La frase de la filósofa francesa implicaba la noción de viaje, el “llegar a ser” conlleva un tránsito de un lugar establecido y no cuestionado, hacia otro en el cual la mujer ha tomado una conciencia de sí misma y de su situación, su circunstancia según Ortega y Gasset.
Ese transitar es un ejercicio interno, un mirarse, pensarse y descubrirse, tomar consciencia de su libertad y su posibilidad de ser. Al hacer este ejercicio de reflexión, la mujer se permite entenderse desde su mismidad prescindiendo de la figura masculina y su patriarcado.
Con el autorreconocimiento empieza el viaje físico, ese que ha sumado innumerables protestas, manifestaciones y luchas por la igualdad de derechos y la necesidad de vivir sin miedo, de disfrutar de su cuerpo, de decidir por ellas mismas, sin estar bajo una moral o ley machista, libres de una mirada que les juzga su derecho a ser en libertad.
Según datos suministrados por el Inamu, en Costa Rica se cometieron 119 femicidios entre enero del 2011 y junio del 2015. Esto es alarmante.
El cine no escapa a la inequidad de género. De acuerdo con un estudio del 2014 del Instituto Geena Davis sobre Género en los Medios, la Fundación Rockefeller, la Universidad del Sur de California y las Naciones Unidas, se concluyó que en una muestra de 1.452 filmes solo el 21% eran dirigidos por mujeres.
En el país, desde el 2001, año en que empieza a crecer la producción cinematográfica, se han estrenado hasta la fecha 43 largometrajes de ficción, siete de ellos dirigidos por mujeres, un 16,28% del total. Mientras que otros dos filmes fueron codirigidos por un hombre y una mujer.
Cine intimista
La realizadora Paz Fábrega es hasta ahora la única cineasta nacional en haber estrenado dos películas. Con Agua fría de mar (2010) ganó el Tigre en el Festival Internacional de Róterdam; mientras que Viaje (2015) estuvo en la selección oficial de los festivales de Tribeca y Karlovy Vary.
Viaje recuerda la frase de Simone de Beauvoir, ya que Luciana (Kattia González) durante todo el metraje tiene un control sobre sus decisiones, sin ser determinada por algún hombre.
El filme se inicia con un plano secuencia en una fiesta; Luciana es cortejada por Pedro (Fernando Bolaños), pero ella lo rechaza; unos minutos después, ella toma la iniciativa y de la fiesta pasan a una noche de intimidad.
Ese carácter autónomo de Luciana atraviesa todo el guion: es ella la que toma una decisión y favorece que la película avance. Pedro podrá darle opciones, pero depende del ejercicio de libertad de Luciana lo que vaya a suceder.
La acción se traslada al Parque Nacional Rincón de la Vieja, dado que Pedro tiene que ir allí para su trabajo; ella decide acompañarlo prolongando su pasional romance.
En este edén, ambos se abstraen del resto del mundo, viven el momento en tiempo presente, detalle que no debe ser pasado por alto. El carácter fugaz del romance está marcado por las constantes menciones de algún bus por tomar para que ella regrese a la capital, especie de fecha de caducidad del idilio que comparten.
La preciosista y sensual fotografía de Esteban Chinchilla y Fábrega acierta con el blanco y negro, al evitar caer en un apabullante verdor que colocaría a los personajes en segundo plano frente a la exuberante naturaleza.
Si en Agua fría de mar , el agua es un elemento omnipresente en el relato, tal como lo hiciese Lucrecia Martel en La ciénaga (2001), con la piscina y el mar como metáforas contrastantes de la relación entre Mariana y Rodrigo; en Viaje , el bosque, el río y los géiseres funcionan de igual manera, tanto para dar sentido bucólico al relato como para representar el Eros que gobierna las acciones de los protagonistas.
En Viaje , los dos hacen el recorrido físico hacia el parque nacional, aunque el periplo interior del que hablaba Beauvoir solo lo realiza Luciana. En medio del edén y la pasión, ella va descubriendo aspectos de sí misma; atinadamente, Fábrega no recurre a diálogos en la acción, prefiere usar planos breves, en los que tanto Luciana como el espectador reflexionan sobre el momento.
La despedida se da a través del montaje, cine en estado puro. Con una belleza formal, la directora filma plano y contraplano, haciendo creer que la pareja se está mirando, que están juntos; sin embargo, todo transcurre en el espacio interior de Luciana; ella ya ha tomado una decisión, su viaje continúa, reafirmando su libertad.
Relectura mitológica
Con Sita canta el blues (2008), Nina Paley se convirtió en la única mujer en ganar el Festival de Annecy, el más importante de cine de animación. Lamentablemente, su filme ni siquiera fue considerado para el Óscar en la categoría.
Paley traslada al cine de manera creativa lo que llamó “la historia de ruptura más grande jamás contada”. Y es que el filme es tanto una especie de biografía como una adaptación del Ramayana , texto épico de la India que narra las aventuras de Rama y de su consorte, Sita.
Para ir diferenciando cada historia, Paley recurre a diferentes técnicas de animación: los episodios del Ramayana consisten en animación 2D que asemejan la pintura tradicional rajputa , rica en detalles y colorido y conservan el aspecto tradicional del mito.
El relato mitológico es narrado por tres siluetas, animaciones de sombras que con comentarios sarcásticos plantean una relectura feminista de los hechos mitológicos. El carácter irreverente y crítico queda plasmado mediante el uso de animación de recortes para configurar collages .
Inspirándose en las piezas de jazz de los años 20 de la cantante Annette Hanshaw, Paley pone en boca de Sita las letras de Hanshaw, uniendo las historias y resignificándolas. Estos episodios musicales son realizados con Flash: animación de vectores. Su diseño recuerda al dibujo de Betty Boop: líneas curvas y figura redondeada.
Finalmente, para narrar su propia historia, Paley recurre a la animación squigglevision , que se caracteriza por un trazo tosco, energético, de líneas que tiemblan y ondulan. El diseño tipo garabato tiene la intención de mostrar la inestabilidad de la relación entre Nina y Dave.
En la mitología, Sita tiene que superar la prueba de fuego impuesta por Rama, debido a los celos y desconfianza que este tiene hacia ella, quien nunca le fue infiel. Este mecanismo de control es cuestionado por Paley, quien cambia la versión del mito, así como ella cambió tras su ruptura sentimental, entendiendo lo que Beauvoir decía: “Una mujer libre es justo lo contrario a una mujer fácil”.
En sus películas, tanto Fábrega como Paley proponen modelos femeninos que actúan de acuerdo con sus intereses y deseos, reafirmando su libertad y alejándose del control patriarcal.
Funciones del día
Preámbulo presenta Viaje este domingo 24, a las 4 p. m., acompañada de un cineforo y Sita canta el blues , a las 7 p. m., en la Sala Gómez Miralles, del Centro de Cine, en barrio Amón. Entrada gratuita.