… en el Reino del Revés
cabe un oso en una nuez
[…] y un año dura un mes
[…] un señor llamado Andrés
tiene 1530 chimpancés,
que si los miras no los ves
María Elena Walsh
Los agujeros de gusano, estudiados teóricamente por el físico Stephen Hawking, son puertas a través del espacio-tiempo, entradas tan diminutas que no las vemos. Sin embargo, si lográramos expandirlas un poco, meteríamos por allí naves espaciales y viajaríamos tanto al pasado como al futuro. La física cuántica es tan sorprendente como el Reino del Revés de María Elena Walsh, y ambos, tan mágicos como los poemas de Algunos sueños y otros paraísos .
En el mundo observado y sentido por Byron Espinoza, un árbol alza vuelo, y hace que sus nidos floten en otras galaxias. Y lo mejor es que existe un regreso. Así, el traslado es posible cada segundo de todos los siglos.
El de Byron es el reino de lo posible. En el poema Estreno , por ejemplo, describe situaciones propias de los circos cuánticos: “un mono con antifaz / imita el canto de las piedras”, “Un escarabajo sin paracaídas / se lanza de este verso y baila”, todo es allá y es aquí. El poema concluye con la siguiente invitación: “Cuando terminés de leer el poema, / vení conmigo. // Aquí tengo / nuestras dos entradas”. Entonces, además de que desde sus versos se lanzan escarabajos y bailan, a mí como lector se me invita, de primera mano, a acompañarlo nuevamente al estreno.
Los poemas que Byron nos comparte son espirales de versos; como en la cinta de Moebius, fluyen, van, vuelven, nos reencuentran, en una lectura exquisita.
Muchas veces se procura meter a los niños en el “reino de la razón” para alejarlos del asombro, de los amigos invisibles, de los peluches que hablan, de los barcos de papel que convierten una tina de agua en un puerto con tiburones y relámpagos. Byron sostiene los mundos intangibles de la creatividad y del gozo, los suelta, como los hilos de un quipú, para que sigamos reconstruyendo lo leído.
En Este poema , dice: “El poema que habitó esta página / hace un par de minutos / ya no está. // Cuando los duendes del tiempo / tomaron las agujas del reloj / y colocaron la más pequeña en el número 9 / y la más grande dos rayitas antes del 6, / el poema que dormitaba sobre esta página / se frotó los ojos, estiró los brazos / y, después de guardar cada uno de sus versos, / sin decirle nada a nadie, se marchó. // Al no haber (ya) poema / (aunque te parezca estarlo leyendo), / tenés al frente una hoja en blanco: / acá te dejo unos cuantos lápices de color / y varias crayolas”.
En el Reino del Revés hay un poema que ves y luego no. En el universo cuántico de Hawking existen los pliegues dimensionales que harían aparecer y desaparecer un poema de esa manera. Además, nos daría la posibilidad de construir nuestra propia realidad a partir de nuestra mirada, y para eso nos deja Byron los lápices de color y las crayolas.
Este libro mágico está lleno de circunstancias similares y asombrosas. En Historia de un fantasma , el protagonista, un fantasma, quiere escribir su propia historia, pero en lugar de iniciar con el común “había una vez”, decide empezar con “No había ninguna vez”.
Y así, la invitación queda hecha desde esta ventana en la que observo el amanecer. Gracias Byron Espinoza.