Para el arquitecto del Teatro Nacional, William Monge, los daños que se presentaron en el foyer del inmueble tras su apertura al programa “Música al atardecer” fueron inesperados.
“No veíamos venir lo que iba a pasar y por eso es que tampoco pedimos permiso al Centro de Patrimonio”, dijo Monge.
“Cada año más de 100.000 personas pasan por las puertas de nuestro querido Teatro Nacional para disfrutar la cultura nacional e internacional que se presente. Por lo tanto, no solamente el foyer, sino todo el Teatro recibe un desgaste constante”, dijo la anterior directora, Jody Steiger.
La actual jerarca de la institución, Adriana Collado, echó atrás con varias decisiones de Steiger en busca de lo que considera “un balance” entre la conservación y el disfrute para el público.
“La gente venía aquí y había personas que casi se acostaban en los sillones. La tela no es original, pero la estructura sí lo es y se desgasta”, dijo Collado.
Ahora, las personas no pueden ni sentarse en los sillones, ni entrar a los dos pequeños salones anexos, antiguos cuartos de fumado para caballeros (el del norte) y damas (el del sur).
Además, una barrera guía ahora al público visitante para caminar únicamente por los costados y no por todo el salón, como se permitió desde el 2009.
“Música al atardecer” continúa, pero las sillas del público serán colocadas –cuando haya presupuesto para comprarlas– sobre un linóleo. Además, los músicos pueden seguir usando el salón de fumado de caballeros como camerino, pero se prohibirá el acceso de amigos y familiares, como venía sucediendo.
Finalmente, en el foyer ya no se autoriza la presentación de grupos con más de seis músicos. Cuando superan ese número, van al salón principal.