Las manos de Pastora Jackson están esculpidas por la tradición. Teje a mano, así como le enseñaron sus abuelas: unas veces entrecruza la hebra, en otras ocasiones mejor la enrolla.
No usa nada más que las hojas de la planta de senco (de la familia de las palmas) que suele encontrar a unos pasos de la puerta de su casa. Ellas les dan el soporte necesario a las canastas.
En una de las visitas que hizo a su comunidad el diseñador José Pablo Alvarado, este le propuso diseñar una silla. Él se comprometió a hacer la estructura en madera; ella solo tenía que tejer.
“Cuando doña Pastora me enseñó el material, me pareció que era muy versátil y permitía hacer muchas cosas. Todo fue muy espontáneo”, dijo Alvarado.
“Le metimos mucha cabeza hasta que logramos terminar la silla”, dijo Jackson cuando se le preguntó sobre el proceso creativo junto al diseñador Alvarado.
Pastora Jackson es indígena bribri del clan Duirigak y la colección de muebles
Es más, otra silla de su autoría se expuso a inicios del 2011 en la feria conocida como Casa Pasarela, la cual también tiene lugar en la ciudad de Madrid.
Aparte de sillas y taburetes, Jackson y Alvarado trabajan mesas, alfombras y relojes. “Lo que se quiera inventar, pues se inventa”, dijo la artesana, quien encontró en su tradición una fuente de trabajo e ingreso para su familia, así como una manera de dar a conocer la cultura nativa del costarricense.
Este proyecto trabaja con indígenas bribris y bruncas en la búsqueda de posibilidades económicas.
“La idea es que la artesanía se vea como alternativa para grupos que están en desventaja por falta de fuentes de trabajo y oportunidades”, explicó Cecilia Mora, de RSE Consultores.
Para Juanita Sánchez, indígena bribri del clan Yëyëwak, el acercamiento con la artesanía era tan cotidiano que no pensaba que podía generarle una fuente de trabajo. En su caso, ella hace jícaras, maracas y tambores. “Antes esto no se vendía y ahora se puede vender. Entonces, es un medio para obtener ingresos”, indicó Sánchez.
Con respecto a los bruncas, los artesanos trabajan textiles y máscaras de madera. También se beneficia a dos comunidades: Boruca, donde viven 3.000 habitantes, y Rey Curré, de 350 personas.
Es más, en asociación con el diseñador de modas Álvaro Núñez, los indígenas bruncas han desarrollado una colección de prendas de vestir a partir de textiles propios de su cultura y tradición.
Con el objetivo de comercializar los objetos confeccionados por las comunidades, se creó la marca
“Siempre usamos el ie´pa”, dijo Sánchez sobre el uso cotidiano de la expresión que brinda un sentido de comunidad.
“El trabajo de
En este proceso de desarrollo de la marca fue cuando se involucró Alvarado en el proyecto. Empezó siendo consultor de imagen corporativa y dirigió unos talleres de creatividad. En uno de los talleres surgió la idea de la silla “Kèkóldi”.
“Desde el punto de vista de diseño, no solo se pensó en lo estético, sino también en lo funcional. Un buen diseño va más allá de verse bien”, dijo Alvarado.
Así fue como se gestó esta colaboración entre artesanas y diseñadores. Todo, con el fin de propiciar nuevas ideas y productos que pudieran ingresar a otros mercados nacionales e internacionales más allá del suvenir.
“Yo lo que hacía era motivarlas para que diseñaran y propusieran sus ideas”, expresó el diseñador de mobiliario y miembro de la Asociación de Diseñadores de Madrid.
Para él, el material y la posibilidad de darle un uso más contemporáneo, permitió desarrollar el concepto de colección y así se pudo dar a la artesanía indígena un valor de diseño.
“Este es un producto integral en lo social, económico y ambiental. Cumple con los principios del diseño sostenible y permite visibilizar la marca país en todos sus productos”, destacó Alvarado.
Allá, en Talamanca, Jackson sigue tejiendo canastas y bolsos. Las vende en un puesto de artesanías ubicado en Puerto Viejo, Limón.
También continúa con Alvarado ideando nuevos diseños, perfeccionando los existentes y mostrando que el arte indígena puede reinventarse a partir de la tradición.