Iván Molina Jiménez / ivan.molina@ucr.ac.cr
Ricardo Fernández Guardia (1867-1950) se convirtió en una figura central de la intelectualidad costarricense de finales del siglo XIX y primera mitad del XX, debido a su doble condición: de escritor e historiador. En ambos casos, produjo obras fundamentales en un momento en el cual tanto la literatura como la historiografía apenas empezaban a desarrollarse en el país.
Además, realizó una brillante carrera como funcionario público (empañada luego por su colaboración con la dictadura de Federico Tinoco). Poco sorprende que, en tales circunstancias, su hermano León (1871-¿1942?) tendiera a quedar en la sombra.
Por su origen social y relaciones de parentesco, los Fernández Guardia estaban vinculados con algunas de las principales familias costarricenses. Eran hijos del abogado León Fernández Bonilla, historiador, fundador y primer director del Archivo Nacional (1881), y de Isabel Guardia Gutiérrez, hermana de Tomás Guardia Gutiérrez. La prolongada dictadura (1870-1882) de este último impulsó una modernización decisiva del Estado y de la sociedad que fue la base, a mediados del decenio de 1880, de las reformas liberales.
Estos cambios institucionales reforzaron el poder central, actualizaron la legislación vigente, promovieron la separación del Estado y la Iglesia católica, fortalecieron la expansión capitalista, iniciaron de manera sistemática la construcción cultural de la nación costarricense y favorecieron la democratización de la política.
Entre 1889 y 1909, Costa Rica se sumó a la primera oleada mundial de democratización (según la periodización de Samuel P. Huntington).
León Fernández Guardia
Además de crecer en una familia ubicada en el centro de la vida política e intelectual del país, Ricardo y León se beneficiaron de una excepcional educación en el exterior, dado que vivieron y estudiaron en Europa durante el exilio o las labores diplomáticas de su padre (especialmente en Francia).
Muy poco es lo que se conoce de León. De acuerdo con el investigador José Ricardo Chaves, fue editor de la revista teosófica Virya en 1908 y del Magazín Costarricense en 1910. Aunque Chaves indica que fue abogado, su nombre no figura en los registros respectivos de los graduados en leyes, pero sí consta que impartió lecciones de Historia en el Colegio Superior de Señoritas y en el Liceo de Costa Rica.
En 1934, León dirigió el periódico Defensa Nacional , órgano de la Liga Anticomunista, dedicado a combatir el comunismo costarricense. El primer número de este medio de comunicación circuló en setiembre de 1934, en el contexto de la gran huelga bananera de ese año.
Al igual que otros liberales formados en el positivismo de finales del siglo XIX, los Fernández Guardia también fueron atraídos por el creciente interés que despertaron las ciencias ocultas en el periodo anterior al inicio de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), en particular por el espiritismo.
Historia y literatura. León incursionó en la historiografía al publicar en la década de 1930 un manual de historia de Costa Rica que conoció dos ediciones, pero que no logró rivalizar con la Cartilla histórica que Ricardo publicó en 1909 y que se convirtió en la obra básica de referencia para escuelas y colegios. En 1910 publicó una crónica del terremoto de Cartago, ilustrada con fotos de Amando Céspedes Marín.
No se dispone por el momento de una recopilación de los materiales de ficción publicados por León, lo cual impide determinar cuándo fue que empezó a incursionar en esta actividad; no obstante, algunos relatos suyos figuran ya en las revistas culturales de inicios del siglo XX.
De esos textos, el que tuvo más éxito fue el relato titulado El número 13013 , dado a conocer en El libro de los pobres (1908), y luego reproducido en la antología de escritores alajuelenses Hemos escrito (1921), en una nueva edición de El libro de los pobres (2007) y en la recopilación editada por Chaves, Voces de la sirena (2012).
Además, una versión en inglés de ese cuento circuló en 1925 en Inter-America , una revista del Carnegie Endowment for International Peace, que tenía amplia difusión internacional (se desconoce quién hizo la traducción y las razones por las cuales se consideró importante traducir y publicar ese relato).
13013. El relato mencionado es de particular interés porque se apartó de las corrientes que prevalecían en la literatura costarricense de inicios del siglo XX, dominadas por el costumbrismo y el realismo, y se aproximó a géneros literarios muy poco cultivados en el país en esa época, como la ciencia ficción, el policíaco, el de terror y el fantástico.
Al analizar esta narración, Chaves destacó que respondía a las preocupaciones teosóficas del autor, en particular su interés por el hipnotismo, y resaltó que la trama fue influida por el texto Los hechos en el caso del señor Valdelomar de Edgar Allan Poe.
Uriel Quesada también mencionó el carácter fantástico del cuento de León, y destacó que se trata del primer relato conocido publicado en Costa Rica en el que se advierten rasgos policíacos. Si bien carece de un detective y de un proceso de investigación que culmine en la resolución del caso, la narración es posible por la confesión hecha por el asesino.
Desde una perspectiva similar, se puede afirmar que el cuento presenta contenidos que permiten relacionarlo con los géneros del horror y de la ciencia ficción, al recuperar el tópico del médico que logra –en este caso, mediante el hipnotismo– burlar a la muerte.
Precisamente por esas características, la traducción del relato es significativa, ya que todo indica que fue uno de los primeros cuentos latinoamericanos, afín a los géneros literarios ya referidos, en circular en el idioma inglés a escala internacional.
Recuperación. Recientemente, el relato de León fue reproducido una vez más, en español y en inglés, por Alambique , una revista de ciencia ficción y fantasía, patrocinada por la University of South Florida. Con esta iniciativa se avanza en la recuperación de esa literatura latinoamericana que, por apartarse de las corrientes dominantes de la época en que fue dada a conocer, quedó en el olvido.
Desde el punto de vista de la investigación literaria costarricense, la recuperación del relato de León es importante no solo por su carácter innovador y experimental, sino porque constituye un llamado de atención para empezar a explorar, de manera sistemática, este tipo de literatura de género. Como lo detalló Chaves, tal producción narrativa ha estado presente a lo largo del desarrollo de la literatura nacional, pero ha tendido a ser dejada de lado por los especialistas en dicho campo.
Empezar a conocer mejor al menos conocido de los Fernández Guardia podría abrir nuevas vías para comprender más ampliamente la cultura y la política de las que ambos formaron parte y a las que contribuyeron a construir y a transformar.
El autor es historiador e investigador del Centro de Investigación en Identidad y Cultura Latinoamericanas de la UCR.