El Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC) se ha puesto a usar todo su nombre; en consecuencia, nos ofrece la exposición D’aquí: Ensayo para la construcción de una colección de diseño . Se incluyen más de un centenar de objetos de factura popular o de diseñadores, e incluso muestras del entendimiento logrado por artesanos y artistas académicos.
En el MADC, objetos que no se conocían se dan la mano que no tienen: ollas, mesas, tejidos, chorreadores de café, escobas desbrujadas, mecedoras indecisas, almohadones reposados, chanchos ahorrativos, gigantas enanas, machetes de respuestas cortantes, dibujos de pollos vestidos cual gente comepollos, letreros a los que solo les falta hablar, vales bilingües de guachimanes ilegales, y conos iconográficos, y así, hasta lo más inesperado siempre que los hayan hecho el amor, la tradición y el arte.
La idea original surgió al examinar la colección de diseño del MADC. “Nos pareció que faltaban cosas representativas, y, para definirlas mejor, decidimos consultar a especialistas en arte y pedir opiniones a quienes desearan proponer objetos mediante nuestra página en Facebook”, explica Fiorella Resenterra, directora del MADC.
Algunos objetos carecen de diseñador conocido: son tradicionales, y otros llegaron del extranjero. Entre tales piezas figuran el chorreador viajero (plegable), la cuchara de madera, el comal, la olla de hierro, los vasos de casco y de media Luna, la vajilla de aluminio, la rejilla para asar tortillas, la prensa de patacones, el moledor de granos, el molinillo casero, el metate, el anafre, la jaba, la maceta, las escobas, el garabato, el chonete, los zapatos Splitt, las botas de caucho, la nigüenta...: una sinfónica de colores que tocan nuestra música.
En cambio, la empresa Plex Studio brinda el Chorreador de café 2.0, una versión estilizada de acero inoxidable y material plástico.
“En nuestro país, el diseño ha evolucionado enormemente en los últimos años, y el MADC es el espacio adecuado para que se conozcan sus trabajos”, añade Resenterra.
Buena suma. La exposición sirve para divulgar la suma de los esfuerzos de creadores populares con los de diseñadores de formación académica.
Así ha ocurrido con los tejidos de mujeres borucas que el diseñador Álvaro Núñez adquiere para incluirlos en los bolsos que crea. “Mi aporte como diseñador ayuda a crear fuentes de trabajo para las artesanas. Se resalta así el valor de preservar, para las futuras generaciones, sus productos, de sello nacional”, afirma Núñez.
A su vez, Alfonso Vega ( Pocho ) presenta Mismas caritas , miniaturas de comparsas de las cimarronas, trabajo para el que recibió apoyo de los diseñadores Ana Barrientos y Sebastián Vásquez. La colección La Luna sobre Sarchí brinda almohadones bordados por 70 vecinas de Concepción de Naranjo, coordinadas por la diseñadora María del Mar Gómez.
“Para las bordadoras, el valor estético está al servicio del valor social. Nuestra prioridad es crear empleos para mujeres que no tienen oportunidades laborales. Para lograrlo de modo económicamente sostenible, nuestro producto debe ser de la mejor calidad y ofrecer un alto valor estético”, opina Gómez.
Las cédulas llevan indicaciones sobre los valores que pueden contener los objetos: cultural, social, ecológico, reciclable, estético o económico. En todos los casos se incluyen detalladas explicaciones gráficas sobre la forma como se construyen las piezas y acerca de sus usos más frecuentes.
“Recibimos colaboración de muchas personas, quienes hicieron las fotografías y los dibujos explicativos”, indica Valeria Rodríguez, asistente de la dirección del museo.
Algunas ilustraciones pertenecen a Ana Patricia Hernández, Adriana Ramírez, Juan Gabriel Madrigal, Marcelo Jiménez y el grupo Holalola Costa Rica .
Ciertos objetos –como un comal y una olla– presentan diseños “intuitivos”, logrados por eliminación de formas que resultaban más caras o menos prácticas: darwinismo artesanal. Muy distintas son las piezas que exhiben formas creadas por diseñadores profesionales que procuraron apariencias más estéticas.
