Leopoldo María Panero , que escribía en llamaradas, falleció este jueves en la Gran Canaria, tras 10 años de recluimiento voluntario en un hospital psiquiátrico.
Poeta transgresor y llamado “maldito”, Panero era considerado uno de los más innovadores de los poetas españoles de la segunda mitad del siglo XX, al lado de la recién fallecida Ana María Moix y Pere Gimferrer (parte de los llamados Nueve Novísimos ).
A los 17 años se le diagnosticó esquizofrenia y, desde entonces, estuvo recluido en múltiples centros de salud. Falleció en el Hospital Psiquiátrico de Las Palmas de Gran Canaria, un sitio que siempre despreció.
“Padre, me voy; / voy a jugar en la muerte, / padre me voy.”, anunciaba en uno de sus poemas. Tuvo una vida difícil, relatada en el cine en varias ocasiones. Su familia estaba llena de poetas, de los cuales los más prominentes fueron su padre, Leopoldo, y Juan Luis, muerto en el 2013. Su madre fue la escritora Felicidad Blanc.
El documental El desencanto (1976), mostró a su familia en pleno trance de la desintegración del franquismo – su padre fue falangista y su familia vivía en eterno conflicto–. En 1994, Después de tantos años se volvió a fijar en la familia atormentada.
En el 2004, Enrique Bunbury y Carlos Ann le dedicaron un disco, con canciones que tomaban sus poemas como letras: Leopoldo María Panero .
Legado. Se llamaba a sí mismo “monstruoso”, pero no loco. Fumaba. Fumaba más. Bebía Coca-Cola y leía. Derrochaba poemas que crearon escuela a través de unos 60 libros.
“Leopoldo María Panero fue (y lo será, sin duda) uno de los grandes poetas del siglo XX, que escribieron en español. Más allá de su biografía personal, trágica en muchos aspectos, su obra raya en la genialidad. Fue un poeta superdotado, como muy pocos hay en nuestros tiempos”, considera el costarricense Carlos Francisco Monge.
“No paro de escribir. La única esperanza que me queda es la literatura, que es lo que me salva la vida”, declaraba Panero. Era su gran tema: la vida, cómo soportarla y cómo afrontarla.
“La locura existe, no así su curación. Al contrario de lo que se piensa, lo malo es el consciente, no el inconsciente”, declaró a El País en el 2001 .
En sus momentos de lucidez, creó una poesía que es ahora indeleble.