La vida de Montxo Armendáriz parece estar marcada felizmente por el movimiento. Así lo confirman los viajes cargados de experiencias vitales que lo han acompañado desde su niñez y los desplazamientos de una filmografía en la que conviven la historia política, la vida rural y el retrato íntimo de una juventud que Armendáriz ha sabido representar con asombrosa precisión.
Durante este mes, el proyecto Preámbulo del Centro de Cine presentará varios de sus largometrajes, que han obtenido reconocimientos en los escenarios de los Premios Óscar, los Goya y el Festival de Cine de Berlín. Esta circunstancia excepcional sirve como pretexto suficiente para compartir con el cineasta una breve conversación sobre las constantes y los secretos de su oficio.
–Hablemos de Secretos del corazón (1997): un filme sobre la seducción infantil hacia lo desconocido que además funciona como una suerte de metáfora de la vida de su director.
– Sí, sin lugar a dudas. Esta película es quizá la más cercana a mi autobiografía; no es autobiográfica para nada pero sí está construida con personajes y situaciones que viví en mi infancia. Yo fui hijo único, no tenía otro hermano; esas no eran mis tías pero de alguna forma el entorno familiar que se cuenta era un entorno que yo conocí.
”Cuando era niño me fascinaba el misterio y el descubrimiento de ese mundo de los adultos. Nací en un pueblo muy pequeñito de Navarra, que es una provincia que está en el norte de España, el cual no tenía ni agua ni luz. A los seis años fui a Pamplona; vi coches y, de pronto, vi también lo que era el cine. Aquello me asustó inicialmente, pero después vi que el cine era como una ventana al mundo, a través de la que podía conocer otras realidades”.
”Secretos del corazón participa de todo eso. El niño protagonista va abriendo ventanas, va abriendo puertas y va conociendo un mundo que a él le parece muy misterio, como nos parece a todos en la infancia, cuando no conocemos algo, pero, una vez que lo descubres, ves que forma parte de la vida y que es lo más cotidiano y normal”.
–A propósito del cine como una ventana al mundo, ¿podría referirse al papel que ha jugado la cinefilia a lo largo de su carrera? No solo como un motor inicial para su profesión, sino ,incluso como una práctica que permite renovarse y reconocerse en otros directores y películas?
– Creo que, como bien dices, la cinefilia ha jugado en mi vida dos papeles. Yo no estudié cine sino electrónica, pero el cine me fascinaba desde pequeño y participé del cine club de la ciudad de Pamplona, donde vivía. Ahí fue mi primer contacto con la cinefilia; descubrí el cine y fui aprendiendo no solamente a entenderlo sino también a querer hacer cine.
“Posteriormente, la cinefilia no solamente acompañó el entendimiento del cine, sino también, como has dicho, el compartir con otros cineastas su entendimiento del cine, su forma de ver las historias, el cómo plasmarlas, cómo reflejar la realidad y cómo, de alguna forma, seguir modificando lo que ya conocíamos como un cine establecido”.
–Silencio roto (2001) es una película en la que juegan un papel muy importante lo no dicho y lo sugerido. ¿Podría comentar sobre las motivaciones detrás de ese filme?
–En España, después de la Guerra Civil, se dio un periodo en el que hubo una guerrilla formada por gente que se había escondido en la montaña durante la guerra y que, después de ella, no se resignaba al triunfo del franquismo. Esos grupos guerrilleros, conocidos como los maquis, siguieron peleando para desterrar al franquismo y recuperar las libertades perdidas. Tenían unas ideas muy claras al principio, ideas liberadoras, pero la propia práctica de la guerra de guerrillas hizo que se fueran pervirtiendo y que, muchas veces, fueran cayendo en aquello en contra de lo que querían luchar. Yo elegí ese periodo histórico para hablar de una época bastante desconocida en nuestra historia y para hablar de la validez de las ideas cuando, en la práctica, se produce lo contrario de aquello que se quiere defender.
–Me parece que, además, en la película el silencio se enfatiza mediante un gran mecanismo retórico: se habla de la Guerra Civil española una vez que ha quedado atrás.
–Sí, exactamente. Se parte de un hecho establecido, de un hecho consumado y, a partir de ahí, de las consecuencias que produce ese hecho. Esa es una época bastante ambigua y muy callada, de ahí el título de Silencio roto . Es una época en la que nadie hablaba y de la que nadie quería hablar posteriormente.
–En su filme No tengas miedo (2011) aparece otra vez la infancia, pero ya no como el momento del despertar hacia lo desconocido, sino como un periodo oscuro y traumático que la protagonista intenta dejar atrás. El filme revela un procedimiento que parece habitual en varias de sus películas: el abordaje del tema de interés de manera indirecta.
–Exactamente. A mí lo que más me interesa en el cine no es lo explícito sino lo ambiguo; aquello que no se explicita, sino que se dan las pautas para que el espectador participe de esa historia y sea él mismo quien juzgue, valore y saque las conclusiones. En este caso en concreto, me interesaba tratar el tema del abuso sexual infantil y las consecuencias que eso conlleva porque conocí varios casos, a través de amigos psicólogos y psiquiatras, y me pareció una lacra terrible. Estos abusos condicionan la vida cotidiana de las víctimas a unos niveles realmente desastrosos.
”Yo quería hablar de todo ello, pero quería hablar también, sobre todo, de la capacidad de supervivencia: de poder enfrentar la adversidad y superarla. De ahí esta historia de superación callada, en solitario, de una forma casi estoica, que es lo que desgraciadamente ocurre con la mayoría de las víctimas, pero diciendo que se puede salir de ahí, que se puede volver a ser una persona integrada dentro de la propia sociedad.
