Para conmemorar el XX aniversario del Centro de Investigación en Identidad y Cultura Latinoamericanas ( CIICLA ), se organizó la exposición Ciudadanas en movimiento. La conquista del sufragio (1888-1953), en conjunto con el Museo de la Universidad de Costa Rica ( Museo+UCR ). El principal objetivo de la exhibición es recuperar el proceso de creciente movilización política de las mujeres, las luchas feministas y sufragistas y su incorporación al espacio público, en la Costa Rica de la primera mitad del siglo XX.
La elaboración de esta exhibición se basa en las investigaciones de la suscrita, con la participación de la artista Rossella Matamoros Jiménez . El segmento de la exposición histórica fue curada por la historiadora del arte Laura Mariana Raabe Cercone, curadora de arte del Museo+UCR e investigadora del CIICLA.
De tal manera, esta exposición incluye una muestra histórica que replantea y visibiliza el importante papel de las mujeres en las movilizaciones sociopolíticas vinculadas con la conquista del sufragio. Además, se incorpora una exhibición artística que propone una interpretación de ese proceso histórico relacionándolo con las luchas y los desafíos de las mujeres en el presente.
La exposición está organizada en tres niveles. En el primero se presenta la cronología de los eventos más destacados de este proceso histórico; en el segundo se explica el contexto en el cual se dieron la movilización política y las luchas feministas y sufragistas; en el último nivel, la instalación propone una interpretación de ese proceso histórico mediante el uso de metáforas visuales.
En el hogar. La exhibición histórica se inicia con un segmento denominado “En el hogar” para poder comprender la transición de las mujeres del espacio doméstico al espacio público. En el marco de las políticas del orden y el progreso liberal, los discursos sobre la familia y los roles de género se redefinieron a finales del siglo XIX.
A las mujeres se les asignaban los roles fundamentales de madre y esposa, encargada de la crianza de los futuros ciudadanos; a los hombres, los papeles de padre, esposo, cabeza de familia y principal proveedor. De esta manera se reforzó el ideal de las esferas separadas de los sexos, donde la mujer se ubicaba en el ámbito doméstico, y el hombre en el público.
También, en esta etapa, los liberales desarrollaron políticas para regular y controlar la moral sexual y doméstica, lo cual implicó la promoción del modelo ideal de familia monogámica, armónica y afectuosa y la exaltación del ideal del matrimonio por amor.
En ese marco, las esposas empezaron a utilizar la creciente red de tribunales civiles para denunciar la violencia en las relaciones de pareja y a reconocerse como sujetas de derechos civiles y jurídicos.
Por lo tanto, desde el siglo XIX, y antes del desarrollo del movimiento feminista y de las legislaciones contra la violencia, las mujeres comenzaron a tomar conciencia de sus derechos y a emprender acciones para defenderlos.
Junto con estas políticas liberales apoyadas por el magisterio y las feministas, también se promovió una redefinición importante en el ideal de la maternidad, que fue elevada a la condición de una profesión “científica” moderna, sustentada en una estricta educación higiénica y moral de los hijos.
Así, la “maternidad científica” vino a reforzar la función tradicional de la maternidad como el destino biológico “natural” de las mujeres.
Del hogar al colegio. En el segmento siguiente, llamado “Del hogar al colegio”, se considera el desplazamiento de las mujeres del ámbito doméstico al educativo, y por ende al ámbito público. El eje fundamental fue el proceso de inserción creciente de las mujeres en la educación, y en particular en el Colegio de Señoritas (1888) y en la Universidad de Costa Rica (1940).
Aunque la educación reforzaba los roles tradicionales al promover que las mujeres se desempeñaran en ocupaciones “propias de su sexo” (maestras y enfermeras), también los subvertía pues esto posibilitaba el acceso a otras profesiones y difundía nuevas aspiraciones y expectativas.
Junto al creciente acceso a la educación a finales del siglo XIX y principios del XX, también se expandió la producción literaria y periodística de las mujeres.
Ese proceso amplió la inserción de las mujeres en el espacio público mediante su participación sistemática en la cultura impresa de la época.
Del colegio a las calles. En el último segmento, denominado “Del colegio a las calles”, se observa cómo las mujeres, al tener un mayor acceso a la educación, al mercado laboral y a la esfera pública, también incrementaron su participación en los movimientos sociopolíticos.
La conquista del sufragio fue resultado de una larga lucha con avances y retrocesos. Entre 1890 y 1949 se presentaron catorce propuestas para aprobar el sufragio, de las cuales los diputados solo votaron cuatro: en 1917, 1925, 1945 y 1949. En este complejo proceso pueden distinguirse tres grandes etapas.
La primera, entre 1890 y 1910, se caracterizó por el inicio de los debates periodísticos habidos en torno a la cuestión femenina. Se plantearon entonces las primeras reformas ante el Congreso para equiparar los derechos sociopolíticos de las mujeres con respecto a los hombres.
En la segunda etapa, entre 1910 y 1923, se incrementaron los debates y se elevaron las primeras propuestas del voto femenino ante el Congreso. A partir de la década de 1910, el movimiento obrero intervino en las discusiones sobre la cuestión femenina, lo que propició una participación más visible de las mujeres en la política.
En esa etapa, Ángela Acuña destacó como la primera mujer que impartió conferencias y publicó artículos a favor del movimiento feminista y sufragista. Además, las mujeres se destacaron en las movilizaciones de 1919 contra la dictadura de Federico Tinoco (1917-1919).
Por último, entre 1923 y 1949, las mujeres incrementaron su participación en los debates sobre el voto femenino, en los partidos políticos y en los movimientos en defensa de los derechos civiles y político-electorales.
Durante esa etapa se organizó el movimiento feminista con la fundación de la Liga Feminista en 1923; y se crearon los partidos Reformista (1923) y Comunista (1931), que propiciaron una mayor integración femenina en las luchas políticas.
Sufragio. El Partido Comunista fue el que, entre 1931 y 1953, movilizó más amplia y sistemáticamente a las mujeres en la defensa de las reformas sociales, en las luchas contra la carestía y la especulación y en las campañas electorales. En este proceso se crearon la Unión de las Mujeres del Pueblo (1947) y la Alianza de Mujeres Costarricenses (1952).
Durante la conflictiva década de 1940 se dio una creciente movilización de las mujeres a favor de las garantías electorales. Luego de la guerra civil de 1948, la Asamblea Nacional Constituyente (1949) aprobó finalmente el voto femenino.
Las mujeres ejercieron por primera vez el sufragio en unos comicios locales el 30 de julio de 1950, y en las elecciones nacionales del 26 de julio de 1953, en las cuales fueron electas las primeras cinco regidoras y las tres primeras diputadas: María Teresa Obregón, Ana Rosa Chacón y Estela Quesada, todas del Partido Liberación Nacional.
La exposición Ciudadanas en movimiento , que resalta las conexiones entre pasado y presente, estará abierta hasta el miércoles 7 de mayo de 8 a. m. a 5 p. m. en la Sala Multiuso de la Escuela de Estudios Generales de la UCR.
La autora es catedrática de la Escuela de Historia, coordinadora del programa de géneros e identidades del Centro de Investigación en Identidad y Cultura Latinoamericanas de la UCR.