18/03/12 Paseo de las Damas en San Jose. se presento Vadear (Alexander Caravaca)
En medio de un silencio solemne, el paseo de las Damas se transformó ayer en una pasarela urbana sobre la cual se desplazaron rodando 65 “gusanos de seda” del tamaño de un ser humano.
Envueltos en un saco de gasa que simulaba un capullo, un grupo de jóvenes costarricenses y colombianos rodaron cuesta abajo, muy lentamente, por este tramo de 600 metros que comunica a la antigua Estación de Ferrocarril al Atlántico con el Parque Morazán.
Este peculiar desfile fue una de las intervenciones urbanas programadas dentro del Festival Internacional de las Artes (FIA).
El performance se llamó
Sus atuendos, transparentes y delicados, pasarían de un color beige inmaculado a un lienzo ennegrecido luego de recoger a su paso infinidad de partículas de mugre y aceite adheridas al pavimento.
“Esos son los verdaderos limpiacalles”, bromeó una señora.
Una vez iniciado el desfile, un silencio similar al de una misa, funeral o procesión se apoderó del ambiente como si existiese un protocolo de comportamiento para observar el paso de los gusanos.
Las personas no hablaban o, si lo hacían, era en voz baja. La gente tampoco se atrevía a cruzar de una acera a otra por respeto o temor a interrumpir aquel ritual.
Los gusanos avanzaban a su propio ritmo. Sus movimientos reposados, pero a la vez espontáneos, denotaban una disciplinada preparación física y psicológica.
“Aquí participan jóvenes involucrados con las artes como actores, bailarines, músicos, pero también hay ingenieros, sociólogos, microbiólogos. Ellos recibieron seis horas de entrenamiento”, explicó Chaverra. El concepto de la obra, según su directora, se inspira en la necesidad de cuidar el agua.
“Los movimientos de los cuerpos se asemejan a las ondas, y su desplazamiento es una metáfora del agua que corre”, dijo Chaverra.
A doña Margaret Sibaja, vecina de San José, el espectáculo le comunicó un mensaje positivo:
“Me da la sensación de que ellos están encerrados en un capullo, pero están a punto de despertar a la vida para convertirse en alguien. Sus movimientos me recuerdan las olas del mar, y además son muy artísticos y delicados”, opinó.
Pamela Cunningham, vecina de Moravia, aplaudió la actuación por novedosa: “Es algo diferente de lo que una está acostumbrada a ver. El sentimiento que me transmite es de desesperación; el capullo me da la idea de una persona atrapada en su cotidianidad, en la vida moderna, y que rueda sin rumbo”.
Luego de dos horas de rodar, los gusanos llegaron a su destino final y se liberaron de su capullo.