”En esta película jugué mucho con la elipsis porque me interesaba lo no contado; es decir, que no quería caer en lo morboso o en todo aquello que de alguna forma podría suponerse al recrear el abuso sexual. Entonces utilicé el fuera de campo, la elipsis y todos esos recursos narrativos porque además creía que todo esto le daba más entidad dramática al propio relato. Para mí es mucho más duro el tener que imaginar cómo puede llegar a ser un abuso real que verlo”.
–Esos recursos narrativos parecen dar cuenta, otra vez, de las constantes formales de su filmografía y del papel que juega en ella la cinefilia. Por ejemplo, recuerdo que en la escena inicial de M, el vampiro de Düsseldorf (1931), el abuso infantil se produce también fuera de campo y el efecto no podría ser más contundente.
– Sí: hay una utilización de estos recursos, quizás un poco reiterativa, en la mayoría de mis películas. Tasio (1984) es una película montada fundamentalmente sobre elipsis narrativas. Para mí, lo que realmente transmite mayor emoción y una mayor sensación de dramatismo siempre es aquello que no se muestra. De ahí que, por ejemplo, me cuesta muchísimo disfrutar del gore , que me parece un género absolutamente válido y que mucha gente disfruta, pero que me emociona poco porque es absolutamente explícito.
–Tasio, su primer largometraje, es una película filmada hace más de tres décadas. ¿Qué piensa de su largo y fructífero recorrido como cineasta?
–La verdad es que no puedo más que mirarlo con muchísima satisfacción. Si hace 30 o 40 años alguien me hubiera dicho que ahora iba a estar hablando contigo, que iba a viajar a Costa Rica a presentar algunas de mis películas, o que iba a ir a los Óscar de Hollywood o al Festival de Cannes, o al de San Sebastián o al de Berlín, me hubiera parecido un sueño absolutamente inalcanzable. Entonces, desde ese punto de vista, no puedo verlo más que con satisfacción y con cierto orgullo.
”Sin embargo, por otro lado, soy una persona bastante insatisfecha o bastante autocrítica, y en ese sentido considero que todavía tengo muchísimo que aprender del cine y que todavía tengo muchas cosas que podría plasmar en historias.
”No reniego para nada de ninguna de mis películas. Creo que cada una, como te he dicho, responde a un momento, a un tiempo y a unas intenciones determinadas. Dentro de ese contexto, todas me han enseñado muchísimo. Lo que me gustaría es poder seguir adelante”.
La retrospectiva en Preámbulo
Estas son las películas que se ofrecerán en Preámbulo:
Silencio roto: domingo 7, a las 4 p. m.
No tengas miedo: jueves 11, a las 7p. m., con presencia del director Montxo Armendáriz.
Secretos del corazón: viernes 12, a las 7 p. m., con presencia del director Montxo Armendáriz
Tasio: domingo 14, a las 7 p. m.
Obaba: domingo 21, a las 7 p. m.
Todas las películas se proyectarán en la sala Gómez Miralles del Centro de Cine (barrio Amón, San José, detrás de la sede central del Instituto Nacional de Seguros).
La entrada es gratuita.
Tasio (1984)
Tasio trabaja como carbonero desde los 14 años en un pequeño pueblo navarro de la sierra de Urbasa. La vida cambia pero el monte permanece siempre igual: abrupto y hermoso. Ese es el escenario de sus juegos infantiles, pero es también el lugar donde encuentra el sustento para su familia. A pesar de que es la época del éxodo rural en busca de un futuro mejor, cuando se hace adulto Tasio prefiere quedarse y vivir en el monte, en la más absoluta soledad.
Secretos del corazón (1997)
Javi, un niño de nueve años, lleva a su amigo Carlos hasta un viejo caserón situado en las afueras de la ciudad. Según el hermano de Javi, allí tuvo lugar un crimen pasional y las voces de los muertos aún se pueden oír en el sótano de la casa. El misterio que rodea este caserón deshabitado es el inicio de una búsqueda y de un aprendizaje que muestra, a través de la mirada de Javi, el miedo y la fascinación por lo desconocido.
Silencio roto (2001)
Invierno de 1944. Lucía, joven de 21 años, regresa a un pequeño pueblo de montaña. Allí encuentra a Manuel, un joven herrero que colabora con los maquis : guerrilleros que, ocultos en la sierra, no se resignan al triunfo del franquismo. Lucía empieza a sentirse atraída por Manuel, sobre todo por el valor que muestra al jugarse la vida para defender sus ideas. Cuando, por fin, Manuel se echa al monte, Lucía descubre la inhóspita realidad de la vida en la montaña.
Obaba (2005)
Lourdes es una joven que emprende un viaje a las tierras de Obaba. Lleva una pequeña cámara de video con la que quiere atrapar la realidad de ese mundo y sus gentes. Quiere captar el presente y pronto descubre que quienes viven allí están anclados en un pasado del que no pueden o no quieren escapar. Gracias sobre todo a Miguel, joven desenvuelto y alegre con quien entabla amistad, va conociendo retazos de sus vidas: de su niñez, de su juventud y de sus ilusiones perdidas.
No tengas miedo (2011)
Silvia es una joven marcada por una oscura infancia. Con apenas 25 años decide rehacer su vida y enfrentarse con las personas, sentimientos y emociones que la mantienen ligada al pasado. En esa lucha contra la adversidad, contra sí misma, irá aprendiendo a controlar sus miedos y a convertirse en una mujer adulta, dueña de sus actos.