Victor Valembois valembois@ice.co.cr
Este segundo producto literario de Nacer Wabeau se presenta a los lectores después de varios años de ausencia, posteriores a “Sin voz ni techo”. Que en los dos títulos consta la proposición “sin” revela de entrada una paralela voluntad de protesta: el narrador la pone sobre el tapete para que el lector reaccione. Por lo demás, los dos trabajos se diferencian sustancialmente en lo espacial, siendo que la primera obra se circunscribe a Costa Rica.
El nuevo producto resulta sustancialmente más ambicioso, en páginas, en uso del lenguaje y en gravedad de denuncia. Todo va centrado en torno a un personaje “Omar” cuya historia se relata en dimensión tricontinental, entre África, Europa y la América del norte.
Señala la contraportada que “esta novela [está] basada en hechos reales” y, de repente, siendo el autor un auténtico trotamundos por las partes geográficas citadas, entra la sospecha de que tiene una buena dosis autobiográfica. Aquello, en sí no es lo más relevante: lo que importa es la autenticidad que se respira, aunque esta quede en lo verosímil.
Ahora bien, que las fronteras entre novela, crónica y ensayo a veces resultan escabrosas, lo prueba de sobra este libro.
Tiene visos de crónica porque se nota una macrosecuencia en tres partes: Argel en Argelia, París en Francia y Nueva York en los Estados Unidos; ello va pareado con una voluntariosa microsecuencia, única a lo largo del conjunto: la casi permanente ausencia de la amada, uno de los factores para medir el tiempo; pero, además, en la medida en que sobre todo la tercera parte transcurre en detención, por varias vías existe la voluntad diaria de no dejarse destronar por el dios Cronos.
Tiene la obra también visos de ensayo. Más de uno dirá que demasiado porque a través de su personaje (especie de alter ego ) el colega defiende una tesis: Condenado sin proceso resulta ser un grito artístico contra el desconocimiento mutuo, pese a la cacareada globalización.
En la primera parte se esmera el autor por dar a conocer la llamativa diversidad cultural y lingüística en Argelia, su país, en difícil convivencia. La colonización francesa trajo consigo gran-des progresos, también contribuyó al desencadenamiento de na espantosa guerra civil.
Huyendo de ello, el protagonista se inserta maravillosamente en la gran cultura francesa y la disfruta, pero el azar (vocablo árabe, por cierto) lo lleva a Nueva York donde, después de gratos momentos también de riquísimo despliegue cultural, le toca por desgracia ser sospecho de terrorista islámico. Todo el abanico geográfico se ve ricamente ilustrado por un Omar-Nacer que (salvo poco didactismo) logra contagiar al lector hacia planteamientos universales y humanistas, en tolerancia constructiva.
Tiene la obra desde luego también gran cantidad de escenas meramente ficticias, de enlace narrativo, de acoplamiento en cantidad de fluidos diálogos y de situaciones sugerentes, todo en hermoso arte verbal (donde a veces aflora algún galicismo).
Ahora bien, esos tres componentes estructurales (lo ensayístico, lo novelesco y la crónica), que aquí armonizan se ven complementados: a lo largo de la creación, desde un hermoso epígrafe de Lorca (por cierto, de denuncia), hasta en una especie de Leitmotiv de acostarse-leyendo-poesía, también la lira se hace presente en significativo concierto. Es hermoso el empeño del profesor Wabeau. Desde una paleta polimorfa logra una creativa unidad artística.
Entre deleite y sensación de horror, el receptor no quedará indiferente. Abierto y preparado, se beneficiará por el esfuerzo. Debe prevalecer la voluntad de romper estereotipos que, igual por aquí, abundan, indestructibles como la mala hierba.
Por su capacidad constructiva lograda a pura forja, el autor felizmente logra evitar escollos fatales: un adoctrinar fatal e insoportable contra el mismo fundamentalismo religioso islámico que combate, lo mismo que sale pluma en ristre contra pre-juicios y generalizaciones, otra forma de extremismo, por la excesiva mirada al ombligo occidental como por desgracia suele prevalecer por este lado del Atlántico.
Este libro es una lectura enriquecedora, para un público selecto.