Después de una gira por Venezuela y el Caribe, varios ticos y panameños se desprendieron de la orquesta de Lubín Barahona y en 1959, en Aruba, formaron el conjunto Panatico. En una foto tomada en ese año, en el club Palm Beach de Aruba, aparecen los panameños Napoleón Bright, pianista, y el trompetista Johnny Rubberlegs, Robalé. Los ticos son: Ernest Francis White, conocido como Palá (contrabajo); Óscar Coca Flores (batería) y Manuel Rojas (trompeta). En el grupo fundador participaron músicos de diversas nacionalidades: Armando Cruz, arubano, encargado de las tumbas, y el nicaragüense René Tercero, cantante. En esa vieja foto aparece el tico Eduardo Viada, cónsul en aquellas islas y empresario que estimuló la presencia de nuestros artistas en el Caribe.
Ya en Costa Rica, el grupo se reforzó con el saxofonista Quincho Prado, el trompetista Enrique Barahona, el pianista Lucho Velásquez, y los cantantes Mosquill, Rudy Torres, Freddy Quirós (conocido como Tin Tan ) y Cirilo Sinclair. En distintas épocas estuvieron Marco Tulio Zamora ( Tukios ) en la percusión; Álvaro Macho Ávila en la guitarra eléctrica; Pibe Hine en el piano, y los cantantes Fernando Quesada y Melba.
Timbre musical único. La mayoría de los músicos que pasaron por el conjunto Panatico eran negros, de cultura afrocaribe, y esto influyó en el timbre musical que caracterizó al grupo. Por ejemplo, la interpretación de calipsos marcó la presencia de estos artistas. Otro factor importante fue la reunión de destacadísimos músicos, especialistas en sus respectivos instrumentos, quienes dieron al Panatico un sonido particular. Un tercer aspecto se refiere a las giras que cumplió el grupo por el Caribe, lo cual influyó en el sonido que lo hizo popular.
Hay que destacar la presencia de panameños y limonenses en ese escuadrón musical, lo que se tradujo en una expresión artística sui generis en nuestro medio, no repetida hasta la fecha, aunque con aproximaciones muy valiosas. En 1965 grabaron un disco de larga duración titulado Con mucho sabor .
Algunos especialistas opinan que el conjunto Panatico se adelantó a su tiempo, con atisbos de jazz y lo que una década después sería la salsa de Nueva York. Aún dentro de los ritmos de moda, el bolero y la guaracha –entre otros–, el grupo se diferenció del resto de la competencia gracias a las individualidades que logró reunir.
Así, además de excelente trompetista, Manuel Rojas era un destacado arreglista; Quincho Prado, especialista en saxofón, flauta y clarinete, fue uno de los músicos más completos que ha dado el país; Ernest Francis White, Palá , fue un magnífico bajista y cantante.
La esencia del guaguancó. El conjunto Panatico aprovechó la base rítmica del guaguancó cubano y desarrolló su estilo alrededor de este género musical. El guaguancó es una variante de la rumba, con raíces africanas, de tal forma de la percusión asume un papel protagónico, más marcado que sus congéneres: el yambú y la columbia.
Tal como lo han analizado diversos especialistas, sin ponerse del todo de acuerdo, el son y el guaguancó fueron la base rítmica que propició la aparición de la salsa en Nueva York a principios de los años 70. En cada país de la cuenca del Caribe existieron antecedentes de la salsa en grupos musicales que retomaron los ritmos cubanos, un tanto marginados por las medidas arbitrarias de la revolución de 1959.
La presencia del guaguancó en el repertorio del Panatico repercutió en la línea bailable que propuso este grupo, diferente de lo que hacían otros conjuntos de su época. Es sabido que el guaguancó impone el baile más lascivo de todos los géneros que ha producido Cuba. Los movimientos pélvicos y el “acoso” del hombre a la mujer culminan con el “vacunao”, símil bailable de la copulación.
Guardando las distancias del caso, el tipo de baile que practicaba la clientela del Panatico no llegaba a la expresión sexual del guaguancó caribeño, pero sí establecía diferencias por la sonoridad del grupo y la forma de bailar su repertorio.
Sitios de baile. El centro de actuaciones del conjunto Panatico fue la sala de baile ubicada en Los Mercaditos de la plaza González Víquez (San José), donde se ubicó el club del Deportivo Saprissa. Bajo la dirección administrativa de Edwin Morera y su familia, ese sitio facilitó el acceso de los bailadores citadinos, como una variante de la oferta que existía en los cantones de Zapote, Alajuelita, San Pedro, Goicoechea, Tibás, Moravia y otros.
Al empresario Edwin Morera hay que reconocerle su destacada participación en la apertura de salas de baile en el centro de San José. Además del mencionado salón ubicado en Los Mercaditos, se recuerda El Náutico y su espectacular rocola, instalado en las inmediaciones del Hospital San Juan de Dios, y finalmente El Aloha, en el barrio Los Ángeles. En estos salones también tocó el Panatico.
El grupo realizó giras por Panamá y Nicaragua; cuando estuvo en las islas de Aruba y Curazao recibió el apoyo de Eduardo Viada y Virginia Flores, diplomáticos costarricenses acreditados en esas islas del Caribe. De aquellas andanzas por ultramar se formó el sonido de un grupo de ticos y panameños que marcó una época excepcional en la música popular de Costa Rica.