La noche de cierre del 30.° Festival de Coreógrafos Graciela Moreno fue una fiesta en el Teatro Nacional. Si algún bailarín del público dudó alguna vez de su vocación, la veterana Nandayure Harley se encargó de recordársela con fuerza.
Con voz suave, Nanda –como se le dice con cariño– inicia el espectáculo Bailar por siempre , un relato sobre su batalla con la danza y con su cuerpo. Es la lucha de todo bailarín. “Someterse al ritual diario de la vida, del entrenamiento, es lo que define al bailarín”, declara la artista sobre el escenario.
Harley tiene 62 años. Ha estado presente en 27 festivales de coreógrafos y ha bailado por cuatro décadas. Conoce su arte y los sacrificios que implica, y el público del Teatro Nacional, lleno la noche del domingo, se lo agradece.
Los asistentes, muchos de ellos bailarines o amantes del movimiento, aplauden y ríen ampliamente las confesiones de dolor, de placer y de confusión de una bailarina – que es todas las bailarinas–.
“Sin entrenamiento, el bailarín no existe”, sentencia Nandayure. Bailar por siempre estalla con energía, con secciones de poderoso ritmo que las faldas con vuelos de Nanda celebran. La veterana se coloca frente a un espejo, en el cual, claro está, se refleja el público.
Cae el telón y Nanda sale dos veces a escena; incluso regala unos segundos más de contoneo sensual. La directora del teatro, Adriana Collado, leyó un emotivo recuento del festival, el esfuerzo de sus creadores y la contribución de Harley, a quien entregó flores.
Reconocidos. La coreógrafa dedicada del festival cerró cinco días de presentaciones de nuevas coreografías de artistas emergentes y consagrados. En total, 2.250 personas asistieron a verlos. Al final, la fiesta de la noche perteneció a los jóvenes bailarines.
Pablo Marín fue reconocido en la categoría de primera incursión por Fumando un cigarrillo y Kimberly Ulate por A la Revienta Cincha , mientras que la categoría de expertos fue declarada desierta.
Tras el acto, Pablo Marín celebró su reconocimiento, especialmente por el impulso que da a su proyecto Inquieta RES Arte Escénico . “Estamos trabajando muy duro porque queremos vivir de la danza, que es lo más importante. Queremos poder crear y proyectarnos”, comentó sobre el estado de la danza joven. “Se necesitan incentivos fiscales que permitan que se pueda sostener la vida como artista”, declaró.
Si el esfuerzo resulta agotador, al menos los bailarines recordarán aquella noche.
Premiados con sello joven.
Primera incursión: Pablo Marín, por Fumando un cigarrillo.
Iniciados: Kimberly Ulate, por A la Revienta Cincha.
Premio del público: Iván Saballos, por Sujeto XYZ.
Mejor vestuario: Mario Núñez, por Fumando un cigarrillo (Pablo Marín).
Mejor bailarín: Mario López, por Sujeto XYZ (Iván Saballo).
Mejor bailarina: Wendy Chinchilla, por Anomia Standard (José Raúl Martínez).
El jurado principal estuvo conformado por Fedra Andrea Roberto, Erick Montes Chavero y Ritama Muñoz.