Manos inspiradas. Los arquitectos Judith Lizano y Daniel Zamora crearon la mecedora Jérwö, hecha con una bobina de cable eléctrico. “Debido a la necesidad de aprovechar los residuos de procesos productivos, como una carrucha, se crea un objeto con un nuevos valores estético y utilitario. La madera y sus cicatrices le refuerzan su carácter rústico”, describe Lizano.
Rodolfo Morales diseñó la banca Encuentro sobre la que se posa un tejido hecho por Luz Alfaro, de la Fortuna de San Carlos. Los materiales son madera de pino, esponjas recicladas, sacos sintéticos y desechos de retazos de tela.
El ingeniero industrial Luis Carlos Velázquez exhibe la mecedora Mandarina, que integra la modernidad y la tradición. “La mecedora se inspira en dos objetos comunes en las casas de la Costa Rica rural de antaño: las hamacas y las mecedoras. La parte de modernidad son la elección de las formas, el material y el proceso de manufactura, asistido por computadora. El ensamblado es manual y artesanal”, explica el diseñador.
Espumas para buses se llaman las “esponjas personalizadas”, depósitos de monedas decorados al gusto de choferes de ómnibus. El popular invento corresponde a Ghiselle Jiménez, vecina de Desamparados (San José).
Una serie de fotos exhibe los letreros que el artista popular Gerardo Picado hizo trazando letras con cinta adhesiva, sobre las que pinta un color único. Al retirar las cintas, se ven las letras. Su trabajo dio lugar al proyecto de investigación Mr. Masking , del diseñador Alfredo Enciso.
“En la calle, la gente se para a verme hasta que termino un letrero. ‘Tiene un don en las manos’, me dicen,” recuerda Gerardo Picado.
“Don Gerardo desarrolla su identidad creando y puliendo su estilo tipográfico. Para él, un rótulo no es un simple adorno: debe ser primero efectivo y luego estético”, manifiesta Enciso.
Pollos y vigilantes. A su vez, el Proyecto pollo, del artista Juan Manuel Betancourt, quien expone fotos de alucinantes letreros donde emergen pollos multitasking, omnes habiles, polimorfos, incluso surfistas. Un pollo insolidario lleva a un pollo cocinado hacia una mesa.
“El ingenio gráfico popular es fantástico. Durante los ocho años que llevo documentando el proyecto, la variedad de pollos que he visto es infinita. El pollo nos rodea: ahora es imposible que no lo notemos”, advierte Betancourt.
A su vez, el Proyecto guachi, del arquitecto Julián Mora, exhibe una colección de vales dados (id est, esto es, impuestos) por cuidadores de autos. En los vales, la icónica y el humor populares alcanzan alturas francamente inalcanzables, y lo inverosímil conquista lo imposible.
“Con las exposiciones de motos y de lucha libre mexicana logramos que llegasen personas que habitualmente no visitan museos; esperamos tener el mismo éxito ahora”, dice Fiorella Resenterra.
Algunos temas quedarán para exhibiciones siguientes, como los tipos de materiales que se emplean en los objetos, y como los diseños de los instrumentos musicales, adelanta Valeria Rodríguez.
En estética, las definiciones se invaden mutuamente. Es incierto fijar los límites entre arte y artesanía, entre diseño y utilidad.
El diseño es un presagio mental de un objeto futuro; por tanto, todo objeto creado es hijo del diseño, aunque sea simple.
Sobre el tablero de la artesanía, el arte juega luego sus hermosas partidas de ajedrez. El diseño inteligente existe y desea hablar aquí, en el MADC, con nosotros.
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La casa de las cosas. El Museo de Arte y Diseño Contemporáneo se ubica frente al parque Nacional de San José. Horario: de lunes a sábado de 9:30 a 5 p. m. Teléfono 2222-3489. La exposición se ofrecerá hasta el sábado 23 de noviembre.