Como ciertos políticos, los buenos fotógrafos cuidan su imagen, pero con mejores resultados. Las pruebas del cuidado de los fotógrafos están aquí, en una antigua casa señorial de San José, donde se exponen 39 fotografías de 15 artistas. La exhibición se llama Central colectiva 02 y se ofrece en la Galería Central.
“Es una muestra arbitraria”, expresa el curador Esteban Chinchilla, uno de los inspiradores de Central, casa que alberga una galería fotográfica, una librería especializada en cine, el Café Rojo y estudios de posproducción de audio y video.
La variedad-arbitrariedad está en los temas que presentan las fotografías pues incluyen retratos, paisajes e interiores de casas. También son varias las técnicas (blanco y negro, colores, fotos digitales y de celuloide). Sin embargo, los artistas se hermanan en el afán de transmitirnos las formas más acabadas de su arte, que captamos con el expresivo silencio de la vista.
“Casi todos los expositores tienen menos de 25 años”, añade Chinchilla en el centro de una sala cuya ventana generosa nos regala la ilusión de volverse una pecera.
Caras vemos. Esteban señala la obra de Jimena Torres, licenciada en fotografía de la Universidad Véritas, quien presenta cuatro retratos de jóvenes tristes y pensativos, o que piensan en su tristeza.
La artista Gloriana Sandoval ofrece dos retratos de caras anónimas: están cubiertas, y los personajes se sitúan en lugares domésticos, obscuros y extraños.
Ambas artistas conservan algunos cánones clásicos –como situar al personaje en el centro de la foto–, mas no pretenden brindar una “escena hermosa”, sino intensa (Torres) o inquietante (Sandoval).
Matías Sauter nos brinda una foto impresa en papel metálico. Es una obra en gran formato de una niña, y corresponde a una serie de retratos trabajados con tanta naturalidad que parecen haber carecido de posproducción.
Pablo Murillo expone fotografías en blanco y negro: algunas, obscuras. Todas penden de cordeles y se intercalan con textos manuscritos del mismo Pablo. Ellos aluden irónicamente a las fotos, en las que aparecen personas cuyas caras se han suprimido con cortes circulares: la expresividad reside en los cuerpos y en el entorno.
Mariela del Risco trae dos fotos documentales de escenas campestres: en una, dos muchachos reposan junto a un río; en la otra, dos caballos “conversan” en una nube de hojas verdes.
Gloriana Ximendaz exhibe dos fotografías en gran formato de una serie de un centenar de bustos de mujeres enfermas de cáncer. En una foto se percibe una mastectomía hecha a una paciente que, quizá a causa de su pobreza, no recibirá una recuperación estética, anota Esteban Chinchilla.
Casas y paisajes. De Andrés García Lachner se exponen tres fotos de mediano formato: una caja de plástico solitaria en una calle aun más solitaria; un ave muerta sobre un tronco, y una llanta en una orilla de barro (tomada desde arriba). Son escenas no preparadas, documentales, pero a la vez armónicas y de bello dominio de la luz.
“Andrés ha exhibido estupendas fotos de paisajes”, afirma Esteban Chinchilla. Según el curador, las exposiciones deben ser oportunidades para que los artistas brinden fotos distintas, ajenas a los motivos habituales en cada fotógrafo.
Fabiola Sandí Cano, también licenciada de la Universidad Véritas, exhibe una foto de un caballo campestre de atenta mirada, y otra donde dos ancianos aquietan un domingo de arena en una playa de Punta Leona. Son fotos hechas en celuloide, muy ampliadas, de modo que se aprecia el “grano” clásico de las películas, hoy poco usual debido a las cámaras electrónicas.
La artista Lores De Sousa ironiza con una maja semidesnuda, alusión a las dos majas pintadas por Goya (desnuda y vestida). Sobre la fotografía, De Sousa aplicó capas de pintura que crearon una máscara de aspecto precolombino. Es la foto que recibió más posproducción de toda la muestra.
