Este domingo, el Festival de Coreógrafos Graciela Moreno despidió su última edición con un homenaje al Conservatorio Castella y la entrega de tres categorías de premios.
El jurado internacional –conformado por los coreógrafos mexicanos Gabriela Medina, Javier Contreras y Ulises González– entregó dos de los galardones de la noche.
Medina leyó el fallo del premio entregado por el Teatro Nacional para las cuatro obras que participaron en la categoría de creación temática de "memoria". Tres de esas cuatro coreografías fueron elegidas para presentarse juntas en el 2018, en un espectáculo nuevo, bajo la dirección de un coreógrafo invitado.
Las seleccionadas fueron No. Nunca pasó, de Josué Mora; Si la hubiera conocido antes, le hubiera declarado mi amor, de Alejandro Rivera Gómez y José Raúl Martínez; y Benjamín, de Camilo Regueyra. El fallo de la selección puede leerse en la última sección de este artículo.
Contreras presentó los ganadores de una nueva categoría que, según se anunció el sábado, sustituyó al premio de mejor vestuario, entregado por la Alianza Francesa. El juez ofreció una "residencia" de formación en la institución que dirige en Ciudad de México, Centro de Investigación Coreográfica. El premio de la Alianza tiene un valor total de $1.000 (serán invertidos en algunos gastos de viáticos de los dos ganadores).
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"En virtud de las características de lo que pensamos que puede ofrecer la formación dancística en México y de cara a los procesos de dos creadores, ambos ricos y cargados de posibilidades, consideramos un empate entre Josué Mora Campos y Camilo Regueyra", leyó Contreras frente al público.
Para la entrega del premio compartido fueron llamados al escenario el presidente de Copa Airlines Vacations, una representante de la Alianza Francesa (Maria Estelí Jarquín) y la directora de la compañía Ex-Ánima, Ana María Moreno (quien iba a ser la encargada del eliminado premio de vestuario).
Por otro lado, la Asociación Nacional de Trabajadores de la Danza seleccionó a un ganador masculino y una ganadora femenina en la categoría de mejores intérpretes.
El primer reconocimiento fue entregado al bailarín William Retana, quien no participó en las cinco piezas que estrenó el festival, sino que fue parte del elenco de una de las obras ganadoras del 2016 –En el frágil hilo de la memoria de Luis Piedra– y una de las obras de repertorio invitadas del festival –Pulsión de Luis Piedra, estrenada en el Festival de Coreógrafos del 2008–.
La segunda estatuilla fue entregada a la bailarina y coreógrafa Catalina Zeledón quien estrenó la pieza Quimérica como parte de la competencia temática con el tema de "memoria".
Institución homenajeada
El director del Teatro Nacional inauguró la noche con una serie de agradecimientos a colaboradores del festival, a los coreógrafos del Castella y al director de la institución, Roberto Guzmán, quien destacó que es la primera vez durante 34 ediciones del Festival de Coreógrafos que se realiza un homenaje a una institución, en lugar de a una persona.
"Nos sentimos sumamente honrados de que nos hayan tomado en cuenta. Muchísimas gracias", dijo Guzmán. "El desafío más grande es mirar hacia al futuro. Los mejores años para el Conservatorio Castella están por venir".
Antes de la ceremonia de premiación, se presentó la obra homenaje Creer, crear y crecer con cuatro coreografías de exalumnos del Castella. La dirección fue de Nandayure Harley.
La pieza incluyó la video danza Un día en la máquina de sueños, de Erick Jiménez; ADN en preludio y tres actos, de Jorge Hernán Castro; Mis recuerdos y los otros, de Carmen Calderón; y Crear, danzar, vivir de Henriette Borbón.
Fallo de las piezas ganadoras del premio del Teatro Nacional
No. Nunca pasó de Josué Mora
"Por ser una obra congruente, arriesgada, que maneja recursos sencillos pero no simplistas. Y porque desde una metáfora clara explora las distintas maneras de relacionarse con la propia memoria".
Si la hubiera conocido antes, le hubiera declarado mi amor de Alejandro Rivera Gómez y José Raúl Martínez
"Por ser una obra que maneja eficazmente los vínculos entre el presentar y el representar, que contrasta inteligentemente el tiempo verbal de la memoria y el presente de la acción y porque hace un uso discreto de la emotividad".
Benjamín de Camilo Regueyra
"Por hacer un uso inteligente de la tecnología y de un lenguaje de movimiento directo, arraigado en las formas kinéticas (sic) cotidianas, para plantear una lectura clara con respecto a las diferentes densidades y obsesividad de la memoria".