ANTIQUITIES-KENNEDY-LSPR-061912 Aris Tsaravopoulos, left, and Gely Fragou, both former government archaeologists, at the National Archaeological Museum of Athens, Greece, May 3, 2012. Greek budget cuts are affecting archaeology, where scholars fear irreparable losses to ancient artifacts and historical scholarship. (Eirini Vourloumis/The New York Times) (EIRINI VOURLOUMIS)
KItira, Grecia. En fecha reciente ha aparecido un impactante anuncio público en noticiarios de la televisión griega enfocado a crear conciencia, en el cual se muestra a una niñita paseando con su madre por el Museo Nacional de Arqueología de Atenas, una de las joyas de la corona cultural del país.
La niña se aleja de su madre y, mientras se para sola ante una estatua de mármol de 2.500 años de antiguedad, una mano repentinamente se desliza desde atrás, cubriéndole la boca y arrancándola de ahí.
Al instante, reaparece la niña, al parecer sin daño alguno, pero con la mirada distante ante un pedestal vacío: los secuestradores no iban por la niña, iban por la estatua.
Este anuncio, producido por la Asociación de Arqueólogos Griegos, es un recordatorio más inmediato de un robo a mano armada de docenas de artefactos de un museo en Olimpia en febrero, entre persistentes insuficiencias de seguridad en museos a lo largo del país.
Sin embargo, el mensaje central de la campaña – Los monumentos no tienen voz. Deben tener la tuya – es un ataque mucho más amplio a los profundos recortes culturales que se están aplicando como parte de las medidas de austeridad impuestas a Grecia.
El pueblo ya siente los efectos de los recortes a la cultura, a medida que galerías en museos y, a veces, museos enteros sufren cierres esporádicos.
Sin embargo, arqueólogos y curadores griegos e internacionales advierten de que las verdaderas consecuencias de los recortes no saltarán a la vista plenamente durante años y serán mucho más funestos para antiguos artefactos y la erudición histórica.
A lo largo de los últimos seis meses, docenas de los arqueólogos más experimentados del Estado han sido obligados a retirarse anticipadamente como parte de una reducción de 10% del personal dentro del Ministerio de Cultura y Turismo. En los últimos dos años, el personal arqueológico se ha reducido de 1.100 a 900.
Los académicos dicen que las reducciones están empezando a ocasionar precisamente lo que dramatiza el anuncio por televisión: la desaparición de antiguedades. Los principales culpables no son quienes roban museos y saqueadores de sitios de antiguedades, sino dos fuerzas incluso más traicioneras que ahora tienen menos controles sobre su poder: los elementos y los tractores de urbanizadoras.
En el lecho seco de un río en una mañana de abril, en la isla de Kitira, el exarqueólogo del Gobierno Aris Tsaravopoulos, quien fue expulsado de su puesto en noviembre, destacó un sitio donde una sección de la margen del río había colapsado durante una tormenta unos cuantos meses antes.
Había cientos de piezas de cerámica minoica diseminados a lo largo de todo el lecho conforme se extendía hacia el mar Mediterráneo, más probablemente del segundo milenio antes de nuestra Era, algunas de ellas pintadas con patrones florales que aún eran de un rojo intenso. Tsaravopoulos, quien dirigió proyectos arqueológicos y supervisó excavaciones extranjeras en la isla durante más de 15 años, dijo creer que el sitio pudiera formar parte de una tumba o un antiguo tiradero.
En años anteriores, Tsaravopoulos habría organizado una excavación de emergencia en un sitio como ese. Ahora, destacó, ya no puede hacer nada sino alertar a colegas sobrecargados de trabajo en el servicios arqueológico del Estado, con escasas esperanzas de que cualquier trabajo de rescate se ha haga a tiempo.
Los arqueólogos griegos están siendo orillados a centrarse casi exclusivamente en el aspecto más burocrático de sus empleos: inspecciones de sitios de construcción por la presencia de antiguedades enterradas. Esto significa que la erudición académica es puesta en suspenso indefinidamente.