Andrés Orozco es un estudiante que expone dos fotos de una joven, de espalda y de frente, vestida con unos pantalones rojos sobre un fondo de este color. Orozco recupera el motivo del desnudo –o del semidesnudo–, olvidado un poco en la fotografía artística de hoy.
Interiores y exteriores. La expositora más joven es Rebeca Jiménez, quien aporta tres fotos tomadas con un teléfono móvil. Una fotografía muestra ropa tendida; otra, la ventana de una tienda de vestidos femeninos; la última, el interior de un baño casero. Son fotografías “accidentales”, pero de armoniosa composición.
Danilo Reuben es un sociólogo aficionado a la fotografía y exhibe una fotografía en blanco y negro de un aparato hidrante de bomberos que lanza un chorro al aire en Poasito. La segunda foto corresponde a una casa de campo holandesa y a su reflejo en un canal, pero Chinchilla la colocó “de cabeza” logrando un llamativo efecto.
Carlos Hurtado expone una obra de gran formato con una sangrienta riña de cinco perros tomada en la ciudad de Colonia (Uruguay). Al contrario, Maricruz Tovar exhibe una apacible foto de una mesa y unas sillas en un jardín de árboles muy altos, pero la placidez del lugar engaña pues corresponde a un sitio de la extinta Yugoslavia asolada por una guerra civil.
El chileno Tadeuz Jalocha empleó una cámara Hasselblad para ofrecer una foto publicitaria en la que dos manos se han cubierto de pinturas amarilla y azul, en un contraste alegre y luminoso.
Daniela Morales, de la Universidad Véritas, expone la fotografía de las piernas de una joven. No se ve la cabeza, pero un pie está herido y vendado, y las manos cruzadas en resignación: una imagen conmovedora y desolada.
En un baño de la casa, Esteban Chinchilla expone 600 fotos de pequeño formato (las contamos como una sola), en las que rostros de artistas, escritores, músicos, actores, deportistas... nos miran sorprendidos: retratos “anticanon” pues son horizontales, sin espacio de contorno y con un flashazo inmisericorde en la cara. El efecto es extraño y divertido. El efecto es extraño y divertido. En esta ya conocida antología facial, el problema lo tienen quienes no aparecen...
Proyectos a la vista. Ninguna foto de la exhibición lleva fecha ni título porque se trata de que el espectador se concentre en la imagen. En San José no hay otros lugares solamente destinados a exponer fotografías, y, en este aspecto, Central va a la vanguardia de la imagen. Los organizadores de las exposiciones son los fotógrafos Esteban Chinchilla y Pablo Cambronero.
En este año, la galería presentará una exhibición dedicada a fotos de animales, y es posible que también se exhiban obras de Antonio Turok, un prestigioso fotógrafo documental mexicano.
Las exhibiciones duran aquí unos dos meses. A la vez, se brindan conferencias, mesas redondas y cursos dictados por los fotógrafos que muestran sus trabajos.
“Es importante recalcar el carácter inclusivo de la galería. Esperamos mostrar exposiciones de fotografías en fotocopias, exhibiciones que rescaten el espíritu purista de la fotografía análoga, muestras colectivas de fanáticos del Instagram, paisajismo de alto nivel, y otras propuestas”, manifiesta Esteban Chinchilla.
Lo dicho: como aquí, a diferencia de ciertos políticos, los fotógrafos cuidan su imagen; y, cuando les sale mal, al menos piden disculpas. Felizmente, no deben pedirlas los artistas de Central colectiva 02.
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Estación Central. La Galería Central está en la calle 9 (casa 927), a la par del Centro Costarricense de la Producción Cinematográfica, en San José. La exposición puede visitarse de domingo a jueves de 2 p. m. a 8 p. m.; los viernes y los sábados hasta las 10 p. m., hasta el 31 de enero. Teléfono 2222-0505.
En Internet: www.central.cr