Agamenón va a la guerra de Troya y regresa a casa. Aunque lleva años embistiendo su cuerpo y arma contra los troyanos, en su casa encuentra el verdadero campo de batalla.
En La Orestíada , Esquilo describe –en tres obras– la caída de una familia violentamente disfuncional: una madre envenenada por el resentimiento, un padre empecinado con obedecer al destino de los dioses, un hijo con sed de venganza.
El viernes 10 de marzo, el Teatro Nacional estrenará una versión del montaje dirigida por Luis Fernando Gómez. Además de las obras de Esquilo, Gómez abre el montaje con otra tragedia griega, Ifigenia en Aulis de Eurípides.
El montaje completo inaugurará las funciones del 2017 del programa teatral Érase una vez... , coordinado con el Ministerio de Educación Pública.
Las ocho funciones de La Orestíada se extenderán hasta el domingo 19 de marzo en diversos horarios.
Las entradas tienen un costo entre los ¢8.000 y los ¢15.000 en la boletería física del Teatro Nacional y el sitio web www.teatronacional.go.cr
Retrato familiar. Clásico entre lo clásico, La Orestíada se desarrolla en la ciudad griega de Argos, lugar en el que Agamenon –interpretado por Leonardo Perucci– domina tierra, ejército y, en su hogar, a su sumisa esposa y madre de sus hijos, Clitemnestra – encarnada por Ana Clara Carranza–.
“El patriarcado es total. Agamenón es un militar de carrera que ha combatido varias veces con su hermano Menelao y a él le cae el churuco de ir a rescatar su mujer (Helena), a la que raptó Paris y se la llevó para Troya”, explica Perucci sobre los antecedentes de la historia.
En ese contexto, Luis Fernando Gómez presenta a la familia de la tragedia en el medio de una violenta decisión. Agamenón accede a sacrificar a su hija Ifigenia –Nereida Rojas– para que sus barcos zarpen hacia Troya.
“En el tiempo de los griegos, ellos sabían lo que iba a pasar. Ellos sabían quién era Agamenón. En los tiempos actuales no”, comenta el director de la obra, Luis Fernando Gómez.
Así, la trilogía acuñada por Esquilo opera en parte como un documento histórico de una tradición oral –los griegos cantaban las épicas de sus héroes más prominentes– y como una moraleja adoctrinadora.
“Su relación con Clitemnestra... Agamenón no le toma para nada el parecer a ella con respecto a la muerta de su hija Ifigenia. Ella ruega, se tira al suelo, le toma las manos y él es inflexible. Le duele cumplir con su tarea pero lo hace igual”, asegura Perucci sobre la motivación del personaje a cumplir con el destino de los dioses.
El luto de Clitemnestra desencadena la primera búsqueda de justicia de la obra. Justicia que ella aplica con un violento asesinato a su esposo.
“¿Qué le puede pasar a una persona para llegar a matar?” , se pregunta Ana Clara Carranza. “Doy gracias porque no creo en la ley del Talión, de ojo por ojo, pero creo que me invita a reflexionar. Hay mucho que tenemos (en escena) para vernos reflejados y poder cambiar”.
El tercer y último asesino de la historia es el hijo de la pareja, Orestes – interpretado por el actor Bernardo Barquero–.
“Aparte de haber estado exiliado y errabundo de su patria desde niño, él regresa al reino, no solamente a reclamar lo suyo, sino a vengar la muerte de su padre. No solamente es el dolor familiar y político que está viviendo, sino el dolor propio: por la muerte de su padre, por tener que vengarlo con la muerte de su madre”, detalla Barquero.
La resolución de las venganzas la entregan los dioses griegos: Apolo –José Manuel Elizondo–, quien castiga a Orestes y Atenea –Ivonne Brenes–, quien restablece, como nuevo orden, un sistema de derecho.
“La historia de la familia representa la historia de la ley de la sangre. Sangre por sangre. Lo que Esquilo hace, por medio de la divinidad, por medio de Atenea, es instaurar un nuevo orden legal, que es lo que podríamos llamar la institucionalización de la legalidad. Una nueva manera de la justicia”, asegura Gómez.
Actores y directores coinciden en el reflejo contemporáneo: la obra de Esquilo, escrita 450 años antes de Cristo, esboza conflictos, familiares e internos, que continúan repitiéndose a lo largo de la historia.
Pensar en justicia. El director del Teatro Nacional, Fred Herrera, valora que La Orestíada puede ser un punto de partida para discutir el origen del sistema de justicia moderno.
Por esta razón, el año pasado, la Corte Suprema de Justicia se alió con el Teatro para invertir en la producción del montaje.
El costo total de La Orestíada fue financiado por esa colaboración y un patrocinio del Banco de Costa Rica –cada entidad aportó ¢15 millones al presupuesto de la producción–.
“Realmente es fundamental. Zarella Villanueva (presidenta de la Corte) dijo que ella pedía que fuera presentada porque es una forma para educar a la juventud. Los derechos hay que pelearlos, hay que mantenerlos. La Corte Suprema de Justicia sabe que es una inversión en educación. Tenemos un total de siete funciones para estudiantes y están totalmente llenas. Ahí estamos cumpliendo una parte esencial del compromiso de Érase una vez... ”, afirmó Herrera. Con tal misión en mente, La Orestíada llega a escena.
El Teatro Nacional estrenará La Orestíada el viernes 10 de marzo a las 8 p. m. Los sábados 11 y el 18 de marzo, ofrecerán funciones a las 8 p. m. Los domingos 12 y el 19 de marzo la función será a las 5 p. m. Entre semana, el Teatro Nacional ofrecerá funciones desde el miércoles 15 de marzo y hasta el viernes 17, todas serán a las 8 p. m. El costo de las entradas oscila entre los ¢8.000 (galería) y ¢15.000 (butaca). Pueden comprarse en las boleterías física y digital del Teatro Nacional. Para más información puede llamar al 2010-1129.