Tanto tiempo ha estado Lucho Barahona cerca del teatro que muchos le llaman maestro. ¿Cómo ven otros teatreros su huella?
“Él es mi padrino del teatro”, afirma la actriz Marcela Ugalde. “Estudié teatro con él, y fue él quien me dio la primera oportunidad de trabajar en teatro”, asegura. Ugalde participó en la inauguración del Teatro Lucho Barahona, en 1994, con Añejo burdel .
“Evidentemente, es un amante y un apasionado del teatro; sumamente trabajador, entregado, paciente, con una gran visión, pero, sobre todo, un luchador, en un medio tan difícil para nuestro país”, dice Ugalde.
“Lucho fue uno del cuarteto, cuando vinieron Alejandro, Bélgica y Dionisio. Nos ayudaron porque fueron los primeros, junto con los Catania, que empezaron a vivir de un teatro”, cuenta Eugenia Chaverri. La forma en que lo enseñaron fue trabajando “de sol a sol”, dice.
“Trabajé cinco años seguidos con él y aprendí a construir personajes cómicos y aprendí el arte de dirigir comedias de enredos”, cuenta Sergio Paniagua, quien nombró el Teatro El Ángel-Tibás en honor del trabajo de Barahona.
“Es muy puntual, muy ordenado, muy exigente consigo mismo y con los actores”, continúa Paniagua. “Él dirige a cada persona según su personalidad y, como es tan caballero y decente, sabe cómo decirle las cosas a cada uno”, agrega.
El actor Luis Fernando Gómez actuó en algunos episodios de Hay que casar a Marcela . Gómez señala que “el repertorio, constancia y calidad” de Teatro El Ángel fue una lección.
“El grupo marcó una huella muy profunda en el movimiento teatral costarricense independiente porque apareció en un momento en que se estaba consolidando el movimiento profesional”, dice.
“Lucho, un maestro y compañero hasta el día de hoy”, dice Eugenia Fuscaldo, quien trabajó desde temprano con el Teatro El Ángel. “Es una persona sumamente disciplinada y sumamente entregado al teatro”, concluye.