"Los recuerdos duermen dentro de nosotros durante meses y años, proliferando en silencio, hasta que son despertados por alguna tontería y, de alguna manera extraña, nos ciegan ante la vida”. Así escribió W. G. Sebald, prestidigitador de vidas reales y vidas falsas, traficante de memorias. Aquel escritor alemán sentía las vibraciones del agua y percibía su historia, sus heridas, sus arrugas.
Pensar en Sebald es sencillo al llegar a ese delta enervante que el artista Emanuel Rodríguez ha inaugurado en la Alianza Francesa de barrio Amón (y que estará en la sala hasta el 25 de febrero). Tres vidas confluyen en Sinonimia , una laguna de silencios. Uno nada entre imágenes fragmentadas, grabaciones íntimas, grabados alterados y una proyección abrumadora. No es fácil respirar.
Trabajando a partir de archivos, tres historias silenciadas se evocan en la sala. Dialogan así el arte irreverente –y desterrado– de José María Figueroa (1820-1900); la vida creada en imágenes, objetos y voces de Svetoslav S. (1909-1985), y la silenciada vida de Viviana Gallardo (1963-1981), cuyo asesinato en una celda ha sido uno de los grandes temas opacos de la historia política de Costa Rica.
“No me interesa tanto tener un producto final, sino este proceso de construcción”, confiesa Rodríguez; la muestra no exhibe respuestas, sino que abre espacios para que los espectadores hagan preguntas.
“Los documentos expuestos (...) provienen de archivos, partes de vidas, son materiales que indagan y reelaboran capas de historias, de nuestra historia”, escribe la curadora e investigadora Xiomara Zúñiga.
Dudas y abismos
Una mañana reciente, Emanuel Rodríguez se reunió en el espacio cultural con otros dos protagonistas de este proyecto: Zúñiga, quien realizó la investigación y la curaduría, y Adrián Flores Sancho, quien complementa Sinonimia con una parte editorial y textual. “Al meterlos a ellos en el proyecto, empieza a variar, porque ellos están generando ideas y preguntas”, explica Rodríguez.
Beneficiario de un proyecto de la Alianza Francesa, Rodríguez esbozó Sinonimia en la Cité Internationale des Arts, en París, donde investigó “cómo construir a partir de las imágenes y trabajar en pintura”. “He estado cuestionando las bases y la dirección que quiero seguir, y cómo seguir trabajando con pintura en estos tiempos”, explica Rodríguez.
Desde hace varios años, estudiando en Alemania y Australia, y exponiendo en Costa Rica, Rodríguez ha desarrollado una obra pictórica caraterizada por la fuerza expresiva, la deformación de sus personajes y el constante cuestionamiento de la representación. En ese sentido, esta primera etapa del proyecto Sinonimia es prolongación y profundización.
“Lo que quería, antes del inicio de este proyecto, era trabajar una visión más extendida de pintura que no tuviera que ver nada más con guindar cuadros en una pared, sino descascarar el proceso, cuestionarse mucho qué va a hacer y hacia dónde va a llevar esa pintura”, dice.
Para Zúñiga, este trabajo implica para Rodríguez pensar en la imagen pictórica también como “imagen-conocimiento, una imagen-idea”. “Las nociones convencionales de pintura lo que imaginan o ven es nada más un virtuosismo técnico (y tal vez otras cosas), pero lo que está detrás es un proceso de pensamiento, de investigación, de construcción que me parece bastante relevante que se muestre. Es muy valioso que en la exposición no hay pintura todavía”, dice la investigadora.
‘En este caso, la posición en la que él se ubica es un lugar de diálogo, de colaboración, de generar procesos de reflexión, pensamiento y cuestionamiento, y para eso se hace de esta manera interdisciplinaria. Me parece que eso es algo muy valioso porque permite un proceso distinto de una voz monolítica que se plantea llena de un aura de artista, desde un lugar muy problemático’, concuerda Zúñiga.
Así, Sinonimia se conforma de imágenes intervenidas del Cuaderno de Figueroa , el cortometraje La premonición y el texto Dicen que Beto Moreno ha muerto (cedidos con confianza por Miguel Regueyra y Alejandra Bonilla), un archivo de Svetoslav S., cuya vida elaboró Tatiana Monge, y un audio de Mariela Baltodano, así como textos de Flores.
De muchas maneras, tal exploración coloca a un artista como Rodríguez en un espacio de extrema vulnerabilidad, de porosa apertura, facilitados por diálogos con sus colaboradores. “Me gusta ver momentos de crisis en los que la persona no sabe lo que hace, que es lo que me pido a mí y lo que pido de la gente también”, comenta Flores.
También la historia se hace vulnerable, de manera más estremecedora en el caso de Viviana Gallardo (quien participó en una organización marxista duramente reprimida, fue acusada de homicidio y fue asesinada a los 18 años). Como explica Zúñiga, los archivos ponen en tensión tres formas de silencio: como ejercicio de poder, como forma de resistencia y como evasión o mentira.
Los “mecanismos de silenciamiento” que difuminan la historia son resistidos: “Hay momentos de nuestra historia que podrían ser muy enriquecedores porque podrían sacar las dudas, lanzar las preguntas, plantear los fallos, y son silenciados, acallados, tergiversados”, dice Zúñiga.
No hay espacio para el blanco y negro, no hay posibilidad de no tomar postura. “Cuando se ponen en un espacio en que los límites están más difusos es complicado leerlos, y para mí es un territorio que es importante plantear en estos momentos; no para cambiar la historia, sino para releerla de alguna manera”, agrega Rodríguez.
La duda misma es una posición política: preguntarse qué hay detrás de cada narración de la historia, remover sus aguas para ver los sedimentos al fondo de la laguna. Es lo que somos.
El proyecto ‘Sinonimia’, de Emanuel Rodríguez Chaves (con curaduría e investigación de Xiomara Zúñiga) se exhibe en la Alianza Francesa de barrio Amón hasta el 25 de febrero. El espacio se ubica en avenida 7, calle 5, 200 m al oeste del Instituto Nacional de Seguros. Tel. 2257-1438.
Nota del editor: esta nota se corrigió para consignar el nombre correcto de Mariela Baltodano.