María Alejandra Triana Cambronero ma.aletriana@gmail.com
E n el dorso de algunos cuadros de la colección de arte de Nicholas Niko Baker hay una pequeña anotación que dice “Galería Forma”. Bien se hace en suponer que estas palabras indican que las obras fueron expuestas o vendidas en una galería que tenía ese nombre. El apunte se escribió a mano con una letra que parece de arquitecto –quien haya visto la caligrafía de un arquitecto sabrá lo que esto significa–; sin embargo, la anotación no solo cuenta eso, sino mucho más.
Arte y galerías. El lugar registrado en el reverso de las obras corresponde a la Galería Forma, fundada por el artista, arquitecto, educador, gestor cultural y probable autor de la inscripción: Rafael Ángel Felo García. Este espacio de exhibición y venta de arte se inauguró a finales de los años 60 y permaneció abierto hasta mediados de los años 70.
Entonces, el mercado del arte en Costa Rica era incipiente. La siguiente cita se tomó de una nota anónima aparecida en La Nación del 28 de abril de 1967 y hace referencia al contexto:
“Hace días, en efecto, fueron instaladas e inauguradas con toda solemnidad dos galerías en San José, la Galería L’Atelier y la Galería Amighetti, que ocupan lugares céntricos y muy bien decorados y donde cuelgan valiosas obras de muchos de nuestros mejores pintores nacionales. Sabemos también que está por inaugurarse otra galería, bajo la dirección del conocido arquitecto y pintor nacional don Rafael García, que llevará el nombre de Galería Forma. Con ésta, serán tres las galerías de arte que habrá en esta pequeña ciudad”.
Esas galerías no fueron las primeras en el país. Por ejemplo, se tiene noticia de otra galería, también llamada L’Atelier, dirigida por el intelectual y poeta Arturo Echeverría Loría en los años 40.
No obstante, el redactor de la nota es perspicaz en su observación. En efecto, el ambiente artístico estaba creciendo. Había nuevas galerías privadas y comerciales, y, desde inicios de los años 60, el Estado había comenzado a impulsar la creación de sus propios espacios expositivos.
De igual manera, desde finales de la década anterior habían empezado a gestarse otras entidades y algunos proyectos estatales dedicados a promover las artes visuales, la música, la danza, el teatro, las letras, la historia, etc.
Como lo señala la historiadora del arte Eugenia Zavaleta Ochoa en su libro La construcción del mercado de arte en Costa Rica: políticas culturales, acciones estatales y colecciones públicas (1950-2005) , las políticas culturales del Estado benefactor (1950-1978) parecen haber sido determinantes en este desarrollo cultural multifacético, que encontró momentos cumbre en las décadas de 1970 y 1980, tanto en el ámbito público como en el privado.
El coleccionista. Niko Baker era uno de los concurrentes de la Galería Forma; además, era buen amigo de su propietario y de varios otros artistas costarricenses, cuyas obras eran exhibidas o vendidas en aquel y en los otros espacios expositivos, públicos y privados, que se habían multiplicado en San José en los años 70 y 80.
Con toda probabilidad, don Niko también solía visitar varios de esos otros lugares, así como el Museo de Arte Costarricense , fundado en 1977. Allí podían apreciarse el arte contemporáneo y el arte histórico del país en todo su esplendor. En este rico contexto surgió su faceta de coleccionista de arte costarricense.
Baker es actor graduado en la Real Academia de Artes Dramáticas de Londres y exdirector de espectáculos de la British Broadcasting Corporation (BBC).
Baker también llegó a ser parte fundamental de aquella ebullición. Conciertos Internacionales, Istmofilms y la Sala Garbo son algunos de los proyectos que concretó como promotor de las artes escénicas y cinematográficas. Ahora, varios de estos son capítulos importantes del presente de la vida cultural de San José.
La colección. La mayoría de los artistas representados en la Colección Baker se han convertido en valores indiscutibles. Junto con otras colecciones estatales y privadas que también se formaron en la segunda mitad del siglo XX, este conjunto de obras muestra cómo la figura humana retomó gran fuerza en el país en los años 70 y 80, tras el impulso que había tenido la abstracción en los dos decenios anteriores.
En ese entonces, artistas como Rafa Fernández y Fernando Carballo –ampliamente representados en la muestra que se exhibe en ConArte-Restauración– exploraron con fervor las posibilidades de la neofiguración.
Esa tendencia se caracterizó por la búsqueda de nuevos horizontes para la interpretación de las formas humanas, recurriendo a múltiples posibilidades de esquematización, deformación y cromatismo para enfatizar la subjetividad y la expresividad.
Buena parte de la selección ejemplifica algunas de las maneras en las que el cuerpo femenino ha sido visitado y revisitado por los artistas como fuente de significación y como objeto de exploración formal y estética.
Ello puede verse en Fernández y Carballo, así como en las obras gráficas y escultóricas de Francisco Zúñiga que se exponen, en las cuales el artista plasmó figuras macizas y monumentales representativas de su visión sobre la realidad latinoamericana.
La muestra incluye valiosos acentos de un pasado más distante. Sobresalen creaciones de Tomás Povedano, Teodorico Quirós, Fausto Pacheco y el Francisco Zúñiga de los años 30. Por todo lo anterior, la Colección Baker es una ventana a un periodo trascendental de la historia de la plástica costarricense.
Así como una anotación en el reverso de una pintura nos trajo hasta aquí, otros detalles de esta y otras colecciones esperan por ser explorados para seguir redescubriendo este pasado.
La exposición-venta de la Colección Baker se ofrece en ConArte (Urbanización Montelimar, Calle Blancos, San José), de lunes a viernes de 9 a. m a 5 p. m., hasta el viernes 4 de diciembre. Teléfono: 8312-3130. Facebook: Conarte