Chemi Rosado-Sejio, artista puertorriqueño, describe su trabajo como un medio para crear inclusión social. Claro, esto lo podría decir cualquiera.
El jueves 9 se inauguró en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC), en el Centro Nacional de Cultura, la obra más reciente de Rosado, llamada Number 03-16 (A.FANAL): una rampa de skate de 16 metros de largo, 8,5 m de ancho y 3 m de alto, pintada de blanco.
La pieza se construyó en, aproximadamente dos semanas, con madera, tornillos, serruchos, taladros, sudor y manos, muchas manos amigas que se acercaron para asegurarse de que la obra estuviera lista a tiempo.
Las curvas de la rampa muestran la evolución del skate. Es un recorrido por esa historia.
"Esta rampa es hija de la modernidad. Yo comencé a hacer arte con las patinetas cuando noté que había un paralelismo con la evolución de ambas historias. El objetivo es mostrar la evolución de la patineta por medio de sus curvas, que se pueden apreciar en la rampa", explica Rosado.
A los lados de la rampa, hay otras obras del artista que pertenecen a su serie History on Wheels (de 1999 al presente). Son libros acerca de la historia de arte montados, precisamente, sobre ruedas de patinetas.
Un gran barril
Una de las cualidades más importantes de la obra es que cualquiera puede patinar en ella.
Será un espacio para aprender a usar la patineta o, simplemente, para contemplar.
De acuerdo con el MADC, la intervención del espacio forma parte de la serie Historia sobre ruedas, proyecto de Rosado que habla acerca del paralelismo entre el arte contemporáneo y el desarrollo del skateboarding .
Esta es una dinámica que el artista ha querido evidenciar desde el 2000, en Puerto Rico y en Estados Unidos.
"Justo a la par de la Escuela de Artes Plásticas de San Juan en Puerto Rico, donde estudié, hay un skate park que es público. Ahí vi cómo el progreso del skate no paraba. Entonces entré a la biblioteca y encontré a artistas que hacían cosas con patinetas. También en el proceso noté a artistas que trabajaban cosas que se alejaban de la realidad del skater. Para mí fue clave empezar a trabajar desde y con los patinetos, nunca con esa distancia", agrega.
"En este espacio (la Sala 1) era donde se añejaban los rones finos cuando esto era la Fábrica Nacional de Licores (antigua Fanal). Y veo la relación de eso con mi pieza porque creo que la estructura de arriba (de la rampa), que es como redonda, se asemeja a un barril. También cuando tomamos ron nos ponemos loquitos; eso mismo pasa con el skate: sentís euforia, felicidad", comenta Rosado.
Obra para ser usada
En el museo del Cenac se abrió una puerta inmensa que invita a entrar en un mundo de infinitas posibilidades.
El jueves, en la inauguración, la Sala 1 del Museo estaba repleta de gente que con su patineta subieron a la rampa y le dejaron marcas: los rayones que dejaban las ruedas. Un trazo con el cual firmaron su paso por ese lugar.
El acto logró aglomerar en un mismo cuarto a niños, niñas, mamás, personas mayores de 50 años, menores de treinta. Fue como entrar en una fiesta que no excluía edad, color de piel, altura ni destrezas físicas. Todos pertenecientes a distintos extractos sociales, económicos y culturales. Todos encantados con un monstruo blanco que rugía tan fuerte que no era necesario hablar, bastó con acercarse para entender lo que pasaba ahí dentro. Se sintió como si algo hubiese cambiado: era más grande que nosotros, mucho más que la rampa.
No fue la típica exposición. Al ingresar en un museo, el comportamiento común de las personas es caminar silenciosas en algún orden establecido y manteniendo una distancia prudente con la pieza que se expone.
No obstante, Chemi Rosado representa un movimiento distinto dentro de arte, uno que no teme hacer uso de la pieza para decir algo. Y con uso me refiero, en este caso, a patinar en la rampa.
Chemi no es cualquiera. Graduado de la Escuela de Artes Plásticas y Diseño de Puerto Rico, ha participado en distintas bienales como la de Praga (2005), la Internacional de Pintura de Cuenca (Ecuador, 2004) y la Whitney (Estados Unidos, 2002).
Ha realizado proyectos que buscan acercar lo cotidiano al arte contemporáneo y proponen lecturas alternativas acerca de conceptos de la realidad política y social.
Cimientos
La primera rampa que construyó Rosado fue en los años 80, en el patio de su casa. Chemi creció en Vega Alta, en Puerto Rico.
"Mi vecino más cercano vivía a 10 minutos y no patinaba, así que construí esa rampa con lo que encontraba por ahí. Mi abuelo fue de las pocas personas que me apoyó en la idea de buscar madera en el campo. El resto fue a pulmón production. Siempre ha sido la patineta la que me dio eso: nadie lo va a hacer por mí. Ve, búscalo, encuéntralo, y hágalo", comenta el artista.
La segunda rampa la construyó en el 2000. "Me creí adulto por un tiempo y dejé de patinar. Sin embargo, una vez en mi estudio me entró curiosidad por saber si mantenía esa aptitud para construir otra rampa", explica.
"Luego me quebré el tobillo patinando y así fue como, de nuevo, me atrapó el skate".
Antes de saber que quería ser artista, Rosado pensó en estudiar arquitectura.
"Me encanta el dibujo. Ya tenía mi gran obra pensada, una rampa. Con el estudio y la vida llegue acá. Una vez que puse mi pequeño estudio en casa y miré libros de arte y de patinetas, todo se encontró", dice el artista.
Chemi Rosado no es cualquiera. Esa tarde del jueves, la hora pico de San José pasó inadvertida gracias al estruendo de las ruedas de las patinetas.
El espacio se hizo pequeño para todos aquellos que querían ser parte de la obra, sentirla, rayarla, caer sobre ella.
Y por esto es que la obra más significativa de Rosado no es tangible. Los efectos de la rampa viajarán en el espacio moldeando formas de entender el arte. Es una enseñanza, una moraleja que muchos temen aceptar: "el arte no es para los ricos, es para todos", dice Rosado.
Larga vida
Un elemento clave en la obra de Rosado-Seijo es que su trabajo trascienda la exhibición, por eso, al finalizar su período de exhibición, la rampa se trasladará al Parque La Libertad (PLL), en Desamparados, lo cual permitirá ampliar la oferta que realiza la institución en esta disciplina deportiva.
El "gran tazón"
Uno de los trabajos más reconocidos de Chemi Rosado es El bowl en La Perla (Puerto Rico), que realizó en el 2006 con los residentes.
La Perla fue uno de los barrios más peligrosos del Caribe. Según datos de la BBC Mundo, antes de 2011, el Administración para el Control de Drogas (DEA por sus siglas en inglés) estimaba que el negocio de la heroína dentro La Perla alcanzaba los $11 millones anuales. Además, detallaron que "la tasa de homicidios era siete veces mayor que la de toda la isla, que oscilaba entre los 19 muertos por cada 100.000 habitantes".
"Era un barrio muy marginal. Sin embargo, los locales quieren cambiar esa historia; por eso, en parte, nació la idea de hacer El bowl", comenta Rosado.
Era un espacio abandonado que Rosado y sus amigos transformaron. Cuando no funciona como parque y punto de reunión de los skaters, es una piscina que se llena con el agua salada cuando el oleaje es muy fuerte.
Para pintar esta obra, Chemi trabajó con el artista Federico Herrero y con el puertorriqueño Edgardo Larregui.